Guerra contra el narcotráfico en el Caribe: ¿Hasta dónde puede llegar Estados Unidos?

Un análisis del uso de fuerza militar por parte de EE.UU. contra el narcotráfico en aguas internacionales y sus implicancias legales y políticas

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Una nueva etapa en la guerra contra las drogas

El presidente Donald Trump ha reiterado que su administración está comprometida con la erradicación del narcotráfico hacia Estados Unidos. En una reciente operación, el ejército estadounidense atacó y destruyó una nave submarina sospechosa de transportar drogas en el mar Caribe, resultando en la muerte de dos tripulantes y la captura de otros dos, que serán repatriados a sus países de origen: Colombia y Ecuador.

Este sería, según fuentes oficiales, el sexto ataque de este tipo desde septiembre, elevando el número de muertos en estas operaciones marítimas a al menos 29 personas.

La justificación de Washington: conflicto armado con los carteles

El presidente Trump ha sostenido que "Estados Unidos está en un conflicto armado con los carteles de droga". Este argumento permite al gobierno utilizar fuerza letal sin pasar por procesos judiciales tradicionales. La base legal para esta doctrina procede de la Autorización para el Uso de la Fuerza Militar (AUMF) aprobada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, usada inicialmente para combatir el terrorismo.

Trump y sus asesores han reinterpretado esta AUMF para aplicar a narcotraficantes como combatientes enemigos. Esta doctrina ha sido objeto de múltiples debates porque difumina los límites entre la justicia penal y la ley de guerra.

Una estrategia militarizada, ¿la más efectiva?

En abril de 2020, el gobierno de Trump desplegó buques de guerra y vigilancia en el Caribe bajo la operación anti-narcóticos más robusta en décadas. Esta campaña involucró a agencias como el Departamento de Defensa, la Guardia Costera, la DEA y la CIA.

En esa oportunidad, el secretario de Defensa, Mark Esper, afirmó: "Estamos duplicando nuestros recursos en la región. Esto no es sólo una operación antinarcóticos; es una operación multilateral basada en inteligencia internacional."

Pero los resultados son limitados: aunque se reduce la oferta en ciertas rutas momentáneamente, los carteles adaptan sus métodos rápidamente. La producción de drogas como fentanilo requiere poca infraestructura, y por eso es tan rentable para los criminales.

¿Y los derechos humanos?

La repatriación de los dos sobrevivientes a Colombia y Ecuador elude un espinoso debate legal: ¿cómo procesar legalmente a narcotraficantes capturados bajo fuego militar?

Al evitar llevarlos a EE.UU., Washington evita involucrarse en procesos judiciales que podrían contradecir la Convención de Ginebra o el derecho humanitario. A su vez, esto significa dejar en manos de otros estados la responsabilidad de juicio, con estándares que podrían variar.

Human Rights Watch y otras organizaciones internacionales han denunciado que equiparar a narcotraficantes con soldados enemigos sienta un precedente peligroso que puede derivar en ejecuciones extrajudiciales.

¿Por qué submarinos?

Los llamados "narcosubmarinos" se han vuelto una táctica recurrente de los carteles colombianos y ecuatorianos para evitar la detección. Estas embarcaciones, aunque técnicamente son más semisumergibles que submarinos plenos, están hechas con fibra de vidrio y madera para evadir radares y sonar. Transportan desde 2 hasta 10 toneladas de droga.

Según la DEA, entre 2006 y 2020 se detectaron más de 1,000 narcosubmarinos en aguas rumbo a Centroamérica y el Caribe. Solo en 2019 se interceptaron más de 250 toneladas de cocaína en estas operaciones.

El fentanilo: la nueva epidemia

El fentanilo es un opiáceo sintético 50 veces más potente que la heroína. Originado en laboratorios, se ha convertido en la droga más mortal en EE.UU., responsable de más de 75,000 muertes solo en 2023.

Una sola carga de fentanilo podría matar a decenas de miles de personas. Por eso, al confirmar que la nave destruida llevaba principalmente fentanilo, Trump intentó subrayar la peligrosidad del cargamento: "He destruido un submarino lleno de la sustancia más letal que nuestros jóvenes conocen hoy en día. Es una victoria preventiva", dijo en su plataforma Truth Social.

Implicancias geopolíticas

Estas acciones militares no solo tienen consecuencias humanitarias, sino también diplomáticas. La cooperación con Colombia y Ecuador incluye inteligencia mutua, entrenamiento y apoyo tecnológico.

Ambos países están lidiando con una realidad donde los carteles han infiltrado territorios costeros, gobiernos locales y sectores del comercio legal. El envío de los sobrevivientes para su procesamiento en sus países podría reforzar la imagen de colaboración, pero también señala que EE.UU. no quiere asumir los riesgos legales.

¿Hacia una doctrina Trump del narcoterrorismo?

Trump ha sugerido que de ser reelecto, buscará declarar a ciertos carteles como organizaciones terroristas extranjeras. Esta medida desencadenaría toda una serie de acciones judiciales y financieras adicionales, incluyendo acciones militares directas en territorio extranjero.

En 2019 dijo: “Los carteles están matando a nuestra gente más rápido que cualquier otra amenaza. Ya no podemos tratarlos como simples criminales”.

Este enfoque podría ampliar enormemente el uso del poder militar contra actores no estatales, creando tensiones con gobiernos latinoamericanos que podrían verlo como una intromisión en su soberanía.

¿Qué dice la ley internacional?

Según el derecho internacional del mar, toda nave en aguas internacionales está sujeta a la soberanía de su país de bandera. Sin embargo, las embarcaciones sin bandera o clandestinas, como los narcosubmarinos, pueden ser intervenidas por cualquier nación.

El problema surge cuando el abordaje no se limita a detención e investigación, sino a ataques letales sin advertencia. Esto entra en conflicto con las Convenciones de Ginebra, que protegen a los no combatientes incluso en contextos de guerra.

Balance final: ¿eficiente pero controversial?

El combate militar al narcotráfico es uno de los pilares del trumpismo, pero su éxito real es cuestionable. Mientras EE.UU. presume de cargas incautadas e intervenciones agresivas, las cifras de sobredosis y disponibilidad de droga no han disminuido significativamente.

La cuestión central sigue siendo: ¿es el campo militar el adecuado para resolver un problema económico y de salud pública? Si bien destruir submarinos cargados de fentanilo puede ser efectivo en el corto plazo, puede también desatar consecuencias desproporcionadas e injustificadas si se pierde el foco legal y humanitario.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press