Rompiendo olas, rompiendo barreras: el histórico debut de remeros sudafricanos en Boston
Por primera vez, un equipo totalmente conformado por personas negras de Sudáfrica compite en la prestigiosa regata Head of the Charles en EE.UU., desafiando siglos de exclusión racial en el remo competitivo
Una página histórica en el remo internacional
Durante la edición más reciente de la Head of the Charles Regatta en Boston, uno de los eventos de remo más distinguidos del mundo, cuatro remeros sudafricanos hicieron historia al convertirse en el primer equipo completamente compuesto por personas negras de su país en competir a nivel internacional en este deporte elitista.
La regata, con más de 60 años de tradición, ha sido históricamente un terreno dominado por equipos blancos provenientes principalmente de instituciones académicas elitistas como Harvard, Yale o Princeton. La aparición de este equipo oriundo de Sudáfrica marca un antes y un después en el camino hacia la inclusión y diversidad en un deporte que, durante décadas, negó el acceso a atletas de comunidades racializadas y en situación de pobreza.
Del apartheid a los ríos de Boston
Lwazi-Tsebo Zwane, de 23 años, uno de los remeros más destacados del equipo, entrena regularmente en Germiston, una ciudad cercana a Johannesburgo. Portando los colores de Western Cape Rowing, explicó cómo su trayectoria deportiva ha estado moldeada por las secuelas del apartheid y la persistente desigualdad económica: "Nuestra historia ha sido narrada desde la violencia, la opresión y la marginación. Pero ahora nos toca escribir nuevos capítulos".
Los otros atletas del equipo comparten historias similares, en donde la pasión por el remo contrasta con el desafío cotidiano de simplemente llegar a los entrenamientos. Muchos de ellos provienen de municipios segregados, con sistemas de transporte deficientes y violencia estructural que amenaza su seguridad cada vez que salen de casa.
El remo, un deporte encerrado entre elites
El remo competitivo emergió como un deporte de élite en el siglo XIX, en las universidades de Oxford y Cambridge. En Estados Unidos, fue adoptado por instituciones como Harvard o Princeton, apartando sistemáticamente a los no blancos, mujeres y personas que no pertenecían a clases sociales altas.
Un estudio de U.S. Rowing de 2016 identificó que el remero promedio en EE.UU. es blanco, de clase media-alta y residente en la periferia suburbana. La NCAA reveló en 2021 que solo el 2% de las mujeres remeras universitarias se identificaban como negras, el 5% como hispanas y un 3% como asiáticas.
Falta de acceso, no de talento
Arshay Cooper, activista y ex remero del primer equipo afroamericano de secundaria en Chicago (1997), ha liderado una fundación para fomentar el acceso al remo en comunidades marginadas. Cooper subraya que el talento está disperso por todo el mundo, pero las oportunidades y los recursos son escasos para quienes no tienen acceso a entrenamiento, lagos navegables o infraestructura.
“Los botes profesionales pueden costar decenas de miles de dólares, sin contar el almacenamiento y transporte. Además, muchos de estos jóvenes ni siquiera saben nadar porque nunca tuvieron esa oportunidad”, explicó. Él fue una de las personas clave en lograr que el equipo sudafricano aterrizara en Boston, proporcionando también fondos para transporte y alojamiento.
Visibilidad que transforma
En paralelo, otras iniciativas también están cambiando el panorama en la regata Head of the Charles. En 2022, se formó el primer equipo femenino 8+ completamente negro de Estados Unidos. También han participado un equipo indígena 4+ y otro equipo femenino nativo, con remos pintados con manos rojas para visibilizar la grave crisis de mujeres indígenas desaparecidas y asesinadas.
Denise Aquino, cofundadora del podcast Rowing in Color, indicó que estos símbolos son esenciales en el proceso de transformación institucional: “No se trata solo de competir. Se trata de visibilidad. De que otros niños, de todas las edades, se vean reflejados en nosotros, en un deporte que durante mucho tiempo los ignoró”.
Zwane: una travesía de minibuses y sueños
Desde los 14 años, Zwane ha recorrido largas distancias en minibuses para entrenar en Victoria Lake, cerca de Johannesburgo. En Boston, el equipo se preparó en condiciones logísticas mucho más favorables, rodeado de boathouses bien equipados y paisajes idílicos.
“Aquí todo se siente como vivir en otro mundo —dijo Zwane—. Para nosotros, esto es un lujo. Cada vez que tocamos el agua, sabemos que estamos en un lugar que no se nos suponía accesible. Por eso, cada entrenamiento es un acto de lucha”.
Sudáfrica: remo en territorios fragmentados
Michael Ortlepp, entrenador en Ciudad del Cabo y mentor de muchos de estos atletas, ha visto de primera mano las carencias estructurales. En tres años, logró que su red pasara de 8 a 45 remeros, gracias al apoyo de organizaciones como la de Cooper.
Sin embargo, los obstáculos continúan. Relata que ha tenido atletas que han vivido durante semanas en cafeterías universitarias sin comida ni techo. Al menos una vez por semana, algún remero le escribe para decirle que no puede asistir al entrenamiento por tiroteos en su vecindario o porque las bandas criminales han emitido advertencias.
Educación y deporte: una alianza necesaria
En ambos países, las escuelas públicas —asistidas mayoritariamente por jóvenes racializados— ofrecen programas de remo con recursos limitados e instructores debutantes. Al mismo tiempo, las escuelas privadas, donde abunda la financiación y el entrenamiento de alto nivel, conservan la mayoría de los premios y reconocimientos del deporte.
Esta desigualdad en la formación también refleja lo que la socióloga norteamericana Patricia Hill Collins llama "segregación recreacional". Es decir, cómo los deportes en apariencia “abiertos” a todos, en realidad consolidan estructuras de exclusión similares a las del mercado laboral o educativo.
Un nuevo capítulo para el remo
La participación del equipo sudafricano no representa solamente un símbolo de avance, sino también un llamado urgente a abrir canales de financiación, inclusión y desarrollo de programas deportivos más equitativos.
“Con este paso —dice Zwane—, no solo estamos remando en el agua. Estamos remando contra todo un sistema que insiste en decirnos dónde pertenecemos. Pero nosotros sabemos que nuestro lugar también está aquí, en estas aguas internacionales, junto a los mejores”.
Como lo expresó Denise Aquino: “Nosotras no estamos pidiendo permiso para soñar. Estamos construyendo botes que cruzarán todos los muros que alguna vez nos dijeron que eran infranqueables”.
Un legado para futuras generaciones
Conforme el equipo vuelva a Sudáfrica, cientos de jóvenes los mirarán con nuevos ojos: los ojos de quienes han visto posible lo que antes parecía imposible. Un lugar en Boston, en los ríos del mundo, y en la historia de un deporte que por fin comienza a reflejar al mundo en toda su diversidad.