Rodrigo Paz y el giro histórico de Bolivia: ¿el fin del ciclo socialista?
Un desconocido con apellido reconocido conquista la presidencia y promete una transición económica gradual, ¿podrá rescatar al país de su peor crisis en 40 años?
Una victoria inesperada con aroma a cambio
El 6 de octubre de 2024, Bolivia presenció lo impensable: Rodrigo Paz, un senador con perfil bajo y exalcalde con reputación mixta, venció al exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga en la segunda vuelta presidencial. Con esta victoria, el país sudamericano rompe con dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido fundado por Evo Morales, y apuesta por un rumbo más centrista y conservador.
Este sorpresivo triunfo simboliza el hartazgo de un pueblo golpeado por una profunda crisis económica, marcada por la escasez de combustibles, inflación persistente y una alarmante falta de divisas extranjeras, especialmente dólares. Para muchos electores, Paz representa una esperanza moderada frente a la radicalidad de la derecha tradicional que proponía un ajuste inmediato bajo el paraguas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
¿Quién es Rodrigo Paz?
Nacido en Santiago de Compostela, España, en 1966 e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), Rodrigo Paz creció entre el exilio y los pasillos del poder. Su padre fue fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y vivió una historia marcada por la persecución política y los pactos inesperados: incluso acabó aliándose con el dictador Hugo Bánzer, quien lo había encarcelado años antes.
El hijo, por su parte, comenzó su carrera política en el mismo MIR, pero terminó evolucionando hacia posiciones más conservadoras y empresariales. Fue diputado, luego alcalde de Tarija entre 2015 y 2020, y en 2020 fue elegido senador. Aunque introdujo importantes reformas urbanas en Tarija, su gestión fue cuestionada por recortes presupuestarios y despidos que provocaron el rechazo de los sindicatos. Paradójicamente, en esta elección, su propia región le dio la espalda, mientras triunfaba a nivel nacional en seis de los nueve departamentos.
Una campaña al estilo «underdog»
Cuando comenzó la carrera presidencial, Rodrigo Paz era un candidato marginal. No fue invitado a los primeros debates, y se ubicaba en los últimos lugares de las encuestas. Sin embargo, su elección de Edman “Capitán” Lara como compañero de fórmula cambió radicalmente su suerte.
Capitán Lara, un expolicía conocido por denunciar corrupción institucional a través de videos virales en TikTok, conectó de inmediato con los sectores populares e indígenas históricamente afines al MAS. Esta alianza insólita catapultó a Paz a las masas. La dupla recorrió el país organizando eventos austeros con churrascos, chelas y discursos antielitistas. Su lema «capitalismo para todos» sedujo tanto a obreros como a pequeños empresarios desencantados con los subsidios ineficientes de la economía estatista.
El colapso del modelo económico del MAS
Durante los gobiernos del MAS, Bolivia vivió una época dorada impulsada por el boom de las materias primas, especialmente los hidrocarburos. Pero la caída de los precios, junto con una política económica basada en subsidios masivos, tipo de cambio fijo y endeudamiento externo, dejó al país en una compleja situación estructural.
A finales de 2023, el país enfrentaba la peor escasez de combustible en décadas, largas colas en gasolineras, restricciones para importar productos básicos y una inflación reprimida mediante controles de precios. Las reservas internacionales netas del Banco Central de Bolivia cayeron a menos de 1.000 millones de dólares, según cifras del propio ente emisor.
En este contexto, el discurso de Paz —aunque planteaba recortes y eliminación paulatina de subsidios— fue más digerible que el shock económico propuesto por Quiroga.
Un nuevo cuadro en la diplomacia con Estados Unidos
Uno de los giros más estratégicos de Rodrigo Paz hacia el centro fue su acercamiento hacia Washington. Luego de la primera vuelta, viajó a la capital estadounidense para reunirse con institutos de análisis político y dejar clara su intención de restablecer relaciones con Estados Unidos, rotas durante la gestión de Evo Morales.
El distanciamiento comenzó en 2008, cuando Morales expulsó a la DEA y al embajador estadounidense, alegando injerencia. Desde entonces, Bolivia se alineó con Venezuela, Rusia, China e Irán. Paz propone una reconfiguración estratégica: mayor apertura comercial y colaboración en temas de seguridad regional, combate al narcotráfico y migración.
“La victoria de Paz marca una oportunidad transformadora para ambas naciones”, afirmó Marco Rubio, actual secretario de Estado de EE.UU.
¿Qué tipo de capitalismo propone Paz?
Rodrigo Paz no es un liberal dogmático. Su propuesta de “capitalismo para todos” implica una economía mixta con apertura al mercado, pero también programas sociales moderados: bonos focalizados, apoyo a emprendedores y microcréditos estatales para pequeños productores. No habrá privatizaciones masivas pero sí externalización de servicios públicos ineficientes.
Entre sus medidas más controvertidas, se anuncian:
- Eliminación escalonada de los subsidios al combustible, comenzando por los grandes consumidores.
- Devaluación blanca del tipo de cambio para reflejar el valor real del boliviano.
- Reforma laboral negociada con empresarios y sindicatos.
- Liberalización progresiva de las exportaciones hidrocarburíferas.
- Inversión en educación técnica e infraestructura digital.
Su objetivo es evitar una implosión social que podría derivarse de ajustes abruptos. Según sus asesores, el modelo chileno de gradualismo reformista es su principal inspiración.
¿Un outsider o el heredero del viejo poder?
Muchos expertos señalan que, aunque Rodrigo Paz se promovió como un outsider, es un nombre conocido dentro de las élites tradicionales. Con un padre expresidente, formación europea y vínculos empresariales, no representa precisamente una ruptura radical.
Sin embargo, su campaña anti-establishment se apoyó en el hartazgo de una población frustrada con la polarización entre un MAS desgastado y los viejos líderes de derecha que no renovaban propuestas. Su ascenso meteórico y su retórica renovadora recuerdan, en cierta forma, a las campañas del progresismo latinoamericano de los 2000, pero en versión empresarial tecnócrata.
Lo que se viene
Rodrigo Paz asumirá el poder el 8 de noviembre con un Congreso fragmentado, una deuda creciente y expectativas sociales elevadas. Su principal desafío será garantizar un aterrizaje suave para las reformas económicas y mantener la estabilidad política en un país históricamente propenso a la convulsión.
El nuevo presidente no solo enfrentará la presión interna, sino también la de potencias extranjeras atentas a la orientación geopolítica de Bolivia. Los próximos meses determinarán si Paz será recordado como el arquitecto de una nueva Bolivia o como otra promesa más que se perdonó en el pragmatismo del poder.
¿Será Paz el líder que Bolivia necesita para superar su prolongado estancamiento económico? ¿O será otro capítulo en el largo historial de promesas incumplidas? La moneda está en el aire.