¿Importar carne para bajar precios? La polémica medida de Trump que enfurece a los ganaderos estadounidenses
El plan del expresidente de EE.UU. para reducir el precio de la carne con importaciones desde Argentina genera rechazo en sus propias filas ganaderas
Una jugada inesperada que despierta críticas desde las bases republicanas
En un giro que sorprendió a muchos dentro de su electorado más fiel, Donald Trump propuso una solución para controlar el aumento en los precios de la carne: importar más carne vacuna desde Argentina. Aunque el objetivo del plan es reducir el costo de vida para los consumidores estadounidenses, la medida ha sido duramente criticada por una parte clave de los seguidores del expresidente: los ganaderos estadounidenses.
Organizaciones como la National Cattlemen’s Beef Association y la Ranchers-Cattlemen Action Legal Fund United Stockgrowers of America (R-CALF USA), tradicionalmente alineadas con Trump, levantaron la voz en contra del plan. “Se siente como un retroceso hacia políticas fallidas de comercio libre”, dijo Brett Kenzy, ganadero de Dakota del Sur.
¿Realmente bajará el precio de la carne?
El precio de la carne se ha disparado en los últimos años. Según el último informe oficial antes del cierre parcial del gobierno, el precio promedio de la carne molida alcanzó los 6.32 dólares por libra, una cifra récord. Pero los expertos dudan que importar desde Argentina tenga un efecto tangible en el bolsillo de los consumidores.
“Incluso duplicar las importaciones desde Argentina no moverá mucho la aguja”, aseguró Glynn Tonsor, economista agrícola de la Universidad Estatal de Kansas. Y tiene razones para pensarlo: Argentina representa apenas el 2% de las importaciones de carne vacuna de EE.UU. Solo hasta julio se habían ingresado 72.5 millones de libras de carne desde el país sudamericano, frente a una producción interna estadounidense de más de 15 mil millones de libras.
Además, gran parte de esa carne importada se utiliza para mezclar con carne más grasa y producir hamburguesas—no el costoso filete que suele impactar más en las estadísticas de consumo.
El contexto detrás del alza en precios
Para comprender esta crisis, hay que ver más allá de Argentina. Según datos del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), el país norteamericano está experimentando el tamaño más pequeño de ganado desde 1961. Esta disminución ha sido provocada por varios años de sequías intensas y precios históricamente bajos del ganado, lo que desincentivó la producción.
Por otro lado, las restricciones comerciales impuestas por Trump a países como Brasil (un importante exportador) con aranceles del 50% y las limitaciones a México, que enfrenta una lucha contra una plaga carnívora, han reducido las importaciones.
En este contexto, si bien Argentina puede aumentar temporalmente su exportación, su capacidad no es suficiente como para reemplazar las fuentes restringidas ni influir seriamente en el mercado estadounidense.
La gran contradicción: ¿proteger o importar?
Lo que más molesta a los ganaderos estadounidenses es la incoherencia entre el discurso de Trump y sus acciones. Tras años promoviendo el lema “America First”, fomentar importaciones extranjeras parece ir en contra de todo lo que su gobierno había defendido en el ámbito agrícola.
“Pensamos que estaba en el camino correcto”, expresó Bill Bullard, presidente de R-CALF. “Esta medida contradice el objetivo de sus propias tarifas aduaneras”.
Para muchos, esto también impacta la confianza del sector. Según Tonsor, mayor incertidumbre significa menos inversiones en infraestructura ganadera, menos cría y, por ende, una recuperación productiva más lenta.
La visión desde Argentina: oportunidades y riesgos
Del otro lado del continente, la noticia fue recibida con entusiasmo. “Siempre que aparece un nuevo comprador, es beneficioso”, dijo Augusto Wallace, un productor argentino. Argentina, con una de las culturas carnívoras más fuertes del mundo, ha estado buscando formas de monetizar su producción en mercados internacionales, y EE.UU. representa una oportunidad inmensa.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Los economistas argentinos advirtieron que un exceso de exportaciones podría elevar los precios internos, generando tensiones sociales en un país donde la carne no solo es cultura, sino un símbolo de bienestar familiar. Ya en 2006, el gobierno argentino tuvo que cerrar parcialmente las exportaciones para contener el precio local. El equilibrio es complejo.
El impacto inmediato: desplome en los precios del ganado
La simple mención del plan por parte de Trump provocó una caída de más de $100 en el valor de un animal de 1,250 libras, que rondaba los $3,000 según Bryant Kagay, copropietario de Kagay Farms en Missouri. Aunque los precios se recuperaron ligeramente, el golpe financiero fue real.
Kagay, quien votó por Trump, expresó decepción: “Espero que empiece a preocuparse menos por castigar enemigos políticos y más por lo que es mejor para todos”.
¿Un plan más ambicioso o simple improvisación?
Desde el gobierno, Brooke Rollins, la Secretaria de Agricultura, explicó que el plan va más allá de importar carne. Habló de ampliar el acceso a tierras federales, construir nuevos mataderos y abrir nuevos mercados internacionales. La idea, según ella, es incrementar la oferta sin castigar a los productores.
“Un mayor suministro—junto a una creciente demanda—permitirá que los precios bajen, pero también que el sector gane vitalidad”, afirmó Rollins.
El senador John Hoeven, republicano de Dakota del Norte, declaró que tras hablar con el expresidente, espera mayores detalles técnicos del plan, aunque sostuvo que es “vital apoyar a nuestros ganaderos”.
Ganaderos desconfiados: “No lo tomamos en serio”
Cory Eich, ganadero de Dakota del Sur, se muestra escéptico. “Nadie está contento, pero no lo vemos como una amenaza real. Viniendo de Trump, es difícil tomarlo al pie de la letra”.
Estas declaraciones reflejan un sentimiento generalizado entre los productores: esperanza en que el plan no se concretará completamente y que, en cambio, se adopten políticas que verdaderamente estimulen la industria ganadera nacional.
Una paradoja política con impacto internacional
Con EE.UU. buscando contener la inflación sin frenar demasiado la producción nacional, y con Argentina necesitando divisas extranjeras pero sin aumentar demasiado los precios internos, el conflicto está lleno de paradojas políticas y económicas.
En última instancia, la medida pone a prueba el equilibrio entre dos objetivos contradictorios: proteger al productor nacional e importarse al consumidor. El siguiente capítulo dependerá de cuán lejos esté dispuesto Donald Trump a llegar—o recular—ante la presión de su propia base agrícola.
