Golpes, protestas y urnas: la incertidumbre democrática sacude África y América Latina
Madagascar y Bolivia viven momentos decisivos entre el autoritarismo militar y la desesperanza electoral
Madagascar: del hartazgo popular a un nuevo mando militar
En un giro vertiginoso de los acontecimientos, Madagascar ha entrado a un nuevo capítulo de su inestable historia política con la llegada al poder del coronel Michael Randrianirina, comandante de la unidad militar CAPSAT. El oficial, hasta hace poco una figura de bajo perfil, lideró un golpe de estado tras semanas de protestas lideradas por jóvenes descontentos con el gobierno del presidente Andry Rajoelina, quien ahora se encuentra en paradero desconocido. El ejército, vitoreado por gran parte de la población, tomó el control en medio de una profunda crisis económica y social.
Randrianirina ha prometido una transición de entre 18 meses y dos años bajo una junta militar antes de nuevas elecciones. Entre sus prioridades está "restaurar el país a su antigua gloria" y atacar la inseguridad, según declaró en una entrevista reciente. Sin embargo, el golpe ha sido condenado por la comunidad internacional, incluyendo la suspensión de Madagascar de la Unión Africana y fuertes declaraciones de la ONU.
Historial de inestabilidad
Madagascar no es ajena a las interrupciones antidemocráticas. Desde su independencia en 1960, el país ha sido escenario de múltiples golpes de Estado que han debilitado sus instituciones. Incluso el destituido presidente Rajoelina ascendió por la vía de un golpe militar en 2009, lo que ahora repite, pero en sentido inverso desde el poder.
Actualmente, el 75% de la población malgache vive en la pobreza, de acuerdo con cifras del Banco Mundial. Las recientes protestas iniciadas por la generación Z malgache denunciaban apagones constantes, inflación, escasa oferta laboral y un esquema de corrupción político-económica dominado por élites familiares.
Una toma sin sangre, pero con incógnitas
A pesar del carácter abrupto del golpe, la ausencia de violencia masiva en las calles ha sido notable. Incluso, algunos ciudadanos han celebrado la caída de un gobierno que consideraban corrupto. Sin embargo, el riesgo de que esta intervención se alargue indefinidamente y mute hacia una dictadura preocupa a sectores civiles y observadores internacionales.
Bolivia: el fin del ciclo izquierdista y el ascenso de un giro pragmático
En América Latina, Bolivia vive una encrucijada distinta, pero igual de trascendental. Tras casi dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS), el país celebra unas elecciones presidenciales dominadas por figuras conservadoras ante el colapso económico.
La escasez de combustible, la inflación más alta desde 1991 y la parálisis productiva tienen a los bolivianos al borde de la desesperanza. El MAS, antaño invencible, ha quedado relegado tras una votación preliminar donde quedó cerca de perder su personería jurídica por el bajísimo caudal de votos obtenido.
Rodrigo Paz vs. Jorge “Tuto” Quiroga: dos derechas, dos visiones
La segunda vuelta enfrenta a dos alternativas pospopulistas: Rodrigo Paz, un centrista moderado, y Jorge Quiroga, un exmandatario de corte neoliberal. Ambos prometen un giro de timón, pero con estrategias muy distintas.
- Jorge Quiroga plantea una terapia de shock económico, con medidas de austeridad y un rescate financiero inmediato del FMI y el Banco Mundial estimado en $12 mil millones USD. Su plataforma incluye una reapertura hacia Washington, alejando al país del eje China-Rusia.
- Rodrigo Paz, en cambio, apuesta por una política más pragmática orientada a la economía informal. Ha propuesto legalizar mercados negros, otorgar amnistías fiscales y formalizar el contrabando como fuente de ingresos estatales. Su propuesta es una suerte de “capitalismo para todos”.
Crónica del colapso: economía en agonía
El actual sistema económico boliviano se desmorona entre subsidios insostenibles, fuga de dólares y una parálisis industrial agravada por la especulación y el contrabando. Según testimonios recogidos en El Alto, la desconfianza en políticos es generalizada. La sensación de que las “élites destruyeron el país” resuena fuerte entre mercados vacíos y colas interminables por pan y combustible.
El mercado negro con Perú se ha convertido en un salvavidas para muchos bolivianos. Por ejemplo, un sol peruano se intercambia en la frontera hasta por 4 bolivianos en el mercado paralelo, incentivando el contrabando de gasolina, alimentos y electrodomésticos.
¿Cambio real o reciclaje de poder?
La figura de Edman Lara, compañero de fórmula de Paz y ex policía que denunció corrupción por TikTok, ha sido un fenómeno viral y crucial en el ascenso de su candidatura. Sin embargo, su falta de experiencia y tendencia al populismo le ha generado críticas y contradicciones dentro del mismo equipo.
Por su parte, Quiroga promete revertir todo el aparato legal heredado del MAS y restaurar la confianza en el boliviano con una liberalización agresiva del mercado. Pero su historial político y vínculos con el neoliberalismo duro de los 90 generan resquemores en amplios sectores.
Dos naciones, mismas preguntas
Tanto Madagascar como Bolivia enfrentan un dilema esencial: ¿qué tan profundo y genuino será su cambio político tras años de desilusión y deterioro institucional?
La juventud es motor en ambos casos. En Antananarivo, jóvenes se lanzaron a las calles hartos del estancamiento. En El Alto, pese a la decepción, aún votan esperanzados en un nuevo rumbo. Pero la historia en ambas latitudes enseña que la revolución no termina con el derrocamiento o la elección de un nuevo líder: empieza realmente el día después.
“Crisis son oportunidades”, decía un comerciante boliviano en la frontera con Perú. Y esa máxima parece retumbar entre océanos y cordilleras, donde pueblos enteros pelean por recuperar futuro y dignidad.