¿Paz o Pausa Táctica? La Tensa Realidad Tras la Tregua en Gaza
La frágil tregua entre Israel y Hamas, la sombra de Líbano y Yemen, y los intereses internacionales convierten a Gaza en un tablero de ajedrez geopolítico
Una tregua colgando de un hilo
La reciente tregua entre Israel y Hamas, impulsada por Estados Unidos, ha sido descrita por muchos como un respiro necesario tras más de dos años de guerra devastadora en la Franja de Gaza. Sin embargo, eventos recientes como el ataque que mató a dos soldados israelíes, respondido con amenazas de suspensión de la ayuda humanitaria por parte de Israel, demuestran que esta “tregua” es mucho más frágil de lo que parece. Tal como aclaró el propio presidente estadounidense Donald Trump, los milicianos de Hamas han estado “bastante bulliciosos”, deslizando incluso que elementos disidentes podrían estar actuando por su cuenta.
La diplomacia norteamericana en acción
La visita de Jared Kushner, yerno del presidente, y el enviado especial Steve Witkoff a Tel Aviv demuestra la importancia de mantener viva la esperanza de estabilidad en la región. La Embajada de EE. UU. confirmó su arribo, y poco después, Israel declaró que reiniciaría el envío de ayuda humanitaria, sugiriendo una nueva fase de aparente cooperación.
La tregua también ha permitido la reaparición de fuerzas de seguridad de Hamas en las calles de Gaza, donde han llevado a cabo detenciones y operaciones contra grupos armados y supuestos criminales, intentando restablecer el orden en zonas previamente ocupadas por Israel. Esta restauración del control interno es clave para que Hamas justifique su papel como gobierno de facto en el enclave.
El caso Líbano: ¿modelo o advertencia?
Algunos expertos han comenzado a comparar el actual acuerdo en Gaza con la situación en el sur de Líbano, donde Israel y Hezbollah mantienen una tensa coexistencia desde hace casi un año bajo una especie de 'menor intensidad de fuego'.
Mona Yacoubian, directora del programa para el Medio Oriente del Center for Strategic and International Studies (CSIS), afirmó que lo que sucede en Líbano es más un “lessfire” que un ceasefire. Este tipo de arreglo daría margen de maniobra a Israel para atacar presuntas amenazas estratégicas sin desencadenar una guerra abierta, lo que podría repetirse en Gaza.
El 11 de octubre Israel atacó un depósito de maquinaria en el sur de Líbano, causando la muerte de un ciudadano sirio y varios heridos. Esta situación, que destruiría cualquier sensación de normalidad en otras partes del mundo, se ha vuelto casi cotidiana allí, y podría estar marcando el camino que Gaza seguirá bajo esta tregua vigilada.
Las sombras de Yemen y la amenaza regional
A la ecuación regional se suma otro actor explosivo: los rebeldes Houthis en Yemen, apoyados por Irán. En medio del cese al fuego en Gaza, Israel ha continuado sus ataques quirúrgicos contra líderes Houthi. Uno de los golpes más significativos fue la muerte del jefe de Estado Mayor Houthi, el general Muhammad Abdul Karim al-Ghamari, en un ataque israelí reciente.
La situación en Yemen se ha vuelto aún más volátil con la muerte no solo de al-Ghamari, sino también de figuras de alto rango del aparato gubernamental rebelde. Más de 1.000 personas asistieron a su funeral en Sanaa, lo que ilustra la capacidad de movilización ideológica y político-militar del movimiento Houthi.
Estos ataques han sido justificados como respuesta a los asaltos Houthi con drones y misiles contra Israel y barcos en el mar Rojo, a menudo en supuesta solidaridad con los palestinos. Sin embargo, la capacidad de fuego regional ha hecho que el conflicto en Gaza ya no pueda entenderse como un conflicto local, sino como un epicentro irradiando tensiones hacia todo Medio Oriente.
¿Qué quieren EE.UU. e Israel?
