Raila Odinga: El Reformista Que Cambió el Rumbo de Kenia y el Legado que Deja

Una mirada profunda a la vida, lucha e influencia del ex primer ministro keniano, símbolo de la democracia africana

El adiós a un líder emblemático

El reciente fallecimiento del ex primer ministro keniano Raila Odinga a los 80 años ha generado una ola de luto que ha sacudido a toda África Oriental. Miles de kenianos se reunieron en Nairobi para rendir homenaje a quien fue una figura clave en la transición democrática del país. La magnitud de su despedida —con un funeral de Estado, mensajes de condolencia de mandatarios africanos y multitudes emocionadas— dejó en claro que no se trató solo de un político más, sino de un arquitecto del cambio político en la región.

Una vida marcada por la lucha democrática

Odinga nació en 1945 en Maseno, en el oeste de Kenia, en una familia ya inmersa en la política: su padre, Jaramogi Oginga Odinga, fue el primer vicepresidente del país tras la independencia. Formado en Alemania Oriental como ingeniero, Raila combinó el pensamiento técnico con una profunda convicción política.

Durante la larga presidencia autocrática de Daniel arap Moi, Raila fue encarcelado varias veces por su activismo político, especialmente por abogar por la democracia multipartidista. Pasó más de ocho años en prisión sin juicio durante la década de los 80 y principios de los 90. En palabras del analista político keniano Herman Manyora: “No puedes señalar a un hombre más dispuesto a sacrificarlo todo por su pueblo”.

El político que nunca fue presidente, pero siempre fue líder

Odinga se postuló en cinco elecciones presidenciales (1997, 2007, 2013, 2017 y 2022), y aunque nunca consolido una victoria indiscutible, sus campañas movilizaron masas. Fue percibido como la voz de las comunidades marginadas y un defensor férreo de la rendición de cuentas gubernamental.

En las elecciones de 2007, tras unos comicios muy disputados, se desató una ola de violencia postelectoral que cobró la vida de más de 1,000 personas. Esto llevó a una mediación internacional patrocinada por la ONU y liderada por Kofi Annan, en la que se instauró un gobierno de coalición entre Odinga y el entonces presidente Mwai Kibaki. Odinga asumió el rol de primer ministro entre 2008 y 2013.

Una visión de unidad: de rival a colaborador

La relación de Odinga con el actual presidente William Ruto ha pasado por altibajos. Fueron aliados en 2007, se convirtieron en rivales electorales y posteriormente lograron establecer un acuerdo político clave en 2023, en medio de protestas masivas y alta polarización. Como parte de esa colaboración, miembros del partido de Odinga fueron incluidos en posiciones del gabinete, lo que subraya la voluntad del líder opositor de dejar de lado intereses personales por el bien nacional.

Durante el funeral, Ruto reconoció la valía de Odinga como un “estadista, reformador y patriota” que “siempre se elevó por encima del interés propio cuando la nación lo necesitaba”.

Una despedida con todos los honores

El cuerpo de Odinga yació en el Parlamento keniano —una distinción que solo se otorga a presidentes y ex presidentes— y posteriormente fue trasladado al Estadio Nyayo en Nairobi, donde se celebró una emotiva misa anglicana.

Entre los asistentes estuvieron no solo los altos mandatarios del país, sino también líderes de otros estados africanos, así como miles de ciudadanos anónimos que portaban retratos, ramos de ramas (símbolo tradicional de paz) y pancartas con mensajes de unidad.

“Murió fuerte, con dignidad y orgullo”, declaró su hija Winnie, quien estuvo junto a él en India durante sus últimos días. Raila Junior, su hijo, usando el tradicional gorro de cuentas que su padre solía portar y un fly whisk, símbolo de autoridad, se comprometió a mantener unida a la familia.

Un hombre de fe, convicción y reformas

Odinga no solo fue político, sino también un hombre de fe. Como miembro activo de la Iglesia Anglicana de Kenia, su despedida tuvo un tono espiritual fuerte. El obispo David Kodia llamó a los líderes a ser “desinteresados como Odinga y a rechazar la corrupción”, recordando su ejemplo como faro moral en una arena política frecuentemente marcada por escándalos.

Su carrera parlamentaria de 15 años fue fundamental para moldear reglas clave del país, entre ellas, la consolidación del sistema judicial independiente en la constitución de 2010, considerada una de las más progresistas de África.

La voz que sigue viva

El carisma de Odinga, sus discursos vibrantes y su entrega a causa de la justicia lo convirtieron en una figura comparable a otros íconos africanos como Nelson Mandela, Thomas Sankara o Julius Nyerere. Aunque no alcanzó la presidencia, en muchos sentidos fue más grande que el cargo.

Su legado es palpable en cada rincón de Kenia: desde la normalización de la oposición como parte esencial del sistema democrático, hasta su promoción del empoderamiento juvenil, el acceso a la educación y la infraestructura social en comunidades olvidadas.

Como él mismo repetía en vida: “Mi lucha nunca fue por el poder, fue por el derecho de los kenianos a tener una voz verdadera”.

¿Qué sigue para Kenia?

Con la ausencia de una figura con tanta capacidad de puente político como Odinga, el futuro político de Kenia enfrenta retos importantes. El riesgo de polarización crece en la medida en que nuevas figuras, menos consensuadas, intentan ocupar su lugar. Sin embargo, su legado democrático podría dar las bases para una política más inclusiva.

El presidente Ruto ha prometido continuar el camino de reformas iniciado por su viejo rival, y se espera que el actual proceso de diálogo nacional incorpore muchas de las propuestas promovidas por Odinga en vida, incluyendo mayor independencia fiscal para los condados, la lucha contra la corrupción estructural y el fortalecimiento de los sistemas de rendición de cuentas.

Una perspectiva más amplia: Odinga y la democracia africana

Más allá de Kenia, Raila Odinga también fue una figura influyente en los foros panafricanos. Participó activamente en misiones diplomáticas, fue observador electoral en varias elecciones del continente y desempeñó roles claves en la Unión Africana, como enviado especial para asuntos de desarrollo en 2018.

Su ejemplo sirvió y servirá de guía en países donde la transición democrática aún enfrenta obstáculos. Como diplomático, presentó una imagen alternativa del liderazgo africano: con firmeza ideológica, pluralista en opinión, comprometido con la transparencia y, quizá más importante aún, dispuesto al sacrificio personal.

Estatua, memoria y símbolo

Se planea erigir una estatua de Odinga frente al Parlamento, y se discutió una moción para renombrar el aeropuerto de Kisumu, su ciudad natal, con su nombre. Sin embargo, su verdadero monumento será el sistema democrático que ayudó a construir.

Raila Odinga no necesitó el poder del título presidencial para materializar el cambio. Su vida es una prueba de que la influencia moral y la persistencia ideológica pueden producir transformaciones duraderas. Para millones de kenianos, su historia es la historia del país mismo.

“Siempre que la nación lo necesitó para elevarse por encima de sí mismo, lo hizo sin reservas”, concluyó Ruto, entonando una sentida versión de “Jamaica Farewell”, la canción favorita del líder desaparecido.

Raila Odinga vivirá mientras exista la lucha por la justicia en África.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press