Artillería sobre autopistas y protestas en las calles: ¿es este el Estados Unidos que queremos?

La visita de JD Vance, los ejercicios militares en California y la ola de protestas “No Kings” evidencian una nación más polarizada que nunca

Una demostración militar en la autopista: ¿una hazaña patriótica o una temeridad?

El 17 de octubre de 2025, una porción de 27 kilómetros de la autopista Interestatal 5, la arteria principal entre Los Ángeles y San Diego, fue cerrada al tránsito durante cuatro horas. El motivo: un espectáculo militar para conmemorar el 250º aniversario del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, organizado en Camp Pendleton y encabezado por el vicepresidente JD Vance y el secretario de Defensa Pete Hegseth.

En el evento, cientos de soldados desplegaron vehículos anfibios y aeronaves militares en una demostración de fuerza que incluyó la utilización de artillería real disparada sobre la autopista. Esta maniobra ha suscitado una ola de críticas, desde activistas civiles hasta el propio gobernador de California, Gavin Newsom, quien afirmó:

“El Presidente está anteponiendo su ego a la responsabilidad con este desprecio por la seguridad pública. Disparar rondas reales sobre una autopista transitada no solo es incorrecto, es peligroso.”

Las tensiones entre autoridades estatales y federales se intensificaron luego de que los organizadores del evento solicitaran señalizaciones de advertencia con mensajes como: “Fuego aéreo en progreso”. Ante esto, el Departamento de Transporte de California (Caltrans) cerró temporalmente el camino, afectando a más de 80,000 viajeros diarios y $94 millones en mercancías, según informó la oficina del gobernador.

JD Vance responde: “Es solo un entrenamiento”

El equipo del vicepresidente respondió con frialdad. Su portavoz, William Martin, declaró al New York Times:

“Esta es una práctica de entrenamiento rutinaria. Si Gavin Newsom quiere oponerse a los entrenamientos que aseguran que nuestras Fuerzas Armadas sean las más letales del mundo, allá él.”

La Patrulla de Caminos de California confirmó el cierre del tramo entre las 11 a.m. y las 3 p.m., y alertó que los retrasos podrían sumar hasta dos horas a los trayectos. También se suspendieron los servicios ferroviarios paralelos durante la jornada, exacerbando el caos logístico de la región.

Un espectáculo político disfrazado de militarismo

Pero esta demostración tiene implicancias más profundas. No se trata solo de un ejercicio técnico, sino de un evento político cuidadosamente escenificado, en el marco de una administración que ha usado la simbología militar para apelar al nacionalismo más radical. Simbólicamente, cerrar una autopista usada en promedio por mil conductores por minuto es un mensaje de poder.

La retórica de Vance y Hegseth se alinea con una visión del país en donde cualquier disidencia se interpreta como traición. En este contexto, no resulta sorprendente que el sur de California, una de las regiones más progresistas del país, haya erupcionado en protestas casi simultáneamente.

“No Kings”: masivas protestas dentro y fuera de EE.UU.

El mismo sábado 18 de octubre, mientras las tropas realizaban sus ejercicios en la costa californiana, decenas de miles de ciudadanos estadounidenses y simpatizantes marcharon por las calles en distintas ciudades a nivel mundial bajo el lema “No Kings” (“No queremos reyes”).

El movimiento, surgido de forma orgánica entre activistas que rechazan el estilo autoritario del presidente Donald Trump y sus aliados, congregó multitudes en Nueva York, Washington DC, Londres, París, Berlín, Lisboa y Malmö. Exigiendo una democracia funcional, justicia social y el fin del militarismo, los manifestantes corearon lemas como “Democracia sí, dictadura no” y portaron pancartas en forma de constituciones firmadas, coronas tachadas y efigies de la Estatua de la Libertad llorando.

En Times Square, se estimaron al menos 30,000 manifestantes el sábado por la tarde. En Berlín, frente a la embajada estadounidense, se reunieron cerca de 5,000 personas según reportes locales.

Los símbolos importan: disfraces, arte y sátira política

Un ingrediente clave de estas protestas fue la creatividad. Personas disfrazadas de figuras históricas, superhéroes, estatuas vivientes y personajes de sátira política llenaron las calles con pancartas y performances. Grupos travestidos emulaban a Pussy Riot, la banda rusa feminista antiautoritaria. En Lisboa, un defensor pro-Trump fue abucheado luego de intentar interrumpir pacíficamente la protesta con carteles solitarios.

De manera significativa, la protesta se extendió también a ciudades pequeñas de EE.UU., como Birmingham, Alabama, y Chicago, donde miles marcharon antes de reunirse en parques centrales para escuchar discursos de líderes comunitarios.

La militarización de la vida civil: una tendencia preocupante

En análisis más profundos, organizaciones como ACLU y Human Rights Watch han advertido en los últimos cinco años sobre el aumento en la militarización del espacio público. El despliegue de armamento, uniforme y lenguaje bélico se ha convertido en parte de la vida cotidiana en eventos públicos, desfiles y ahora carreteras.

Lo que anteriormente era una línea estricta entre entrenamiento militar y zonas civiles está comenzando a desdibujarse. Y si bien el Pentágono asegura que todos los protocolos son seguros, la percepción pública está cambiando. ¿Debemos acostumbrarnos a compartir espacio aéreo con proyectiles?

California y la resistencia civil

En este escenario también brilla un viejo conocido del activismo progresista: David Huerta, presidente del sindicato SEIU California. Huerta fue arrestado en junio tras una protesta frente a una empresa investigada por violaciones migratorias. Su acusación inicial por obstrucción federal, un delito clase A, ha sido reducida a delito menor.

Su caso se ha convertido en un símbolo del conflicto entre la administración Trump y los gestores de derechos laborales y migratorios. Como sus abogados mencionaron recientemente:

“Este caso no es una búsqueda de justicia de buena fe, sino un acto claro de represalia destinado a silenciar la disidencia.”

Y la respuesta ciudadana ha sido clara. Desde el activismo sindical hasta las marchas internacionales, el mensaje es contundente: el poder, cuando no se mide, debe enfrentarse con organización y valentía.

¿Hacia dónde se dirige Estados Unidos?

Las maniobras militares sobre autopistas y las protestas masivas reflejan a un Estados Unidos dividido entre militarismo y democracia ciudadana. Mientras que el gobierno proyecta fuerza a través del poder armado y mensajes de “letalidad”, miles de ciudadanos claman por recuperar un país basado en la institucionalidad, los derechos y la soberanía civil.

A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2026, estas tensiones seguramente aumentarán. Lo que está en juego no es solo un gobierno, sino la forma misma de ser estadounidense en el siglo XXI.

“No queremos reyes” no es solamente un grito de protesta. Es una advertencia a tiempo: los pueblos libres no se gobiernan con balas ni tanques, sino con principios y ciudadanía.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press