La Seguridad Nuclear y el Teatro Político: El Riesgo Real del Cierre del Gobierno de EE.UU.
Mientras Trump remodela la Casa Blanca, 1,400 trabajadores clave del arsenal nuclear son enviados a casa sin sueldo. ¿Qué está en juego realmente?
Un país con armas nucleares, sin guardianes activos
En medio del cierre parcial del gobierno de EE.UU. iniciado el 1 de octubre, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA) ha comenzado el despido temporal de 1,400 empleados federales. Según confirmó el secretario de Energía, Chris Wright, durante una visita al sitio de seguridad nacional de Nevada, aunque el arsenal nuclear no está en peligro inmediato, la situación expone una fragilidad preocupante: el mantenimiento de armas nucleares y materiales radiactivos depende de una estabilidad administrativa que hoy no está garantizada.
La NNSA forma parte del Departamento de Energía de EE.UU. y tiene el mandato no solo de gestionar el arsenal del país, sino también de prevenir el tráfico de materiales nucleares reutilizables en el mundo. Su impacto geoestratégico va mucho más allá de las fronteras estadounidenses. Sin embargo, su personal está siendo desvinculado sin garantía de pago y sin fecha clara de reincorporación.
"Estamos trabajando duro para proteger los empleos y mantener nuestro arsenal seguro", dijo Wright a periodistas, sin ocultar la gravedad de la medida.
¿Qué funciones se ven afectadas?
Los empleados despedidos temporalmente no están involucrados directamente en tareas de emergencia o relacionadas con la seguridad inmediata. Sin embargo, muchos de ellos ocupan puestos estratégicos que requieren credenciales de muy alto nivel, como en la planta nuclear Pantex cerca de Amarillo, Texas, donde se realiza el desmantelamiento y reequipamiento de ojivas nucleares.
El atraso en pruebas de seguridad y el aplazamiento de proyectos como los reactores modulares pequeños (Small Modular Reactors o SMRs), que han sido una prioridad de la administración Trump como una alternativa rápida a las plantas nucleares tradicionales, representan un claro retraso en la modernización energética.
Preocupaciones bipartidistas
Voces tanto del Partido Republicano como del Demócrata han elevado su preocupación por la situación. El senador demócrata Ed Markey calificó de "peligroso y absolutamente inaceptable" que se suspendan programas de seguridad nuclear. Por su parte, el presidente del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Rogers, enfatizó: "Estos no son empleados que uno quiera mandar a casa. Administran un recurso estratégico esencial".
Y no están solos. La comunidad internacional sigue de cerca a EE.UU. cuando se trata del manejo de su arsenal nuclear, especialmente desde que surgieron amenazas nucleares en conflictos globales como los de Corea del Norte, Rusia o Irán.
¿Un cierre que podría evitarse?
El verdadero origen del problema no radica en la falta de fondos sino en disputas políticas. El cierre ha sido resultado directo de una batalla partidista sobre subsidios de salud próximos a expirar. Los demócratas exigen negociar, los republicanos se niegan hasta que se reabra el gobierno.
Se trata, nuevamente, de un juego de alto riesgo con consecuencias muy reales. En este tablero están los empleos de miles de funcionarios, la operatividad de entidades esenciales como la NNSA y el prestigio mundial de una potencia con capacidad para extinguir civilizaciones con su arsenal nuclear.
La versión más surrealista del shutdown: un salón de fiestas
Mientras miles de trabajadores claves son suspendidos sin sueldo, la Casa Blanca bajo la administración Trump avanza con un polémico proyecto: la construcción de un salón de baile de 90,000 pies cuadrados. ¿Su ubicación? Nada menos que una sección del Ala Este, tradicionalmente reservada para las operaciones de la primera dama.
Con excavadoras destruyendo la fachada, árboles talados y los medios presenciando el espectáculo desde el parque contiguo, la construcción ha levantado duras críticas. Según Trump, el Salón Este, el mayor espacio actual dentro de la Casa Blanca, es insuficiente para alojar a 200 personas. Él quiere un salón con capacidad para 999 personas.
Y aunque la demolición no requiere autorización previa, la Comisión Nacional de Planificación del Capitolio —encargada de aprobar nuevos proyectos— está cerrada... por el mismo shutdown. Ironías del poder.
Dos caras de una misma moneda: prioridades desde el poder
Mientras se paralizan proyectos nucleares, se retrasa la investigación en energía limpia y se suspende el salario de empleados altamente cualificados, se destinan fondos y maquinaria a un proyecto arquitectónico cuyo valor práctico ha sido puesto en duda incluso por arquitectos y exfuncionarios de la Casa Blanca.
Esta desconexión entre urgencia y prioridad no es nueva en la política estadounidense. Lo que resulta grave es el momento en que se ejecuta: un país encerrado en disputas partidistas sin soluciones visibles a corto plazo.
Brechas de seguridad en el peor momento
El despido temporal de empleados clave viene precedido por un evento más preocupante aún. A principios de año, la administración Trump llevó a cabo una purga masiva de empleados federales, liderada por Elon Musk en su rol entonces de asesor. Varios trabajadores de NNSA fueron despedidos en esa barrida, solo para ser readmitidos ante la reacción negativa de medios y funcionarios.
No hablamos de oficinistas. Hablamos de expertos en remanipulación de ojivas nucleares, programadores de seguridad para instalaciones nucleares y técnicos en materiales radioactivos: profesionales cuya reposición no es sencilla ni inmediata.
Durante esa misma etapa, una de las oficinas más afectadas fue Pantex. La prensa especializada y portales de defensa como Defense News calificaron este episodio como "una amenaza directa a la seguridad estratégica del país" al dejar sin personal entrenado áreas tan sensibles.
El legado en riesgo: más allá de una administración
Los efectos de este cierre y las decisiones derivadas no se borrarán con la reapertura del gobierno. Una auditoría de 2022 del Government Accountability Office (GAO) ya advertía que el sistema nuclear estadounidense enfrenta desafíos por infraestructura envejecida, demoras en modernización y falta de retención de expertos.
Interrumpir operaciones una y otra vez solo retrasa más un cronograma crítico. Se estima que solo el desmantelamiento completo de ojivas activas podría demorar al menos hasta 2035, según análisis del Nuclear Threat Initiative.
Una llamada a la sensatez
Más allá del espectáculo político y mediático, hay una línea clara que cruza toda esta problemática: la prioridad de la seguridad nacional. Ningún salón de baile justifica dejar sin respaldo operativo al aparato nuclear más complejo y poderoso del mundo.
Como dijo con claridad Chris Wright: "Estos son trabajos de gran gravedad". Lo que queda ahora es saber si el Congreso y el Ejecutivo entenderán el peso de esas palabras a tiempo o seguirán bailando —aunque sea literalmente— sobre los cimientos de su propia Casa Blanca.