Juventud en pie de lucha: la revolución silenciosa de la Generación Z en Marruecos
Con los ojos del mundo puestos en el fútbol, miles de jóvenes marroquíes desafían al gobierno con protestas masivas en favor de la salud, educación y equidad social
La nueva cara de la protesta: ¿Quiénes son la Gen Z 212?
En un país donde la juventud representa más del 50% de la población, un nuevo movimiento ha emergido con fuerza en las calles de Marruecos: la Gen Z 212. Este grupo, impulsado por jóvenes nativos digitales, ha logrado movilizar a decenas de miles en varias ciudades del país, como Casablanca, Tánger, Rabat y Agadir, exigiendo reformas profundas en educación, salud y justicia social.
Coordinando desde plataformas como Discord, TikTok e Instagram —herramientas favoritas de esta generación— el movimiento ha ganado fuerza con más de 200.000 seguidores activos. Su consigna es clara: "Hospitales, no estadios".
El detonante: protestas en pleno auge futbolístico
La reciente adjudicación a Marruecos para ser una de las sedes del Mundial 2030 fue recibida por muchos como un motivo de celebración nacional. Sin embargo, para la juventud movilizada, fue una provocación más. "Los estadios están listos, ¿pero dónde están los hospitales?", rezaban las pancartas entre la multitud.
Las protestas tomaron fuerza especialmente después de la trágica muerte de ocho mujeres en un hospital público de Agadir, quienes fallecieron durante el parto, en condiciones que despertaron indignación nacional. El enojo se tradujo en manifestaciones, primero locales y luego nacionales, todas con un reclamo común: una redistribución justa del presupuesto hacia servicios esenciales.
Educación: el epicentro de la indignación juvenil
Uno de los pilares de las demandas es la crisis del sistema educativo. Según datos gubernamentales, el número de estudiantes inscritos en universidades privadas se multiplicó por seis desde el año 2000, fenómeno que ha ido de la mano con la decadencia del sistema público.
"Fui expulsado del aula porque no tenía el libro de texto que me pedían", relataba uno de los manifestantes, quien prefirió permanecer en el anonimato. Como este testimonio, decenas relatan cómo la desigualdad educativa marca el destino de millones de alumnos, sobre todo en áreas rurales donde el transporte escolar brilla por su ausencia.
Los informes de auditoría del estado señalan serias deficiencias en infraestructura, falta de personal capacitado y problemas logísticos que han hecho del acceso a una educación de calidad un privilegio reservado para pocos.
Salud pública al borde del colapso
Además de los problemas educacionales, los jóvenes marroquíes también alzan la voz por el estado crítico del sistema de salud. La falta de acceso a hospitales, la escasez de medicamentos y las condiciones inhumanas en muchos centros públicos han generado una sensación de abandono por parte del gobierno.
La situación se ha agravado en zonas periféricas, donde muchos habitantes deben viajar largas distancias para recibir atención. "No podemos seguir haciendo como si todo estuviera bien mientras nuestras madres mueren durante el parto por falta de atención", gritaban algunos participantes en las protestas de Rabat.
Respuesta oficial: discurso sin acción
El pasado viernes, el rey Mohammed VI pronunció un discurso ante el Parlamento, en el cual, sin mencionar explícitamente los reclamos de la Gen Z 212, defendió que no hay contradicción entre invertir en grandes proyectos nacionales como el Mundial y avanzar en programas sociales.
No obstante, los manifestantes lo han interpretado como una respuesta evasiva. "No necesitamos más metáforas. Necesitamos políticas claras, hospitales, escuelas, trabajo", declaró una joven universitaria en Casablanca.
A pesar de que la ministra de Finanzas, Nadia Fettah Alaoui, prometió en una reciente reunión del Banco Mundial en Washington reasignar fondos hacia sectores sociales, el escepticismo sigue latente. Y es que, como demuestran los datos, el gasto público en salud sigue representando menos del 6% del PIB, inferior al promedio recomendado por la OMS.
Violencia y represión: la sombra de la protesta
En algunos puntos del país, las protestas se tornaron violentas. En Agadir, tres jóvenes murieron cuando supuestamente intentaban irrumpir en una comisaría bajo el fuego de las fuerzas del orden. Más de 400 personas han sido arrestadas por vandalismo atribuido a las manifestaciones, y al menos 17 fueron condenadas colectivamente a 162 años de prisión.
Esta respuesta represiva está generando preocupación dentro y fuera del país. Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional han condenado el uso excesivo de la fuerza y los procesos judiciales exprés contra los manifestantes.
¿Por qué protestan si no les afecta directamente?
Una de las críticas recurrentes que se les hace a estos jóvenes es que muchos ya han culminado sus estudios o no tienen familia directa afectada. La respuesta es contundente: "Estamos luchando por las próximas generaciones".
Esta militancia por un futuro colectivo, más que individual, rompe con la imagen usual de una juventud apolítica e indiferente. Se trata de una generación que, pese a crecer en medio de la precariedad, la censura y la falta de oportunidades, cree en la posibilidad de cambio.
Inspiración global: de Nepal a Marruecos
El movimiento de la Gen Z 212 ha admitido abiertamente su inspiración en manifestaciones juveniles similares ocurridas en Nepal, Líbano y Chile. Todas comparten un hilo conductor: organizaciones horizontales, rápida viralización a través de redes sociales y una profunda desconfianza hacia estructuras tradicionales de poder.
La diferencia con generaciones anteriores reside en su capacidad de adaptación: esta juventud es tecnológica, rápida en convocar, inteligente al comunicar y determinada a no negociar con la negligencia institucionalizada.
¿Qué sigue para Marruecos?
Con la Copa Africana de Naciones en diciembre a la vuelta de la esquina y bajo amenazas crecientes de boicot, las autoridades marroquíes enfrentan un dilema: continuar con el enfoque represivo o iniciar verdaderas reformas estructurales para descomprimir la tensión social.
Para muchos, esta revolución silenciosa representa un punto de inflexión en la historia del país. Un despertar social que no busca solo visibilidad, sino justicia, dignidad y progreso.
Como reza una de las pancartas más emblemáticas del movimiento: “No pedimos reyes ni héroes. Solo pedimos justicia.”