Texas frente a la sequía: ¿es suficiente una inversión histórica para resolver la crisis del agua?
Analizamos la Propuesta 4, sus beneficios, desafíos y el complejo futuro hídrico de Texas
Una crisis anunciada: el agua en Texas al borde del colapso
Desde los campos secos de Lubbock hasta los grifos rotos de Longview, Texas vive una crisis de agua silenciosa pero devastadora. Con una población que no para de crecer y una infraestructura hídrica anticuada, millones de texanos podrían enfrentar escasez de agua en solo cinco años si no se toman medidas drásticas.
En este contexto surge la Propuesta 4, una iniciativa sin precedentes que aparecerá en la boleta electoral de noviembre. De ser aprobada, destinará hasta $20 mil millones de dólares durante dos décadas para abordar las urgentes necesidades de infraestructura hídrica en el estado.
¿Qué propone la Propuesta 4?
El proyecto contempla la creación del Fondo del Agua de Texas, una cuenta dedicada exclusivamente a financiar obras relacionadas con:
- Abastecimiento de agua potable
- Tratamiento de aguas residuales
- Infraestructura contra inundaciones
- Desalinización y reutilización de agua
- Conservación hídrica y reparación de fugas
El fondo se alimentaría de una porción de los ingresos por impuestos sobre ventas del estado —hasta $1,000 millones por año—, eso sí, sin crear nuevos impuestos. Solo se activará cuando los ingresos por impuestos superen los $46,500 millones anuales, umbral que ya ha sido superado en los últimos dos años fiscales.
Una necesidad monumental: las cifras detrás de la crisis
Según un informe de Texas 2036, un think tank enfocado en los desafíos a largo plazo del estado, se requieren casi $154 mil millones en los próximos 50 años para evitar el colapso del sistema hídrico:
- $59 mil millones: para nuevos proyectos de suministro de agua
- $74 mil millones: para reparar tuberías viejas y mantenimiento general
- $21 mil millones: para arreglar sistemas de aguas residuales en mal estado
Estas cifras reflejan una infraestructura que se encuentra al borde del deterioro total. Por ejemplo, solo en la cuenca del río Neches, el 17% de los sistemas públicos de agua ya han fallado o están en grave riesgo, obligando a autoridades regionales a intervenir.
Boil Notices: el síntoma más visible
Los Boil-Water Notices —advertencias para hervir el agua antes de su consumo— se han vuelto parte del día a día en muchas regiones. En Longview, es frecuente ver habitantes almacenando agua embotellada "por si acaso". Texas experimenta actualmente hasta 3,000 de estas alertas al año, muchas causadas por el estado ruinoso de las tuberías y por tormentas que colapsan sistemas ya debilitados.
“Emitimos avisos para hervir agua de forma tan frecuente que tenemos personal dedicado solamente a eso”, comentó Kelley Holcomb, gerente general de la Autoridad del Río Angelina y Neches.
Dos "cubetas" de financiación: estructura de la propuesta
El dinero del fondo se dividiría en dos grandes áreas:
- Proyectos para aumentar la oferta hídrica: incluido desalinización, reutilización, reparación de fugas y construcción de reservorios.
- Apoyo a programas existentes: mejorar infraestructura contra inundaciones, garantizar agua potable segura y fomentar la conservación agrícola.
No hay aún una fórmula definida para dividir el dinero entre ambas áreas. Sin embargo, expertos destacan que debe priorizarse no solo la creación de fuentes nuevas, sino también optimizar las ya existentes para evitar desperdicio.
¿Hay oposición?
De manera oficial, no existe una oposición estructurada en contra de la propuesta. Sin embargo, algunos grupos conservadores argumentan que incluir este tipo de gasto directamente en la constitución del estado no es adecuado.
Por otro lado, ciertos grupos ambientalistas temen que los proyectos de nuevos reservorios —implicando construcción de presas o lagos artificiales— puedan afectar a agricultores o residentes cuyos terrenos sean expropiados para ello.
“Necesitamos centrarnos también en los aspectos de la planificación hídrica que no están funcionando para las personas, especialmente los proyectos de reservorios”, dijo Janice Bezanson, directora de políticas en Texas Conservation Alliance.
Una oportunidad para innovar
La Propuesta 4 contempla soluciones que van más allá de lo tradicional. Uno de los enfoques más celebrados es la inclusión del tratamiento de agua salobre y residuales, incluso aquellas provenientes de la industria del petróleo y gas, para su reutilización.
Además, se plantea la digitalización de la gestión hídrica: uso de sensores y tecnología para detectar fugas en tiempo real o distribuir el agua de manera más eficiente según demanda y condiciones atmosféricas.
El rol ciudadano: más allá del voto
Aunque la decisión principal se tomará en las urnas este noviembre (el día de votación es el 4 de noviembre, con periodo anticipado del 20 al 31 de octubre), el compromiso ciudadano va mucho más allá.
Jennifer Walker, asesora especial de la National Wildlife Federation Action Fund, lo explica claramente:
“Son las comunidades locales las que conocen sus propias necesidades. Hay que involucrarse, expresar opiniones sobre el suministro de agua y ayudar a moldear esas decisiones para el beneficio colectivo.”
Y es que el proyecto no entrega recursos sin control. Una comisión especial de supervisión se ha establecido para garantizar transparencia y rendición de cuentas en el uso del dinero del Fondo del Agua.
Una tormenta (de arena) en el horizonte
Texas enfrenta una tormenta perfecta: sequías prolongadas, urbanización acelerada, crecimiento poblacional y el envejecimiento de su infraestructura. La Propuesta 4 ofrece una vía realista y estratégica para proteger el recurso más vital para la economía, la agricultura y la salud pública: el agua.
Pero la solución requerirá no solo dinero, sino también una visión a largo plazo que combine tecnología, conservación, renovación y justicia social. Como afirma Sarah Schlessinger, CEO de la Texas Water Foundation:
“Texas ha sido notablemente previsora en mecanismos de financiación para la infraestructura del agua. Pero nuestras necesidades superan con mucho los fondos disponibles.”
Si algo está claro, es que enfrentar la crisis del agua no es cuestión de si se puede, sino de si políticos, ciudadanos y comunidad científica estarán listos para trabajar juntos hacia una Texas más resiliente.