Minerales, poder y geopolítica: El megapacto EE.UU.-Australia contra el dominio chino en tierras raras

Un acuerdo multimillonario cambia el tablero global y enfrenta a Occidente con la supremacía china en minerales críticos

El juego por el futuro tecnológico y militar del mundo se está decidiendo debajo de nuestros pies… literalmente. Esta semana, Estados Unidos y Australia firmaron un acuerdo estratégico de $8.500 millones para asegurar el suministro de minerales críticos y tierras raras —materiales esenciales para fabricar desde teléfonos inteligentes hasta aviones de combate— ante el creciente control que China ejerce sobre este mercado.

Minerales críticos: El corazón oculto de la economía moderna

Las tierras raras no son tan raras como su nombre sugiere, pero sí lo es su capacidad para ser extraídas y procesadas. Estos 17 elementos químicos (como el neodimio, disprosio o lantano) son clave para la producción de chips, paneles solares, coches eléctricos, turbinas eólicas y armamento sofisticado.

China controla actualmente el 70% de la minería global de tierras raras y el 90% de su refinación, según datos del U.S. Geological Survey. Esto le otorga una palanca de poder económico sin precedentes, que ha empezado a ejercer con mayor intensidad. De hecho, a principios de este mes, Pekín anunció nuevas restricciones en la exportación de imanes con tierras raras, incluso si contienen trazas mínimas de estos materiales o fueron fabricados con tecnología china.

Un acuerdo para contrarrestar el chantaje geológico

Ante este panorama, el presidente Donald Trump y el primer ministro australiano Anthony Albanese anunciaron en la Casa Blanca un acuerdo que busca exactamente lo contrario: reducir la dependencia occidental del suministro chino de minerales estratégicos.

Trump proclamó: “En un año tendremos tantos minerales críticos y tierras raras que no sabrán qué hacer con ellos”. Aunque probablemente sea una exageración, lo cierto es que este acuerdo representa una jugada geopolítica de alto calibre.

Australia, que posee uno de los suelos más ricos en minerales del planeta, se está consolidando como aliado preferencial de Washington. Ya es hogar de la segunda mina de tierras raras más grande del mundo (Mount Weld). Además, el país oceánico alberga decenas de otros minerales codiciados por EE.UU., como litio, cobalto y níquel.

¿Por qué es tan importante esto para EE.UU.?

Además de reducir la dependencia geopolítica de China, la transición energética global —especialmente en sectores como los autos eléctricos y energías renovables— requiere cantidades masivas de estos minerales. También lo hace el complejo militar-industrial.

  • Un F-35, caza furtivo de quinta generación, consume cerca de 417 kilogramos de tierras raras, según el Pentagon’s Office of Industrial Base Policy.
  • Una batería de vehículo eléctrico típica requiere hasta 9 kilogramos de litio, además de cobalto, manganeso y grafito.
  • Una turbina eólica de tamaño industrial puede usar más de 600 kg de neodimio.

Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, lo dijo sin rodeos: “Australia va a ser fundamental para que la economía global sea menos arriesgada frente a la extorsión de tierras raras desde China”.

El talón de Aquiles chino: una oportunidad para Occidente

China no solo domina el mercado. También ha demostrado que está dispuesta a usar su supremacía como arma económica. Durante conflictos anteriores, como el enfrentamiento marítimo con Japón en 2010, China bloqueó por completo las exportaciones de tierras raras como medida de presión. Desde entonces, EE.UU. y sus aliados comenzaron a buscar alternativas.

No obstante, según expertos como Pini Althaus, ex CEO de USA Rare Earth, esta pugna llevará décadas: “China nos lleva 40 años de ventaja. Necesitaremos por lo menos dos décadas para acercarnos a su control en la cadena de suministro”.

Además, advierte que sin mecanismos de protección —como cláusulas de precios mínimos—, el esfuerzo podría desmoronarse. China ha utilizado en el pasado una estrategia destructiva: inundar el mercado con bajos precios para destruir la competencia extranjera y luego subirlos nuevamente.

