China aprende de Estados Unidos y responde con su propio manual: una guerra comercial sin frenos
Pekín adopta medidas inspiradas en políticas estadounidenses para reforzar su control en la cadena tecnológica global y responder a las sanciones y aranceles de Washington
El espejo estadounidense: cuando el rival enseña cómo pelear
Durante las últimas décadas, Estados Unidos se ha jactado de aplicar un conjunto de normativas comerciales extraterritoriales que le permiten controlar tecnologías sensibles y productos incluso cuando no son fabricados en su territorio. Este planteamiento, conocido como la Regla del Producto Directo Extranjero (Foreign Direct Product Rule), ha permitido a Washington influir en decisiones de negocios que transgreden fronteras y afectan a rivales como China. Pero el juego ha cambiado.
Este año, Pekín decidió no solo responder a las agresiones comerciales de Estados Unidos, sino hacerlo usando las propias armas de su adversario. En julio, China anunció que empresas extranjeras deberán solicitar permiso para exportar productos que contengan tierras raras originadas en China o desarrolladas con tecnología china, incluso si el ensamblaje final se realiza fuera del país. Esta jugada marca un cambio drástico en la actitud de Pekín: dejó de quejarse y empezó a contraatacar siguiendo el ejemplo de Washington.
Magnetismo político: el control de las tierras raras
Las tierras raras son elementos esenciales para la manufactura de tecnologías de punta: desde teléfonos inteligentes hasta vehículos eléctricos, pasando por aviones de combate y misiles. China domina más del 60% de su producción mundial y más del 80% de su refinamiento, lo cual le otorga una ventaja estratégica clave.
Con el nuevo reglamento, si una empresa surcoreana desea vender un smartphone a Australia que contenga imanes fabricados con tierras raras chinas, esta tendrá obligatoriamente que solicitar la aprobación de Pekín. Jamieson Greer, representante de comercio de EE.UU., advirtió que esta medida otorga a China "control sobre prácticamente toda la economía global en la cadena de suministro tecnológica".
De la doctrina al contraataque: una historia reciente
Muchos analistas consideran que China lleva años preparando el terreno para este tipo de medidas. Según Neil Thomas, investigador sobre política china en el Asia Society Policy Institute, "China está aprendiendo del mejor", en alusión a las décadas en las que EE.UU. ha imponiendo restricciones comerciales bajo el pretexto de la seguridad nacional. "Pekín está utilizando el mismo manual que Washington", agregó Thomas. “Game recognizes game”, sentenció.
La base de esta estrategia comenzó a gestarse en 2018, cuando Donald Trump inició su guerra comercial con China. Desde entonces, Pekín ha desarrollado una serie de herramientas legislativas para asegurarse de tener margen de maniobra:
- Lista de Entidades No Fiables (2020): similar a la entidad lista del Departamento de Comercio de EE.UU., impide a empresas extranjeras operar libremente en China.
- Ley contra las sanciones extranjeras (2021): permite negar visas y congelar activos de individuos o empresas que interfieran con los intereses chinos.
- Controles ampliados de exportación y Revisión de inversiones extranjeras: dirigidos a proteger sectores estratégicos y limitar riesgos geopolíticos.
Todo ello fue presentado como un "conjunto de herramientas contra las sanciones extranjeras y la injerencia" por la agencia oficial Xinhua. Li Qingming, académico citado por los medios estatales en 2021, explicó que estas leyes "peinan la legislación extranjera existente y adoptan principios del derecho internacional", buscando frenar la escalada antes de que se desate una guerra total.
Estás en mi lista: represalias personalizadas
En el marco de la guerra arancelaria que reanudó Trump al regresar a la Casa Blanca este año, China no tardó en activar sus nuevas estrategias de contención. Cuando Washington impuso el primer arancel del 10% sobre productos chinos, argumentando que Pekín no contenía el tráfico de componentes químicos usados para fabricar fentanilo, China respondió incluyendo a gigantes estadounidenses como PVH Group (Calvin Klein, Tommy Hilfiger) e Illumina en su lista de entidades no fiables.
Las compañías afectadas quedan prohibidas de realizar nuevas inversiones o importar/exportar productos desde y hacia China. Además, Pekín alzó sus propias barreras arancelarias e implementó controles de exportación sobre elementos críticos como tungsteno, telurio, bismuto, molibdeno e indio, esenciales para sectores como la aviación, defensa y electrónica.
Trump contraatacó con un segundo arancel del 10%, lo que produjo una nueva represalia: China agregó más de 15 empresas estadounidenses a su lista negra, incluyendo nombres del calibre de General Dynamics Land Systems y otras firmas del sector aeroespacial.
El Día de la Liberación y el resurgir nacionalista
En abril, llegó el Día de la Liberación, y con él el golpe más fuerte de China: la duplicación de los aranceles hasta un 125%, la expansión de las listas negras y la inclusión de aún más productos en los controles de exportación. Resultado: pausa global en el suministro de imanes industriales, afectando la producción de vehículos eléctricos, smartphones, aviones y tecnologías militares.
Jeremy Daum, investigador del Paul Tsai China Center de la Universidad de Yale, alertó sobre los riesgos de este juego de espejos. La simetría aparente entre ambos países puede llevar a una espiral de escaladas que, lejos de generar justicia o equidad comercial, terminen perjudicando a todos. “En una carrera hacia el fondo, nadie gana”, dijo.
Un nuevo orden mundial tecnológico
La confrontación actual entre las dos principales economías del mundo puede redefinir las reglas del comercio internacional. Pocas veces antes se había visto a China responder con tal grado de sofisticación legal. Y aunque los antecedentes indican que Estados Unidos aún conserva ventaja en varios sectores clave, como semiconductores y sus cadenas aliadas, China ha demostrado que no está dispuesta a jugar un rol pasivo en el tablero global.
Pekín ya no sólo reacciona: planifica, ejecuta y lidera medidas de alcance global destinadas tanto a proteger su economía como a castigar a quienes desafíen su modelo. El resultado es un mundo cada vez más dividido entre bloques tecnológicos, lo que amenaza la idea de una economía globalizada y sin barreras.
La proliferación de "sistemas legales espejo" entre Washington y Pekín puede continuar. Ambos gobiernos adoptan cada vez más una visión holística de “seguridad nacional”, que abarca incluso las exportaciones de cosméticos o la influencia de apps móviles.
¿Exportar en tiempos de guerra comercial? Ahora debes pedir permiso
Empresas de todo el mundo están ahora obligadas a pasar por filtros duales si quieren sobrevivir: el estadounidense y el chino. Ya no basta con cumplir regulaciones locales; ahora enviar un producto a otro país puede requerir el visto bueno de dos superpotencias en conflicto.
Mientras más empresas quedan atrapadas en este choque de titanes, sus negocios se entrelazan peligrosamente con decisiones geopolíticas. Un fabricante alemán de autos, o una firma japonesa de tecnología, puede encontrarse en una red de limitaciones cruzadas simplemente por utilizar un componente originado en China o licenciado por una empresa estadounidense.
El mensaje es claro: los tiempos del comercio libre han terminado. Bienvenidos a la era del nacionalismo económico y la guerra comercial permanente.