El día que la nube colapsó: Amazon Web Services y la fragilidad del internet moderno
Una mirada al apagón global provocado por AWS, su impacto masivo y los peligros de la dependencia tecnológica centralizada
Cuando la nube se convierte en tormenta
El pasado lunes, millones de personas alrededor del mundo experimentaron la interrupción de servicios digitales esenciales. ¿El culpable? Un fallo técnico en Amazon Web Services (AWS), una de las infraestructuras más críticas de internet. Esta caída expuso una vez más los riesgos de concentrar la columna vertebral de la red en manos de pocos gigantes tecnológicos.
¿Qué es exactamente AWS y por qué es tan importante?
Amazon Web Services es el brazo de computación en la nube del conglomerado Amazon. Fundado oficialmente en 2006, AWS se ha convertido en un proveedor central para organizaciones gubernamentales, universidades, medios de comunicación, apps móviles, videojuegos y negocios transnacionales como Netflix, Disney+, Adobe, Twitch, Sony y hasta partes del sistema bancario estadounidense. Según Statista, AWS mantiene cerca del 32% del mercado global de infraestructura en la nube, seguido por Microsoft Azure y Google Cloud.
Esto significa que un problema en AWS conduce a problemas a lo largo de toda la red: desde pedir café en Starbucks hasta organizar entregas mediante DoorDash, comunicarse por Signal, ver videos en Twitch o jugar Fortnite y Roblox.
¿Qué causó esta interrupción masiva?
Amazon detalló que la falla ocurrió en el servicio DynamoDB dentro de su centro de datos US-EAST-1, ubicado en Virginia, una de sus regiones más críticas. Mike Chapple, profesor de TI en la Universidad de Notre Dame, explicó que "DynamoDB es uno de los "libros contables" del internet moderno: rápido, barato y confiable... pero cuando deja de funcionar, las consecuencias se sienten en todo el mundo".
Este centro sufrió lo que Amazon describe como un problema de DNS (Domain Name System), un sistema que convierte direcciones web comprensibles por humanos (como facebook.com
) en direcciones IP comprensibles por computadoras. En palabras simples: los datos estaban allí, pero el mapa que le decía a las aplicaciones dónde encontrarlos… se perdió.
Cada app con su caída
La caída no fue menor. En DownDetector, cientos de miles de usuarios reportaron fallos en plataformas como:
- Snapchat
- Fortnite
- Roblox
- Signal
- Robinhood
- McDonald's App
- Servidores de juegos en línea
Incluso empresas como Starbucks confirmaron que su app fue ligeramente impactada, aunque las tiendas siguieron operando. DoorDash reportó retrasos debido a que algunos de sus socios sufrieron interrupciones.
No es la primera vez
La historia se repite, y no es nueva. AWS ha tenido interrupciones importantes en los últimos años:
- En diciembre de 2021: una colosal caída dejó sin servicios a empresas como Disney+, Tinder, Ticketmaster y bancos digitales durante más de cinco horas.
- En noviembre de 2020: AWS sufrió la caída más extensa hasta ese momento, afectando incluso a terceros proveedores de computación.
- En 2017: Otra interrupción importante dejó caídos servicios como Slack y Trello.
Y no olvidemos que en 2024, otro evento sin relación directa con AWS —una actualización defectuosa del software CrowdStrike para dispositivos Windows— también causó disrupciones masivas.
La advertencia de los expertos: ¿depender demasiado de la nube?
Varias voces del mundo de la ciberseguridad llevan años advirtiendo sobre los peligros de centralizar gran parte de nuestra vida digital en solo tres o cuatro empresas. Patrick Burgess, del Chartered Institute for IT en el Reino Unido, lo resume así:
“Tanto del mundo depende ahora de estas pocas grandes compañías de computación en la nube, que cualquier problema puede ser extremadamente impactante, transversal a una gran diversidad de servicios.”
Las caídas, aunque normalmente breves, dejan al descubierto una fragilidad estructural que muchos ignoran. Detrás del ícono de una app, no solemos ver a AWS, ni entender que todo depende de una infraestructura que rara vez cuestionamos.
¿Y si fuéramos más resilientes?
Una idea que se ha planteado repetidamente es la diversificación: no depender de una única nube. Sin embargo, ocurre algo curioso: la nube de Amazon es tan eficiente y económica que renunciar a ella para construir infraestructuras redundantes no siempre es económicamente atractivo. Como mencionó el director técnico de una startup de Silicon Valley en MIT Technology Review, "es como pedirle a un restaurante que cocine su propio gas en lugar de usar la red pública".
Y algunas plataformas ya lo han probado: Netflix, por ejemplo, ha invertido en una red de entrega de contenido propia, lo que la hace menos susceptible a este tipo de fallas. Pero la mayoría de las apps y startups no tienen ni el capital ni la visión de anticiparse a esto.
La metáfora de la amnesia digital
Mike Chapple describió de forma brillante lo ocurrido: "Amazon tuvo los datos bien almacenados, pero nadie más podía encontrarlos por varias horas. Fue como si grandes porciones del internet sufrieran una amnesia temporal". Este tipo de eventos desenmascaran nuestra dependencia de una red interconectada pero sorprendentemente opaca.
¿Qué aprendimos?
El apagón de AWS es una llamada urgente para:
- Gobiernos: Reforzar normas para obligar a la redundancia y transparencia en servicios esenciales.
- Empresas: Evaluar sus propios riesgos de dependencia con infraestructura en la nube.
- Usuarios: Comprender cómo operan los servicios digitales y exigir más resiliencia.
Lo que ocurrió en AWS no fue un ataque, ni un robo, ni un gran desastre. Fue un simple error de configuración en una pieza invisible del engranaje digital. Pero el efecto dominó fue global. Si algo así volvió a pasar —y pasará— ¿estaríamos mejor preparados?
El internet como servicio público
En palabras de Patrick Burgess, “el mundo ya corre sobre la nube” y, por tanto, deberíamos tratarla como un servicio esencial, como la electricidad o el agua potable. Esto implica regulaciones, inspecciones, auditorías e incluso modelos híbridos con más actores regionales.
Nadie debería tener el poder de apagar el internet, ni siquiera por accidente.