Orbán, Trump y Putin: ¿una reunión por la paz o un golpe diplomático polémico?

Budapest se prepara para albergar una cumbre histórica entre Trump y Putin, mientras las tensiones en Europa aumentan y crecen las dudas sobre la verdadera intención del encuentro.

Una cita inesperada en suelo europeo

El anuncio de una futura reunión entre el expresidente estadounidense Donald Trump y el mandatario ruso Vladimir Putin, con Budapest como sede, ha encendido una nueva etapa de tensión y expectativa política en el contexto europeo. Esta será la segunda vez este año que Trump se sienta con Putin, y esta vez, con la promesa de acercar el fin de la guerra en Ucrania que comenzó a principios de 2022.

El anfitrión de este evento es nada menos que Viktor Orbán, primer ministro húngaro, nacionalista declarado y quizás el aliado más firme de Putin dentro de la Unión Europea. En múltiples ocasiones, Orbán ha alineado a Hungría con políticas que contradicen el consenso del bloque europeo, lo que ha generado fuertes críticas de sus homólogos europeos.

¿Por qué Budapest?

La elección de Budapest no es casual. Orbán ha promocionado a Hungría como el único país “pro-paz” dentro de la UE. En declaraciones radiofónicas, afirmó: "Hungría ha sido, durante tres años, el único país que ha abogado abiertamente por la paz."

Esta postura ha incluido decisiones como negarse a permitir el tránsito de armas destinadas a Ucrania, vetar o retrasar sanciones dirigidas a Moscú y continuar comprando gas y petróleo rusos, a pesar de los esfuerzos de la UE por diversificarse del suministro energético ruso.

Las preguntas incómodas: ¿es realmente una cumbre de paz?

Críticos de Orbán consideran que esta actitud representa una traición a la unidad europea frente a la agresión rusa. Para ellos, la intención de recibir a Putin y Trump no es un gesto de neutralidad diplomática, sino una forma de respaldar, directa o indirectamente, al Kremlin en momentos en que las sanciones y el aislamiento diplomático son más necesarios que nunca.

El periodista hungaro Zoltan Simon resaltó en una entrevista reciente: "Orbán dice querer la paz, pero lo que hace debilita la solidaridad con Ucrania y fortalece la posición de Putin. A veces, no hacer nada también es tomar partido."

Una reunión en territorio legalmente hostil

Más allá del simbolismo político está el espinoso detalle legal: Rusia fue objeto de una orden de arresto por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) en 2023, tras la invasión a Ucrania. Como signatario del Estatuto de Roma, Hungría tiene la obligación de arrestar a Putin si pisa su territorio. Un detalle que, en teoría, haría inviable la reunión.

No obstante, Orbán ha mostrado su desprecio por la decisión de la CPI anteriormente. En abril, sugirió que Hungría comenzaría un proceso de retiro del tratado internacional, lo que sentaría un preocupante precedente en cuanto al respeto del derecho internacional público.

Trump y su promesa electoral de "terminar la guerra"

Desde su retorno a la arena política, Donald Trump ha declarado en más de una ocasión que podría "terminar la guerra en Ucrania en 24 horas", una afirmación que hasta ahora no ha recibido propuesta concreta. En agosto, se reunió con Putin en Alaska en un intento que no produjo avances concretos.

Esta nueva cumbre en Budapest parece ser otro intento por redefinir su imagen como pacificador global. Pero dada su cercanía con líderes autoritarios y la falta de detalles sobre cómo piensa resolver uno de los conflictos más complejos del siglo XXI, muchos lo consideran más un acto de campaña que una solución realista.

Un lugar con simbología histórica amarga

Budapest también evoca recuerdos complicados en la memoria ucraniana. Fue en esta misma ciudad donde, en 1994, se firmó el Memorando de Budapest, un acuerdo en el que Ucrania accedió a deshacerse de su arsenal nuclear —uno de los más grandes del mundo— a cambio de garantías de seguridad por parte de EE.UU., Reino Unido y Rusia.

La invasión rusa en 2014 a Crimea, y más tarde la ofensiva total en 2022, hicieron trizas ese compromiso. Para muchos ucranianos, el Memorando es símbolo de promesas rotas —y el simple hecho de celebrar esta cumbre en Budapest no hace más que ahondar en la herida.

Un mensaje a Europa y al mundo

Orbán ha afirmado que esta reunión es un "logro político" y espera que su país reciba atención internacional positiva. Pero en realidad, esta cumbre refuerza su posición como actor disruptor dentro de la UE y retrata el creciente poder de los populismos y sus alianzas estratégicas.

La formulación de bloques al margen de las instituciones tradicionales, como la OTAN y la Comisión Europea, evidencia una fractura ideológica peligrosa: por un lado, la Europa liberal-democrática e integrada; por el otro, un eje de líderes conservadores, nacionalistas y escépticos de la cooperación supranacional.

Implicaciones para Ucrania y el futuro de Europa

Las posibles consecuencias de esta cumbre pueden ser múltiples, aunque inciertas. Un posible acuerdo que excluya a Ucrania de las negociaciones resultaría no sólo éticamente cuestionable, sino también contrario a los intereses de la soberanía nacional. Podría enviar la señal de que los destinos de las naciones pueden ser decididos sin su intervención directa.

Además, la recepción de Putin sin consecuencias judiciales podría debilitar aún más a la CPI y sentar un precedente negativo para el cumplimiento de normas internacionales.

Orbán y su momento político clave

No es coincidencia que la reunión esté prevista poco antes de las elecciones en Hungría. Después de 15 años en el poder, Orbán enfrentará su autodesignado reto electoral más difícil. Para él, ser anfitrión de una cumbre con relevancia global podría disparar su popularidad, especialmente entre un electorado que ya simpatiza con su discurso nacionalista y anti-UE.

Como lo expresó recientemente en entrevista con medios estatales: "Dios sabrá cuándo fue la última vez que algo así de importante sucedió en Hungría. No somos solo anfitriones; es también un logro político."

¿Qué pasará si Putin decide viajar?

Si la cumbre se concreta, el simple vuelo de Putin hacia Budapest podría implicar el sobrevuelo de varios países de la OTAN, una maniobra diplomática delicada. También sería observado muy de cerca si Hungría seguiría el ejemplo de Sudáfrica, que públicamente ha barajado ignorar las órdenes de arresto de la CPI, como sucedió en anteriores cumbres internacionales.

Cualquier paso en falso podría aislar aun más a Hungría dentro del seno de la UE y provocar una crisis diplomática sin precedentes.

Un tablero en constante cambio

Mientras los preparativos avanzan y se especula con fechas, lo que está claro es que esta reunión transciende la mera diplomacia. Se convierte en un símbolo del estado del orden global actual: inestable, polarizado y en el que los valores democráticos comienzan a flaquear frente a las ambiciones geopolíticas.

Europa —y el mundo— observa con atención.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press