El ocaso del príncipe Andrés: escándalos, Epstein y el derrumbe de una figura real
Entre acusaciones, correos comprometedores, investigaciones policiales y un título abandonado, analizamos cómo el príncipe Andrés se convirtió en un problema para la monarquía británica
Por décadas, el príncipe Andrés fue una figura incómoda dentro de la familia real británica. Segundo hijo de la fallecida reina Isabel II, duque de York y hermano del actual rey Carlos III, Andrés ha pasado de participar como piloto de helicópteros en la guerra de las Malvinas a convertirse en una figura rodeada de escándalos sexuales, amistades impresentables y decisiones desafortunadas que han deteriorado la imagen de la monarquía. Pero la reciente revelación de correos con Jeffrey Epstein y acusaciones de usar a su escolta policial para espiar a su acusadora marcaron un punto de no retorno.
La tormenta perfecta: Epstein, Giuffre y la caída pública
Toda esta historia no se entiende sin mencionar a Jeffrey Epstein, el millonario estadounidense condenado por delitos sexuales y tráfico de menores que murió en prisión en 2019. La amistad estrecha —y negada hasta el cansancio— entre Epstein y Andrés ha sido una sombra persistente durante más de una década. Las fotografías del príncipe con uno de los brazos alrededor de Virginia Giuffre, una joven de 17 años que ha declarado haber sido víctima de abuso y tráfico por parte de Epstein, corrieron como pólvora desde su publicación en 2011.
Virginia Giuffre presentó una demanda civil contra Andrés en Nueva York en 2021, afirmando que él había abusado de ella siendo menor de edad en varias ocasiones. Aunque el príncipe siempre negó los hechos, en 2022, llegó a un acuerdo extrajudicial millonario —estimado en alrededor de 12 millones de libras esterlinas— para evitar un juicio público. El acuerdo implicaba que no admitía culpabilidad, pero el daño a su reputación ya era irreparable.
“Estamos juntos en esto”: correos que comprometen al príncipe
Durante años, Andrés afirmó que cortó toda relación con Epstein en 2010. Sin embargo, la publicación reciente de correos electrónicos de febrero de 2011 —en los que Andrés le escribió a Epstein diciéndole que "estaban juntos en esto" y que debían "superarlo"— contradijo directamente sus declaraciones públicas y declaraciones legales. Esta revelación encendió una nueva ola de escándalo en el Reino Unido.
El mensaje causó tal revuelo que desde Buckingham Palace se anunció que el príncipe Andrés renunció a su título de Duque de York, así como a cualquier uso de otros títulos reales. Ya desde 2019, tras una desastrosa entrevista en la BBC en la que no sólo negó cualquier relación con Giuffre sino que justificó su amistad con Epstein en términos poco empáticos, Andrés había renunciado a sus funciones públicas.
La intervención policial: ¿una operación para desacreditar a la víctima?
Como si no fuera suficiente, la policía metropolitana de Londres (Scotland Yard) anunció que está investigando si Andrés pidió a un oficial de seguridad asignado a él que obtuviera información privada de Virginia Giuffre, como su historial judicial, número del seguro social y otros datos personales. Según reportó el Mail on Sunday, el príncipe proporcionó estos datos en 2011 como parte de una supuesta campaña para desacreditarla antes de que un tabloide británico publicara la infame foto.
“Si esto es cierto, ese no es el propósito de un oficial de protección”, dijo Ed Miliband, actual Secretario de Energía del Reino Unido. La ética de la fuerza policial, así como la protección de derechos de víctimas de abuso, están ahora también bajo escrutinio.
Una reputación en espiral descendente
El príncipe Andrés ha sido, durante mucho tiempo, una figura problemática al interior de la Casa Windsor. Desde sus múltiples negocios turbios por el mundo —incluyendo ventas sospechosas de propiedades, relaciones con dictadores y empresarios acusados de corrupción— hasta su estilo de vida extravagante, su presencia en la vida pública real parecía siempre generar titulares negativos.
Conocido por su título de Duque de York desde 1986 y por una vida acomodada debido a su linaje, Andrés ha sido percibido como arrogante y alejado del sufrimiento de las víctimas, especialmente en su modo de responder a las acusaciones de Giuffre.
El Sunday Times publicó en 2020 una lista de gastos que mostraba que Andrés recibía más de £250,000 anualmente por parte del Ducado de Lancaster, fondos que provenían, en parte, de ingresos del Estado.
Virginia Giuffre: una voz que no será silenciada
Virginia Giuffre falleció en abril de 2024, un hecho devastador para quienes siguieron su voz incansable contra abuso sexual y tráfico de personas. Su familia no sólo ha defendido su memoria, sino que ha sido clara al solicitar que el Rey Carlos III actúe para despojar al príncipe Andrés de cualquier otro atributo nobiliario, incluido su derecho a mantener el título de 'príncipe'.
A pesar de su fallecimiento, Giuffre dejó un manuscrito autobiográfico que será publicado próximamente y que promete ofrecer nuevos detalles sobre su testimonio, la red de Epstein y su relación con Andrés. Dicha publicación podría ser el clavo final en el ataúd mediático del príncipe, cuya imagen pública ya ha enfrentado el descrédito total.
La monarquía en crisis de reputación
Los casos como el de Andrés golpean con fuerza la reputación de la monarquía británica, que ha luchado por mantener su legitimidad ante una población cada vez más crítica. Según una encuesta de YouGov de 2023, el apoyo a la monarquía entre los británicos jóvenes (de entre 18 a 25 años) ha caído por debajo del 35%, y un 40% se identifica con opiniones republicanas.
Este tipo de escándalos no solo amplifican esa tendencia, sino que exponen la dificultad de separar 'lo personal' del aparato institucional cuando miembros de la familia real están involucrados en delitos tan graves.
La respuesta de la institución, al cortar públicamente los lazos con Andrés, responde más a una estrategia de contención de daños que a una autocrítica real. En septiembre de 2022, el rey Carlos asumió el trono con la promesa de una monarquía más austera y moderna; desprenderse de un hermano problemático era casi inevitable.
¿Un posible regreso? Difícil, casi imposible
Después de perder su rango militar honorario, sus patrocinios reales, su título de Duque de York y su credibilidad pública, es poco probable que el príncipe Andrés tenga alguna forma de redención pública. Los medios británicos ya lo llaman con ironía "El Príncipe del Silencio", y es improbable que veamos una participación suya en actos oficiales más allá de eventos funerarios o familiares cerrados.
El escándalo no solo sepulta lo que quedaba de su rol institucional, sino que coloca una enorme carga sobre los hombros del rey Carlos III, obligado ahora a equilibrar la tradición con la transparencia y modernidad exigida por la sociedad británica.
Una historia sin final (aún)
Los británicos han tolerado mucho a sus figuras reales, incluso en sus momentos más cuestionables, pero el caso del príncipe Andrés representa una línea roja. Epstein, Giuffre, corrupción, manipulación policial... el listado es demasiado extenso como para ignorarlo o tratarlo como un simple episodio tabloid.
De este caso se desprende una lección fundamental para cualquier institución monárquica: lo que se oculta en las sombras, eventualmente, sale a la luz. Y cuando eso ocurre, ni la sangre azul puede evitar la crítica pública y el juicio moral.
La Casa de Windsor ha sobrevivido guerras, divorcios escandalosos y crisis constitucionales. Pero el escándalo del príncipe Andrés podría quedar marcado como una de sus manchas más oscuras del siglo XXI.