Sanae Takaichi: ¿el comienzo de un nuevo Japón o un salto al pasado?
La primera mujer en encabezar el gobierno japonés llega respaldada por fuerzas ultraconservadoras, coaliciones frágiles y polémicas que ponen a prueba la estabilidad política del país.
Sanae Takaichi está a punto de hacer historia al convertirse en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Japón. Pero su ascenso al poder dista mucho de ser una victoria para el feminismo o la renovación democrática. En lugar de eso, el inicio de su mandato podría marcar un giro aún más conservador en la política japonesa, con una coalición inestable, tensiones geopolíticas crecientes y una ciudadanía exigente debido a una economía que no despega.
Una elección histórica... ¿y polarizante?
Con 64 años, Takaichi será la primera mujer en liderar el país, un hecho singular en una nación donde solo el 10.3% de los escaños parlamentarios están ocupados por mujeres —uno de los porcentajes más bajos entre economías desarrolladas, según datos del Foro Económico Mundial.
Sin embargo, su llegada al poder no está acompañada de una agenda de igualdad de género. Takaichi se ha opuesto sistemáticamente a políticas que promuevan la equidad, incluyendo el matrimonio entre personas del mismo sexo, el uso de apellidos distintos para parejas casadas y medidas para incrementar la representación femenina en política.
Una coalición frágil y con aroma a ultraderecha
Tras la renuncia de Shigeru Ishiba y una elección catastrófica para el Liberal Democratic Party (LDP) en julio, el control del poder pendía de un hilo. El rompimiento con su socio histórico, el partido centrista y budista Komeito, dejó al LDP a la deriva.
Pero un sorpresivo acuerdo de último minuto con el ultraconservador Japan Innovation Party (Ishin no Kai) aseguró la victoria de Takaichi en el Parlamento, pese a no tener mayoría absoluta. Esta nueva alianza no estará libre de tensiones: el JIP se ha negado a formar parte del gabinete hasta tener más confianza en la viabilidad de la colaboración.
El líder del JIP y gobernador de Osaka, Hirofumi Yoshimura, ha dicho que la estabilidad política es clave: “Sin estabilidad, no podemos implementar medidas para una economía fuerte ni una diplomacia eficaz”. Pero lograr estabilidad con una alianza tan volátil es, en sí misma, una contradicción.
Herencia Abe: una figura bajo la sombra del nacionalismo
Takaichi ha sido identificada como protegida política del fallecido Shinzo Abe, ex primer ministro asesinado en 2022. Abe dejó impregnada la política japonesa con un enfoque nacionalista y autoritario, así como una obsesión por reevaluar el pasado militar de Japón y modificar la Constitución pacifista impuesta tras la Segunda Guerra Mundial.
La nueva primera ministra ha prometido seguir los pasos de su mentor, desde reforzar el ejército japonés hasta impulsar una reforma constitucional. Esto ha alarmado a países vecinos como China y Corea del Sur, que ven con recelo su nacionalismo y sus visitas pasadas al controvertido Santuario Yasukuni, donde se honra a criminales de guerra.
Recientemente, quizás queriendo bajar el tono antes de asumir el poder, envió solo una ofrenda en vez de visitar el sitio, lo cual marca un aparente pero pequeño intento de atenuar su postura.
El rol de Estados Unidos y el posible reordenamiento asiático
Takaichi asume el liderazgo justo cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara para una gira por Asia, donde planea reunirse con líderes de Malasia, Corea del Sur y Japón, además de sostener un esperado —y delicado— cara a cara con su homólogo chino, Xi Jinping.
El contexto no podía ser más riesgoso: nuevos controles chinos sobre minerales estratégicos, amenazas de más aranceles, y un clima de incertidumbre comercial entre ambos gigantes económicos. Japón, siempre un mediador pragmático entre EE. UU. y China, tendrá un papel central en lo que se avizora como un complejo ajedrez geopolítico.
Washington y Tokio ya firmaron un acuerdo comercial que contempla una inversión japonesa en EE. UU. por más de 550 mil millones de dólares. Según Michael Green, exmiembro del Consejo de Seguridad Nacional de George W. Bush, Takaichi “tiene el potencial de desempeñar un rol similar al que tuvo Abe en forjar confianza entre EE. UU. y Asia”.
Una economía que exige urgencia y una sociedad que ya no espera
Japón sufre una creciente frustración pública por la inflación, los salarios estancados y la cada vez más difusa promesa de crecimiento. De acuerdo con el Banco de Japón, la inflación anual subyacente superó el 3% por primera vez en casi 30 años, presionando a hogares y pequeñas empresas.
Takaichi tiene como fecha límite diciembre para presentar un plan económico concreto. Y el desafío no es menor: el índice de aprobación del LDP se encuentra en su punto más bajo desde 2009, y cualquier resbalón podría evaporar lo poco de capital político con el que cuenta.
Estas prioridades no impiden que ciertos sectores, como mujeres, trabajadores e incluso conservadores moderados, vean su ascenso con escepticismo, cuando no con abierto rechazo.
Políticas de exclusión y silencio ante la diversidad
A pesar de su condición de pionera femenina, Takaichi tampoco representa a las mujeres progresistas de Japón. Sus posturas han generado críticas por parte de asociaciones civiles, movimientos de diversidad e incluso de diplomáticos occidentales.
Human Rights Watch ha destacado que Japón sigue sin reconocer el matrimonio igualitario y que la legislación sobre violencia doméstica, acoso sexual y derechos reproductivos está rezagada respecto a estándares internacionales. Takaichi no ha mostrado intenciones de cambiar esto.
En 2020, durante un debate, dijo que permitir nombres diferentes para las parejas casadas “destruiría la unidad familiar”. Este tipo de comentarios la alejan aún más de jóvenes votantes y sectores urbanos.
Un mandato en la cuerda floja
En resumen, Takaichi llega al poder con múltiples récords: la primera mujer en gobernar Japón y la primera en hacerlo empujada por una alianza débil, con retórica ultranacionalista y una falta notable de apoyo popular amplio.
El gran interrogante es si podrá gobernar de manera efectiva o si su ascenso marcará el inicio de una breve aventura política. Como recuerdan los analistas de The Japan Times: “Japón ha sobrevivido a muchos primeros ministros inestables. Pero una política exterior errática y una economía resentida podrían hacer esta vez la diferencia”.
Por ahora, Japón vuelve a navegar aguas turbulentas, esta vez comandado por una capitana sin experiencia de gobierno, pero con una brújula ideológica muy clara… y muy conservadora.