Kamehameha Schools y la batalla por el alma de Hawái: ¿racismo inverso o justicia histórica?

Una demanda federal revive el debate sobre la preferencia educativa para nativos hawaianos, en medio de tensiones raciales y reclamos de justicia histórica

La tormenta legal que sacude a Hawái

En un nuevo capítulo de la controversia nacional sobre la acción afirmativa y las políticas de inclusión racial, Kamehameha Schools —una de las instituciones privadas más prestigiosas y acaudaladas de Hawái— enfrenta una demanda federal por su política de admisión preferencial a nativos hawaianos. La demanda, iniciada por Students for Fair Admissions (SFFA), una organización conocida por su oposición a las iniciativas afirmativas, cuestiona la legalidad y equidad de darle prioridad a un grupo étnico específico.

Este caso revive tensiones históricas profundas y plantea interrogantes fundamentales sobre hasta dónde pueden o deben llegar las instituciones educativas para preservar y empoderar culturas originarias dentro de un país colonizador moderno como Estados Unidos.

¿Quiénes son los Kamehameha Schools?

Fundados conforme al testamento de Bernice Pauahi Bishop, la última descendiente directa de King Kamehameha I —el unificador de las islas hawaianas—, los Kamehameha Schools tienen un origen y propósito muy específico: educar y empoderar a los nativos hawaianos. Desde su creación en el siglo XIX, su misión ha sido ofrecer oportunidades a quienes históricamente han sido marginados desde la anexión ilegal del Reino de Hawái por Estados Unidos en 1898.

Con un fondo patrimonial de más de $15 mil millones, las escuelas ofrecen educación de alta calidad y asequible para estudiantes con ascendencia hawaiana. El número de solicitantes duplica —y en algunos casos multiplica por 17— la cantidad de cupos disponibles, según el propio sitio web de la institución.

¿Qué dice la demanda?

La organización SFFA no incluye demandantes individuales con nombre, sino que se presenta como representante de familias que supuestamente desean aplicar a Kamehameha pero no pueden debido a su política de preferencia racial. Argumentan que aceptar estudiantes solo por tener sangre hawaiana es una forma de discriminación racial ilegal bajo la legislación federal, lo cual apuntala con la reciente decisión de la Corte Suprema contra la acción afirmativa en universidades como Harvard y UNC en junio de 2023.

Desde el sitio web de la organización se pueden leer afirmaciones como:“¿Está su hijo excluido de Kamehameha Schools solo por herencia?”.

¿Racismo inverso o reparación histórica?

El problema se inscribe en un debate más amplio sobre el derecho de los pueblos indígenas a determinar el curso de su desarrollo cultural. Para líderes hawaianos y una notable parte de la comunidad local, el acceso preferencial no es un privilegio, sino una reparación por siglos de despojo, colonialismo y agresiones culturales.

El senador estatal Jarrett Keohokalole, descendiente directo de hawaianos y otras etnias, lo expuso con claridad: “Esta demanda surge de forasteros que no entienden lo que significa ser hawaiano. Nada de esto tiene que ver con excluir a otros, sino con proteger lo propio”.

Además, muchos miembros de la comunidad consideran que la política de Kamehameha ayuda a equilibrar desigualdades históricas que aún perduran. Según el U.S. Census Bureau, los nativos hawaianos tienen tasas más altas de pobreza y menor acceso a educación universitaria que otros grupos étnicos en EE. UU.

Precedentes judiciales desfavorables y giros inesperados

No es la primera vez que se cuestiona esta política. En 2005, el Noveno Circuito de la Corte de Apelaciones falló en contra de las escuelas, alegando que violaba la Ley de Derechos Civiles. Sin embargo, un año después revirtió la decisión, aceptando que la política podía tener justificación legal dado el contexto y propósito específico de la institución. Finalmente, una familia aceptó un acuerdo fuera de los tribunales por $7 millones para resolver el caso.

Con esta nueva querella, se avecina otra etapa en la batalla legal que podría escalar nuevamente hasta la Corte Suprema.

Kamehameha en el contexto post-acción afirmativa

La demanda llega en medio de un clima hostil hacia políticas de diversidad e inclusión racial, impulsado principalmente por sectores conservadores que consideran tales medidas anacrónicas e injustas. Desde la administración Trump, pasando por decisiones del más alto tribunal y campañas mediáticas de figuras afines, la noción de "color-blind society" ha ganado terreno.

Pero ignorar la raza en políticas públicas no elimina las diferencias estructurales que aún padece la población nativa hawaiana. Según datos del Departamento de Salud de Hawái, los nativos tienen:

  • Una expectativa de vida promedio 6 años inferior a la de otras comunidades isleñas;
  • Mayores tasas de enfermedades crónicas como diabetes y obesidad;
  • Desempeños académicos por debajo del promedio estatal.

En vista de estas desigualdades, muchos defensores del modelo de admisión de Kamehameha sostienen que la preferencia nunca ha sido una ventaja competitiva ilegítima, sino una necesidad cultural vital.

¿Qué implica “ser hawaiano”?

Un tema central en este debate es la definición misma de “hawaiano”. ¿Hasta qué punto debe una escuela exigir linaje nativo para acceder? En Hawái, es común que la ascendencia nativa se mezcle con otras etnias, lo que lleva a situaciones en las que personas multirraciales también se consideran hawaianas cultural y socialmente, aunque su proporción de sangre indígena sea menor al 50%.

Los críticos de la demanda dicen que SFFA cae en un reduccionismo biológico que ignora cómo se construye la identidad en una sociedad de gran diversidad genética y cultural.

Como ejemplo, el propio senador Keohokalole compartió que él fue rechazado por Kamehameha a pesar de tener raíces hawaianas, lo cual le llevó a estudiar en otra escuela. Aun así, defiende el sistema: “Este no es un problema de exclusión racial, sino de inclusión cultural”.

Una visión desequilibrada desde el continente

Desde el continente estadounidense, muchos miran este tipo de medidas con una óptica universalista donde toda forma de diferenciación étnica es vista como discriminación. Sin embargo, en contextos coloniales como el de Hawái (donde incluso se duda de si debió ser un estado de EE. UU.), ignorar la historia es crear injusticia por omisión.

Cuando grupos externos acusan de racismo a una comunidad que históricamente ha sido desposeída de su tierra, lengua y soberanía, corren el riesgo de silenciar voces que aún luchan por su existencia.

Preservar una cultura no significa eliminar a otra”, argumentan docentes y padres de familia de Kamehameha. “Significa dar prioridad a quienes han sido relegados por generaciones en su propia tierra”.

¿Qué está en juego?

Para los detractores legales, lo que está en juego es una misma aplicación de principios constitucionales sin distinción de etnia ni historia. Para los defensores del modelo Kamehameha, sin embargo, lo que está en juego es la supervivencia cultural de un pueblo indígena. No se trata solo de educación académica, sino de formar líderes que entiendan la cosmovisión, valores y espiritualidad propia del pueblo hawaiano.

¿Puede una nación como Estados Unidos respaldar formas limitadas pero necesarias de diferenciación cultural sin contradecir sus principios legales? Hawái, como siempre, se encuentra en el centro del huracán legal, cultural e identitario.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press