El Doctor de los Pobres: José Gregorio Hernández y la Esperanza de un Pueblo
La canonización del primer santo venezolano llega como un bálsamo espiritual en medio de tensiones políticas y crisis económica
Un hito religioso y cultural para Venezuela
El 14 de abril de 2024, el papa León XIV inscribirá en el santoral católico a uno de los personajes más venerados por los venezolanos: José Gregorio Hernández, también conocido como el doctor de los pobres. Junto a él, también será canonizada la madre Carmen Rendiles Martínez, fundadora de una congregación religiosa en Venezuela. Esta histórica ceremonia en la Plaza de San Pedro del Vaticano no solo marca un momento de fe sino también de identidad nacional.
La canonización es un reconocimiento al compromiso del doctor Hernández hacia los sectores más vulnerables de su país. Su vida, marcada por la ciencia, la fe y la entrega, ha calado hondo en el corazón de millones de venezolanos. En un país golpeado por crisis económicas y políticas, el nombramiento de su primer santo es una razón más para tener esperanza y reforzar el sentimiento de unidad.
¿Quién fue José Gregorio Hernández?
Nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, estado Trujillo, José Gregorio Hernández estudió medicina en la Universidad Central de Venezuela. Su vocación no se limitaba al conocimiento científico: tras completar sus estudios, se dedicó a servir con humildad y desinterés a los más necesitados. Se negaba a cobrar a los más pobres por sus servicios, incluso les proporcionaba medicamentos de su propio bolsillo.
Falleció trágicamente en 1919 tras ser atropellado en Caracas, justo después de recoger unos medicamentos destinados a una anciana enferma. Su muerte rompió el corazón de un pueblo entero, pero paradójicamente lo convirtió en una figura casi mística, objeto de veneración popular.
Una fe arraigada en la cultura popular
Desde hospitales hasta pequeños altares familiares, la imagen de José Gregorio Hernández es omnipresente en Venezuela. Su rostro adorna murales urbanos, especialmente en zonas populares, y su figura sobresale junto a las de la Virgen del Valle, la Chinita y Simón Bolívar como ícono nacional.
En 1996, durante la visita del papa Juan Pablo II, el Vaticano recibió una petición firmada por cinco millones de venezolanos —aproximadamente una cuarta parte de la población de ese momento— solicitando que lo declarara santo.
El clamor popular fue también observado por la Iglesia. En febrero de 2024, el papa Francisco, ya en sus últimos días como pontífice, firmó la canonización desde su cama de hospital, eximiendo el requisito del milagro comprobado gracias a la “devoción masiva” demostrada por el pueblo venezolano.
Contexto político y socioeconómico: una luz en la oscuridad
La canonización de José Gregorio Hernández no se da en un vacío espiritual, sino que ocurre en un momento profundamente convulsionado para el país caribeño. Venezuela atraviesa una severa crisis económica que se ha prolongado por más de una década.
- Más del 80% de la población vive en condiciones de pobreza.
- Millones han emigrado a otros países buscando mejores condiciones.
- Las sanciones económicas de EE. UU. contra el gobierno de Nicolás Maduro han agravado la situación.
- Recientemente, el presidente Donald Trump confirmó operaciones encubiertas de la CIA en suelo venezolano.
En medio de ese entorno, la canonización de Hernández representa un momento de alivio, de unidad y también de resistencia cultural y espiritual. Como expresó Silvia Correale, defensora de la causa de José Gregorio: “Este es un evento nacional de primer orden. La canonización ha sido esperada por todo un pueblo.”
El espejo de la fe en América Latina
El fenómeno de la canonización ha sido siempre relevante en países latinoamericanos donde la religión católica mantiene una fuerte presencia. La figura de Hernández se une ahora a la de santos latinoamericanos como:
- Santa Rosa de Lima (Perú) – Primera santa de América.
- San Óscar Romero (El Salvador) – Obispo asesinado por denunciar injusticias sociales.
- San Martín de Porres (Perú) – Icono de la humildad y caridad.
La beatificación y posterior canonización de figuras locales en países del Sur Global significan también una descentralización del culto y una latinoamericanización del santoral, fortaleciendo la identidad religiosa de sus pueblos.
Una celebración global
La canonización no solo tendrá lugar en Roma. En Caracas, se instalarán pantallas gigantes en plazas como la de La Pastora para que los fieles participen en comunión con el Vaticano. Más allá de lo religioso, esto implica una celebración nacional, una especie de “pausa colectiva” ante tantas malas noticias.
Varias actividades culturales acompañan la ceremonia: misas, conciertos, jornadas de oración, murales conmemorativos e incluso publicaciones conmemorativas en diarios y redes sociales.
Incluso personas no necesariamente religiosas participan del evento, movidas por el sentido patriótico y colectivo. “No soy fan de José Gregorio, pero entiendo que es venezolano y que su canonización tiene un peso geopolítico y cultural,” declaró Arquímides Blanco, miembro de un colectivo artístico que decoró los alrededores de la iglesia de La Pastora.
Otros santos del 2024
Además de Hernández, la ceremonia incluye a:
- Peter To Rot (Papúa Nueva Guinea): asesinado en 1945 por defender el matrimonio monógamo.
- Maria Troncatti (Italia): misionera en Ecuador.
- Ignazio Choukrallah Maloyan (Armenia): asesinado durante el genocidio armenio.
- Bartolo Longo (Italia): figura de fuerte devoción popular.
- Vincenza Maria Poloni (Italia): fundadora de la congregación de Hermanas de la Misericordia.
Muchos de estos casos, como el de Hernández, son canonizaciones por “culto popular”, es decir, impulsados no por milagros certificados, sino por la fe generalizada entre los fieles.
Mística, ciencia y esperanza: legado eterno
Uno de los aspectos más fascinantes del doctor Hernández es su papel como puente entre la ciencia y la fe. Fue médico, estudió también filosofía y religión, y aspiró a ser sacerdote en algún momento, aunque una enfermedad lo alejó de ese camino formalmente. También fue pionero en traer a Venezuela las ideas de la medicina experimental europea.
Hoy, más de cien años después de su muerte, su presencia continúa viva tanto en el imaginario colectivo como en la cotidianidad de los venezolanos. Muchos testimonios afirman haber experimentado intervenciones milagrosas, aunque pocas hayan sido oficiales.
Su canonización no elimina los problemas del país, pero sí representa simbólicamente una fuente de energía moral. Es posible que su figura, ahora elevada a los altares de Roma, sirva también de inspiración para la reconstrucción social del país desde abajo, desde la compasión y el servicio.
¿Qué sigue para la Iglesia venezolana?
La canonización podría marcar el comienzo de un resurgimiento espiritual en Venezuela, especialmente entre las nuevas generaciones. Ya no se trata solo de devoción religiosa, sino de fortalecer un sentido de ciudadanía, comunidad y esperanza.
En un mundo convulso, donde los conflictos geopolíticos y los intereses económicos marcan la agenda, figuras como José Gregorio Hernández nos recuerdan que el poder de la compasión, del compromiso social y de la integridad sigue vigente.