La guerra del litio y los minerales del futuro

El acuerdo también forma parte de un engranaje más amplio: la guerra internacional por los recursos del futuro. Mientras EE.UU. se posiciona con Australia, Europa refuerza alianzas con países africanos como la República Democrática del Congo, y China expande su influencia en América Latina con multimillonarias inversiones en Bolivia, Chile y Argentina por el conocido “triángulo del litio”.

El tratado, que incluye una inyección de capital conjunta de más de $3.000 millones durante los próximos 6 meses, marca un ritmo acelerado y ambicioso por parte de los países anglosajones. Gracelin Baskaran, del Center for Strategic and International Studies, señaló que: “Estamos viendo una velocidad inédita en las inversiones conjuntas en materia de minerales críticos”.

¿Qué hay de AUKUS y la seguridad?

La discusión entre Trump y Albanese también abordó AUKUS, el tratado trilateral de seguridad entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos. Aunque firmado bajo la administración Biden, Trump reconoció que “se está moviendo muy rápido y muy bien”. Albanese remarcó su valor estratégico diciendo que “AUKUS es fundamental para la defensa y seguridad australiana”.

Este pacto —que incluye el desarrollo de submarinos nucleares y cooperación tecnológica avanzada— refuerza la alianza entre los países frente al avance chino en el Indo-Pacífico. Y usando el mismo canal, el acuerdo mineral forma parte indirecta del fortalecimiento geoeconómico de esta coalición.

¿Qué posibilidades tiene EE.UU. de independizarse de China?

Pese al entusiasmo de Trump, expertos mantienen una dosis de realismo respecto a la independencia total del suministro chino:

  • Hoy, el 90% del procesamiento de tierras raras se hace en China. Incluso minas fuera del gigante asiático suelen enviar allí sus minerales para refinación.
  • Desarrollar nuevas minas puede demorar hasta 15 años por factores técnicos, de financiamiento, ambientales y sociales.
  • Gran parte de las tierras raras se encuentra junto a materiales radioactivos como el torio y el uranio, lo que complica su procesamiento.

Por todo ello, Pini Althaus insiste en que EE.UU. debe diversificar aún más su estrategia: invertir no solo en Australia, sino también en regiones como Asia Central —Kazajistán y Uzbekistán—, donde aún hay proyectos sin explotar y la infraestructura soviética puede acelerar su desarrollo.

El impacto en América Latina y otros aliados

El ejemplo australiano puede emularse en regiones ricas en minerales. América Latina, con reservas masivas de litio y cobre, está cortejada por China y Occidente por igual. Bolivia, por ejemplo, firmó recientemente acuerdos con firmas chinas y alemanas para explotar litio en el Salar de Uyuni.

¿Podría EE.UU. replicar el modelo australiano con otras democracias como Chile o Argentina? ¿Qué peso tendrá el factor ideológico y de estabilidad política en esas alianzas? Estas son preguntas claves para el reordenamiento de las cadenas de suministros estratégicas.

Minerales, política e incertidumbre electoral

El pacto se da además en año electoral en EE.UU., un detalle nada menor. Trump refuerza su discurso nacionalista y crítico con China justo antes de una potencial nueva cumbre con Xi Jinping. No es coincidencia.

Por su parte, Anthony Albanese aprovecha para vender ante su electorado una Australia fuerte, influyente y aliada del principal poder occidental. Ambos líderes capitalizan el acuerdo tanto en lo diplomático como en lo doméstico.

Una nueva Guerra Fría… subterránea

Más allá de los titulares, este acuerdo revela una tendencia irreversible: el paso de las guerras del petróleo a las guerras de minerales. Y no necesariamente bélicas, sino geopolíticas, económicas y tecnológicas.

En este nuevo tablero, donde la digitalización, la automatización y la sostenibilidad energética requieren minerales críticos, la batalla será quién los extrae, quién los refina y quién controla las cadenas de suministro.

Entre el arsenal geológico de Australia, el avance diplomático de EE.UU. y la presión estratégica de China, el mundo encara una transición donde lo que ocurre bajo tierra determina el futuro sobre ella.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press