John Bolton, enemigo íntimo de Trump: ¿justicia o vendetta política?

El exasesor de seguridad nacional de EE. UU. enfrenta cargos por compartir secretos de Estado. Su caso se suma a una extraña serie de procesos contra críticos del expresidente Trump.

El regreso de Bolton, pero en calidad de acusado

John Bolton, exasesor de seguridad nacional durante el mandato de Donald Trump, se entregó finalmente a las autoridades federales el pasado viernes en Maryland y se declaró no culpable de cargos relacionados con la posesión indebida de documentos clasificados y la compartición no autorizada de información de seguridad nacional con miembros de su familia.

Bolton, de 76 años, fue puesto en libertad tras su comparecencia judicial. Sin embargo, su caso se une a una lista creciente de procesos penales federales contra figuras públicas que han criticado abiertamente al expresidente Trump, lo que ha levantado sospechas sobre un posible uso político del Departamento de Justicia.

¿Venganza política o aplicación legítima de la ley?

Tras la lectura de los 18 cargos que se le imputan, Bolton emitió una declaración advirtiendo que ha sido convertido en "el blanco más reciente de un Departamento de Justicia que ha sido instrumentalizado para atacar a quienes Trump considera enemigos". Según él, se trata de una nueva ofensiva que revive acusaciones previamente desestimadas y que reinterpreta hechos con fines políticos.

Esta afirmación cobra mayor fuerza si se considera que otros críticos de Trump también enfrentan procesos legales. Entre ellos destacan figuras como la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, y el exdirector del FBI James Comey. Las acusaciones contra todos ellos han sido presentadas por un Departamento de Justicia que algunos expertos comienzan a ver como un “instrumento de represalia”.

¿Quién es John Bolton y por qué tanto revuelo?

Bolton ha sido por décadas uno de los halcones más duros de la política exterior republicana. Desempeñó cargos diplomáticos en diversas administraciones conservadoras, pero fue su rol como asesor de seguridad nacional entre 2018 y 2019 durante la presidencia de Trump el que lo catapultó a la opinión pública. Su relación con el entonces mandatario fue todo menos armoniosa.

Las tensiones entre ambos eran casi diarias, especialmente en torno a temas como Irán y Corea del Norte. Bolton se oponía ferozmente a las cumbres de Trump con Kim Jong-un y apoyaba un cambio de régimen en Irán. En septiembre de 2019, Trump anunció por Twitter que había despedido a Bolton, mientras este aseguraba que había renunciado.

El libro que rompió la relación por completo

En junio de 2020, Bolton publicó el libro “The Room Where It Happened”, en el que pinta un retrato demoledor de la presidencia de Trump. Entre sus afirmaciones más explosivas está que Trump le pidió ayuda al presidente chino Xi Jinping para ganar las elecciones y que mostró serias lagunas de conocimiento sobre temas básicos de geopolítica.

La administración intentó bloquear su publicación alegando que contenía información clasificada, pero en 2021, bajo el gobierno de Joe Biden, el Departamento de Justicia retiró la demanda.

Los cargos: más de mil páginas clasificadas en manos indebidas

El acta de acusación presentada detalla que Bolton conservó y compartió información clasificada de alto nivel con su esposa e hija. Esto incluía notas escritas sobre reuniones confidenciales con líderes extranjeros y de inteligencia nacional. El volumen: más de 1,000 páginas, muchas de ellas rango “top secret”.

Además, se sabe que Bolton utilizó una cuenta de correo personal para enviar dicha información a familiares y que esa cuenta fue hackeada, presuntamente por agentes ligados al gobierno iraní. Pero lo más preocupante es que, según los fiscales, su equipo legal ocultó al FBI que había compartido esa información sensible a través de ese canal.

El fiscal general al frente y el mensaje político

La fiscal general Pam Bondi, nombrada por Trump y famosa por sus lealtades políticas, ha declarado: “Nadie está por encima de la ley. Cualquiera que abuse de su poder y ponga en riesgo nuestra seguridad nacional será responsabilizado.”

Estas palabras podrían sonar razonables si no fuera porque el patrón de los acusados forma un mosaico incómodamente familiar: todos son acérrimos críticos de Trump. ¿Casualidad? Para muchos no lo es.

Letitia James y James Comey: ¿también en la mira?

La fiscal general de Nueva York, Letitia James, fue acusada de fraude hipotecario este mismo mes. Curiosamente, James encabezó una de las demandas más contundentes contra Trump por inflar sus activos para obtener beneficios fiscales y préstamos bancarios.

Por su parte, el exdirector del FBI, James Comey, fue acusado en septiembre pasado de mentir ante el Congreso. Comey fue despedido repentinamente por Trump en 2017, justo cuando encabezaba la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016.

A pesar del veredicto de múltiples investigaciones que confirmaron la interferencia rusa en favor de Trump, este sigue calificando esa pesquisa como un “montaje” y una “caza de brujas”. ¿Se está cumpliendo una especie de vendetta de Trump en diferido?

Otro frente de batalla: los bancos regionales tambalean

Mientras estos hechos judiciales se desarrollan, otro episodio de inestabilidad sacude a Estados Unidos: la crisis bancaria regional. Zions Bank, Western Alliance y otros bancos medianos han reportado pérdidas millonarias por préstamos incobrables y fraudes, lo que ha hecho que el índice de bancos KBW caiga un 7% en el mes, según Bloomberg.

Jamie Dimon, CEO de JPMorgan, advirtió: “Cuando ves una cucaracha, probablemente haya más.” Su metáfora parece aplicarse también al caos político: los problemas vienen en racimo.

La narrativa de persecución toma fuerza

Los republicanos que todavía son leales a Trump han adoptado una fuerte narrativa según la cual el “Deep State” (Estado profundo) y las “élites liberales” buscan mantener al expresidente alejado del poder mediante persecuciones judiciales de alto perfil. Los casos como el de Bolton, James y Comey son presentados como prueba irrefutable.

En ese contexto, no sorprende que Donald Trump haya elegido públicamente a Pam Bondi como fiscal general y que respalde a candidatos que han replicado esta narrativa en campañas locales clave, como en Nueva Jersey y Virginia.

Obama entra al ruedo político otra vez

El expresidente Barack Obama ha salido a respaldar a los demócratas Mikie Sherrill y Abigail Spanberger en sus candidaturas a las gobernaciones de Nueva Jersey y Virginia, respectivamente. En los anuncios digitales, Obama critica la política republicana sobre los impuestos y el acceso al aborto, dos temas que han puesto en alerta al electorado progresista.

Obama ganó ambos estados en sus elecciones presidenciales, y su imagen sigue siendo sinónimo de esperanza para los demócratas. Spanberger, exagente de la CIA, busca mantener intactas las conquistas sociales frente al avance del trumpismo local. Por su parte, Sherrill —expiloto de la Marina y madre— intenta capitalizar ese perfil para atraer al votante moderado.

Bolton, ¿un mártir involuntario de la confrontación institucional?

John Bolton no es exactamente una figura simpática para la izquierda, y su historial de intervencionismo global lo aleja de las causas progresistas. Pero su caso ha generado un consenso inhabitual: la politización de la justicia en EE.UU. nunca había sido tan descarada.

En palabras del propio Bolton: “Estoy siendo acusado por hechos que antes se consideraron irrelevantes o exonerables. Pero ahora, bajo una administración permeada por la influencia de Trump, me convierto en objetivo.”

Se trata entonces no sólo de un juicio a Bolton, sino también de uno a la imparcialidad de la justicia estadounidense. Y en época electoral, eso lo cambia todo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press