‘Hedda’: Una Desbordante Reinvención de Ibsen en Clave Queer, Martini y Crimen

La antiheroína de Ibsen resucita en la Inglaterra de los años 50 por obra y arte de Nia DaCosta y una deslumbrante Tessa Thompson

Hedda Gabler, la manipuladora original del teatro moderno

Desde su estreno en 1891, Hedda Gabler de Henrik Ibsen ha fascinado al público gracias a una protagonista tan carismática como peligrosa. Hedda no es simplemente otra mujer atrapada en un matrimonio opresivo; es una mente maquiavélica, profundamente frustrada y dotada de un perverso sentido de control sobre los demás. Es, en palabras de uno de los personajes de la nueva adaptación cinematográfica de Nia DaCosta, “brillantemente catastrófica”.

Un festín cinematográfico en los campos ingleses

La película ‘Hedda’, protagonizada por Tessa Thompson, no necesita que conozcas el original de Ibsen para maravillarte. Siguiendo el camino de clásicos modernizados como Clueless (Emma de Austen en clave Beverly Hills) o Bridget Jones’s Diary (Orgullo y Prejuicio con diario y cigarro), esta versión de Hedda se instala con frescura en la Inglaterra de los años 50, adornada con cócteles, represión, secretos y sensualidad contenida.

La historia se desarrolla a lo largo de una única noche en una mansión rural donde Hedda y su marido, el académico George Tesman (Tom Bateman), han regresado tras seis meses de luna de miel. El motivo aparente es celebrar su regreso, pero Hedda tiene planes más oscuros: asegurarle a George una promoción vital para mantener su estatus y pagar las deudas. Hasta que aparece Eileen Lovborg.

Eileen Lovborg: rival, ex amante y chispa del drama

Interpretada por Nina Hoss, en un papel que hipnotiza, Eileen es el espíritu opuesto a Hedda. Académica brillante, activista queer que ha sobrevivido al escarnio y al alcoholismo, se presenta sobria, enamorada de Thea (Imogen Poots) y decidida a recuperar su lugar con una tesis revolucionaria bajo el brazo.

El problema: aspira al mismo puesto que George. Y además fue amante de Hedda, quien se ve trastornada por su presencia. El odio se enmascara de fascinación, y amor y venganza se entrelazan. Hedda empieza a urdir una guerra silenciosa, cargada de saboteo emocional y secretos que rugen bajo la superficie.

Una Hedda queer y moderna que destila veneno

Tessa Thompson construye a una Hedda magnética, ofensivamente elegante, cruel y emocionalmente disociada. Sus sonrisas son bombas retardadas, y bajo su aparente vulnerabilidad late un deseo por arruinarlo todo... por puro aburrimiento.

Gracias al enfoque de Nia DaCosta, la directora de Candyman (2021) y The Marvels (2023), esta Hedda es intensamente queer y feminista, hilvanando temas como la represión del deseo, las dinámicas de poder entre mujeres y el encierro emocional de las convenciones sociales. La fotografía de Sean Bobbitt transforma el drama en un carnaval de sombras, luces de candelabro y miradas que duelen más que las palabras.

Un juego perversamente divertido y perturbador

Tal como ocurre con clásicos del thriller como The Talented Mr. Ripley o incluso Gone Girl, el espectador no puede evitar ser cómplice de la protagonista, aunque sus actos resulten abominables. DaCosta no busca redimir a Hedda, sino saborear su veneno desde adentro.

En su núcleo, Hedda es una mujer desbordada por el tedio del rol que le tocó jugar en la Inglaterra de la posguerra, una alta burguesía que vive entre lo refinado y lo podrido. Ella no desea libertad, sino destrucción con estilo. Al más puro estilo de mujeres fatales del noir como Phyllis Dietrichson (Double Indemnity) o Amy Dunne.

Nina Hoss: una interpretación sublime y desgarradora

Si bien Thompson brilla con fuerza, Nina Hoss entrega una actuación emocionalmente devastadora. Su Eileen se construye desde la resiliencia, pero el devenir revela una herida abierta vulnerable a Hedda. La escena de su caída —literal y figurada— es una coreografía de decadencia emocional visiblemente dolorosa.

Importante destacar que Hoss, actriz alemana de alto calibre conocida por películas como Barbara o Phoenix, raramente recibe reconocimiento fuera de Europa, pero en Hedda demuestra que puede dominar la escena con sutil brutalidad. Cuando desaparece del relato, la historia pierde algo de fuerza, mostrando lo indispensable que era su presencia como contrapunto ético y emocional.

Una fiesta con martinis, traición y balas

La película, con una duración de 107 minutos, se desliza como un cóctel agridulce, burbujeante y traicionero. Todo se desenvuelve bajo el marco de una fiesta envuelta en alcohol, prejuicios y pasados no resueltos. El clímax, en el que fluyen las armas, los manifiestos arruinados y las máscaras desenmascaradas, es de una tensión teatral exquisita.

Un banquete visual y emocional

La estética vintage está lograda con una precisión que nunca parece parodia. Lo que podría ser una caricatura del pasado se transforma en algo inquietantemente contemporáneo gracias a los sutiles guiños queer, la violencia soterrada y la tensión entre la apariencia y el deseo reprimido. Cada plano está cargado de diseño y simbolismo, desde las luces filtradas a través de copas de cóctel hasta los juegos de espejos entre Hedda y Eileen.

¿Por qué verla?

  • Por Tessa Thompson: transforma a Hedda en una villana irresistible, elegante y trágica.
  • Por Nina Hoss: muestra, sin necesidad de grandilocuencia, lo desgarrador que puede ser confiar en la persona equivocada.
  • Por Nia DaCosta: confirma que es una autora en potencia, dispuesta a enfrentarse a los grandes temas con estilo e inteligencia.
  • Por la fotografía de Sean Bobbitt: una lección sobre cómo iluminar con narrativa.

Algunos datos técnicos

  • Título: Hedda
  • Dirección: Nia DaCosta
  • Reparto: Tessa Thompson, Nina Hoss, Tom Bateman, Imogen Poots
  • Duración: 107 minutos
  • Calificación: R por contenido sexual, uso de drogas y lenguaje
  • Disponible: En cines y en Amazon Prime Video (desde el 29 de octubre)

Un aplauso para la reinvención teatral moderna

Hedda’ reafirma que los clásicos no solo pueden ser revisados, sino que deben ser transgredidos. No es un homenaje reverente sino una explosión embriagante que transforma el drama ibseniano en una danza entre deseo, poder y pérdida. Si alguna vez soñaste con asistir a una fiesta descendente desde la euforia al desastre emocional, esta película es tu invitación exclusiva.

Y si de paso te provocas un martini para acompañarla, aún mejor.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press