Más allá del alto el fuego, el acuerdo busca algo mucho más ambicioso: el desarme de Hamas, la retirada completa de Israel de zonas ocupadas en Gaza, y la formación de una autoridad gubernamental internacional que reemplace a Hamas.
Jared Kushner, durante una entrevista con 60 Minutes, lo expresó con claridad: “El éxito del acuerdo dependerá de si Israel y la comunidad internacional pueden ofrecer una alternativa funcional a Hamas. Si lo logran, Hamas estará acabado y Gaza dejará de ser una amenaza para Israel”.
Esto no solo es un desiderátum, sino una piedra angular del enfoque estadounidense hacia el conflicto. Proyectos similares han fracasado en el pasado. El reto residirá en conseguir ahora respaldo regional, legitimidad palestina y aceptación por parte de una población exhausta por los años de violencia.
El precio humano: más de 68.000 muertos en Gaza
Uno de los aspectos más trágicos de este conflicto, y que frecuentemente queda al margen del discurso diplomático, es el altísimo costo humano. Desde el comienzo de la guerra el 7 de octubre de 2023, se estima que más de 68.000 palestinos han muerto, según el Ministerio de Salud de Gaza, que, aunque administrado por Hamas, cuenta con estadísticas generalmente avaladas por agencias de Naciones Unidas.
El número no distingue entre civiles y combatientes, pero la escala de víctimas refleja el colapso humanitario que atraviesa la región. A esto se suman millones de dólares en infraestructura destruida, desplazamientos forzados y miles de personas desaparecidas.
¿Es sostenible esta tregua?
La respuesta corta es: nadie lo sabe. El próximo paso del plan incluye inspecciones israelíes en los cruces como el de Kerem Shalom, para dejar entrar ayuda humanitaria, pero ya hay tensiones sobre el volumen y velocidad de acceso.
Hossam Ahmed, un palestino desplazado de Khan Younis, resumió el sentimiento: “Mientras todo no esté claramente definido, siempre habrá razones para preocuparse”.
En paralelo, las conversaciones continúan en El Cairo, donde una delegación de Hamas liderada por Khalil al-Hayya debate con otras facciones palestinas y mediadores internacionales cómo mantener en pie el endeble acuerdo.
¿Un conflicto crónico con pausas episódicas?
Analistas empiezan a plantear la idea de que estos acuerdos de “menor intensidad” no buscan eliminar el conflicto, sino contenerlo. Como en Líbano, donde Israel puede atacar sin provocar una guerra, Gaza podría volverse un espacio donde brotes de violencia se toleren mientras se mantenga el control general.
Esta idea es controversial, pero refleja una visión pragmática de los intereses israelíes y estadounidenses en la zona: evitar ataques en su territorio sin comprometerse a reconstruir Gaza ni asumir las consecuencias de un vacío de poder tras la caída de Hamas.
En este contexto, Gaza corre el riesgo de convertirse en un laboratorio de experimentación de ceses parciales, sin que se aborde el fondo del conflicto: la situación política de los palestinos, las condiciones de vida, y el derecho a la autodeterminación.
¿Qué sigue?
- Inspecciones de ayuda humanitaria reanudadas bajo vigilancia israelí
- Tensión constante por nuevas violaciones del acuerdo
- Presión internacional para establecer una nueva autoridad política en Gaza
- Acciones militares de baja intensidad que podrían socavar cualquier avance
El sueño de una Gaza en paz permanente está lejos. Pero la tregua actual puede ser la base imperfecta de futuras soluciones si se alinean los actores adecuados. Lo que está claro es que el conflicto ha dejado de ser bilateral, arrastrando países como Líbano e incluso Yemen a una guerra solapada, sin frentes claros ni ganadores definidos.
Tal vez, como decía un viejo refrán árabe, “la calma entre tormentas puede engañar a los ingenuos, pero nunca al viajero que ya ha visto los vientos cambiar”.