Trump, votaciones y tropas: ¿hacia dónde se dirige la democracia estadounidense?
De honores deportivos en la Casa Blanca a decisiones judiciales sobre tropas y fraude electoral, el expresidente Trump sigue marcando la agenda política de EE.UU.
Una ceremonia deportiva que se vuelve política
En octubre de 2025, el expresidente Donald Trump ofreció una recepción en la Casa Blanca para conmemorar los campeonatos nacionales de béisbol universitario ganados por Louisiana State University (LSU) y su campus de Shreveport. Los Tigers de LSU se impusieron en la Serie Mundial Universitaria arrasando con Coastal Carolina, mientras que los Pilots de LSU-Shreveport completaron una temporada perfecta con 59 victorias y ninguna derrota. Trump bromeó durante la ceremonia: “Deberíamos incluir entrenadores como Jay Johnson y Brad Neffendorf en el gobierno. Claramente saben liderar.”
Pero más allá del evento deportivo, el ambiente político envolvió la celebración. El evento, que parecía festivo y ajeno al debate de la política dura, se dio en medio de decisiones judiciales clave que afectan directamente el alcance de la autoridad presidencial de Trump, incluso después de su segundo mandato.
El controvertido intento de desplegar tropas en Portland
Quizás uno de los casos legales más polémicos recientes involucra el intento de Trump por federalizar y desplegar a la Guardia Nacional de Oregón en Portland. A pesar de que una decisión del tribunal de apelaciones le permitió asumir el mando de las tropas, aún no tiene permiso para desplegarlas activamente. Esta lucha legal gira en torno a una cuestión fundamental: ¿hasta qué punto un presidente puede tomar decisiones unilaterales sobre fuerzas militares dentro del país?
La jueza federal Karin Immergut ya había emitido dos órdenes que impedían al expresidente tanto llamar como desplegar esas tropas, y lo acusó de intentar eludir sus restricciones usando unidades de la Guardia Nacional de California.
El Departamento de Justicia argumentó que no corresponde a los tribunales cuestionar la necesidad del presidente de recurrir a dichas fuerzas, especialmente si considera que no puede hacer cumplir las leyes sin esa medida. Sin embargo, la jueza Immergut discrepó rotundamente, afirmando que las palabras de Trump sobre un escenario bélico en Portland estaban “simplemente desligadas de los hechos”.
Caso emblemático de fraude electoral en Minnesota
En otra línea completamente distinta pero igual de significativa sobre la salud democrática del país, un tribunal en Minnesota sentenció a una mujer que envió por correo una boleta electoral a nombre de su madre muerta durante las elecciones presidenciales de 2024.
La mujer, Danielle Christine Miller, de 51 años, dijo que su madre era una ferviente seguidora de Trump y que “quería asegurarse de que pudiera votar por él”. Sin embargo, su madre falleció en agosto, antes de recibir la papeleta, y Miller decidió rellenarla de todos modos. También firmó como testigo de su propia boleta, algo expresamente prohibido por la legislación electoral.
Una sentencia poco común: leer y reflexionar
En lugar de imponer una pena de cárcel, la jueza Heidi Chandler le ordenó a Miller pagar una multa de 885 dólares, cumplir hasta tres años de libertad condicional supervisada y algo aún más inusual: leer un libro y escribir un ensayo.
El libro elegido fue "Thank You for Voting: The Maddening, Enlightening, Inspiring Truth About Voting in America", de Erin Geiger Smith. Además, debía redactar un ensayo de 10 páginas sobre la importancia del voto en una democracia y cómo el fraude electoral puede socavar dicho sistema.
Para el fiscal del condado de Itasca, Jake Fauchald, se trató de una sentencia justa y educativa: “Esto no solo busca hacer justicia, sino educar para prevenir futuros incidentes de este tipo, tanto en la acusada como en la sociedad”.
El telón de fondo: la cruzada de Trump contra el voto por correo
Durante las elecciones de 2020 y posteriormente en las de 2024, Trump ha sostenido repetidamente que el voto por correo es fuente de fraude, a pesar de estudios, investigaciones y auditorías estatales que han demostrado consistentemente lo contrario.
Este enfoque ha polarizado a la opinión pública e incluso ha erosionado la confianza de algunos sectores conservadores en el sistema electoral, algo que según expertos podría tener consecuencias graves en la participación cívica a largo plazo.
La ironía del caso Miller radica precisamente en que fue un intento por “honrar” esa narrativa lo que la llevó a cometer un delito, aunque luego argumentó haberse encontrado intoxicada al momento de enviar las boletas y no recordar del todo lo ocurrido.
El uso de tropas y la legalidad: una batalla constitucional
Volviendo al conflicto en Oregón, lo que realmente se discute no es únicamente si hubo violencia en Portland (según datos de las autoridades locales, las protestas se limitaron a una sola calle y fueron en su mayoría pacíficas), sino si un presidente puede decidir sin justificación sólida cuándo y cómo utilizar a las fuerzas armadas dentro del país.
Recordemos que el Acta Posse Comitatus, firmada en 1878, prohíbe el uso de fuerzas militares federales para aplicar leyes civiles, salvo excepciones muy específicas. Sin embargo, varios intentos de Trump por desplegar tropas, incluidos los realizados en Los Ángeles y Chicago, han sido detenidos por esta misma legislación, lo que ha llevado al gobierno a recurrir incluso a la Corte Suprema.
El caso más reciente de Portland refleja un patrón: intentos constantes de militarización de la seguridad interna por parte del expresidente, con argumentos ampliamente discutibles sobre “anarquía” urbana. Incluso la jueza del 9º Tribunal de Circuito, Susan Graber, advirtió que cualquier despliegue “bajo falsos pretextos” podría ser inconstitucional.
¿Hacia dónde va la democracia estadounidense?
Estos tres casos aparentemente desconectados –una celebración deportiva, un caso de fraude electoral doméstico y un choque de poderes respecto al despliegue de tropas– tienen en común una pregunta central: ¿Cómo se está redefiniendo el poder presidencial y la relación entre legalidad, democracia y narrativa en Estados Unidos?
Las dinámicas observadas en los últimos años bajo el mandato y la influencia de Donald Trump nos muestran una transformación en los paradigmas tradicionales. Ya no basta solo con normas y leyes escritas: el terreno moral, social y político sobre el que se aplican dichas normas se encuentra constantemente en disputa.
Y mientras Trump sigue teniendo influencia mediática y política, incluso fuera del cargo, el país sigue enfrentando los dilemas fundamentales de su democracia: ¿Cuánta autoridad debe tener el presidente? ¿Qué limites constitucionales han de ser respetados? ¿Y cómo evitar la instrumentalización del sistema electoral?
Como dijo el fiscal Fauchald al referirse al falso voto de Miller: “Nuestro sistema de elecciones funcionó; detectó el fraude y respondió”. Pero, al mismo tiempo, nos recuerda que el verdadero desafío democrático es educar y fortalecer la confianza ciudadana... incluso desde el banquillo de los acusados.
El legado de Trump sigue marcando cada rincón del debate público estadounidense. Desde los estadios deportivos hasta las salas de juicio, el nombre del expresidente resuena como una corriente que no deja indiferente a nadie y que, para bien o para mal, sigue moldeando la forma en que se entiende la democracia en Estados Unidos.