Chen Ning Yang: El puente entre ciencia, culturas y el siglo XX
El legado del físico que desafió las leyes de la física y unió Oriente y Occidente
Por más de un siglo de vida, Chen Ning Yang siguió siendo una figura central en el desarrollo de la física moderna. Su reciente fallecimiento en Beijing, a los 103 años, pone punto final a una era marcada por enormes avances científicos y tensiones geopolíticas sin precedentes. Académicamente brillante, culturalmente híbrido y humanamente ejemplar, Yang representa mucho más que un laureado Nobel; simboliza la fusión de Oriente y Occidente en el pensamiento científico.
Orígenes y formación: la cuna de un genio
Chen Ning Yang nació en 1922 en Hefei, China, en una familia profundamente integrada al ámbito académico. Su padre, matemático de renombre, era profesor en la Universidad de Tsinghua, una de las instituciones académicas más prestigiosas de Asia.
Desde pequeño, Yang estuvo expuesto al rigor académico y a las disciplinas científicas. Se graduó de física en la Universidad Nacional del Sudoeste Asociada (una universidad improvisada durante la guerra que luego sería semillero de grandes genios) y después obtuvo su maestría en Tsinghua.
Viaje a Occidente: el encuentro con Fermi
En 1946, Yang emigró a Estados Unidos para realizar su doctorado en la Universidad de Chicago, donde fue apadrinado por Enrico Fermi, el físico ítalo-estadounidense que desarrolló el primer reactor nuclear y ganador del Nobel en 1938. El legado de Fermi lo inspiró a combinar intuición, simplicidad y rigor matemático, pilares que caracterizarían todas sus futuras investigaciones.
Rápidamente se distinguió por su agudeza mental y visión revolucionaria, lo que lo llevó a integrarse al exclusivo Instituto para Estudios Avanzados en Princeton, donde luego sería colega del mismísimo Albert Einstein.
La paridad: una ley cuestionada
En 1956, junto a su colega Tsung-Dao Lee, Yang se embarcó en una investigación que cambió para siempre la física de partículas. Hasta ese momento, se creía que las leyes físicas eran iguales en una imagen especular (paridad). Sin embargo, Yang y Lee teorizaron que ciertos procesos —en particular, las interacciones débiles que ocurren en desintegraciones nucleares— podrían violar esta simetría.
Este descubrimiento, confirmado experimentalmente al año siguiente por Chien-Shiung Wu, originó una revisión profunda de la física moderna, lo que les valió el Premio Nobel de Física en 1957. Fue la primera vez que ciudadanos chinos (aunque en ese momento ya en EE.UU.) ganaban este prestigioso galardón.
“Estoy orgulloso de mi herencia cultural china y, a la vez, de mi devoción profunda por la ciencia moderna, parte de la civilización occidental”. — Chen Ning Yang, discurso del Nobel 1957
La teoría Yang-Mills: la física más allá de Einstein
Aunque su trabajo sobre la paridad fue el que le ganó el Nobel, para muchos científicos su contribución más perdurable fue la formulación de la teoría de Yang–Mills, realizada junto con el físico estadounidense Robert Mills en 1954.
Esta teoría introdujo conceptos fundamentales que posteriormente se integrarían al llamado Modelo Estándar de Física de Partículas, la base actual de todo lo que entendemos sobre las fuerzas subatómicas. La teoría fue un pilar para la posterior unificación de la fuerza electromagnética y la fuerza nuclear débil.
En palabras del físico Steven Weinberg, también premio Nobel, “la teoría Yang-Mills es el lenguaje natural del universo”.
Cruzando mares: China, Estados Unidos y la identidad binacional
Chen Ning Yang fue más que un físico: fue un símbolo de la diáspora académica china y del intercambio cultural entre Oriente y Occidente. Durante décadas ostentó la ciudadanía estadounidense, que obtuvo en los años 60, mientras contribuía al desarrollo de la ciencia en ambas naciones.
No obstante, su retorno ideológico y físico a China tuvo lugar en los años 90. En 1999, empezó a impartir clases como profesor en la Universidad de Tsinghua. Entre 1986 y 1999 también colaboró estrechamente con la Universidad China de Hong Kong, a la que donó numerosos trabajos, libros y condecoraciones, incluyendo su medalla del Nobel.
Renunció a la ciudadanía estadounidense en 2015, calificándola como una “decisión dolorosa”, pero necesaria para reconectar con su país de origen.
Un legado para el siglo XXI
Yang fue parte esencial del movimiento que fortaleció el sistema académico en China luego del periodo de reforma posterior a la Revolución Cultural. Promovió la educación científica basada en investigación auténtica, alejándose de modelos elitistas y enciclopedistas.
Además fundó centros de física teórica, promovió intercambios con instituciones europeas y norteamericanas, y fue una figura esencial para el desarrollo de la Academia China de Ciencias. Hasta entrada la década de 2010, seguía participando en conferencias científicas alrededor del mundo.
A lo largo de su vida, recibió más de una veintena de doctorados honoris causa y decenas de premios importantes, además del Nobel.
Yang más allá de la física: cultura, poesía y filosofía
En entrevistas y apariciones públicas, Chen Ning Yang solía recitar poesía clásica china e incluso hacia referencias a Confucio, Laozi y Mencio, reflejo de un pensamiento humano-espiritual que trataba siempre de complementar su actividad científica.
En este sentido, Yang abogó repetidamente por el enfoque “holista” en la educación académica, donde el arte, la ética y la filosofía acompañen al estudio duro de las matemáticas y las ciencias:
“Cualquier científico que ignore la historia humana es un analfabeto civilizacional. La ciencia no se escribe en un vacío; es el eco de todas las ideas posibles del ser humano.”
Hasta el final: último reconocimiento y vida personal
Yang falleció el 6 de octubre de 2024, según confirmó la Universidad de Tsinghua. Hasta el final de su vida, mantuvo contacto con sus colegas, revisando publicaciones y ofreciendo comentarios certeros hasta pasados los 100 años.
Estuvo casado en dos ocasiones y tuvo tres hijos. Su primera esposa falleció en 2003, y en 2005 se casó con Weng Fan, una profesora y entusiasta de la ciencia, casi seis décadas menor que él. Su relación, cuestionada por algunos al principio, fue constantemente defendida por quienes los conocieron, alegando que estaban profundamente conectados por el amor al conocimiento.
En tiempos de polarización, un modelo de integración
El caso de Chen Ning Yang es una lección viva de cómo un científico no solo contribuye con resultados tangibles, sino también con formas de pensar, sentir y conectar mundos diversos. En una época polarizada entre grandes potencias, su figura recuerda que el conocimiento profundo suele surgir del diálogo entre culturas en apariencia disímiles.
Desde el colapso de la paridad hasta los descubrimientos que ayudaron a formar el Modelo Estándar, desde sus publicaciones en Princeton hasta las clases magistrales en Beijing, Yang representa un siglo de ciencia y humanidad.
Chen Ning Yang no solo rompió simetrías fundamentales en partículas subatómicas, sino también las barreras ideológicas, culturales e históricas que frecuentemente separan a la humanidad.