¿Quién es Sanae Takaichi? La primera mujer en liderar Japón y su controversial ascenso al poder

Conservadora, disciplinada y polémica: el perfil político de Takaichi marca un antes y un después en la historia de Japón

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Sanae Takaichi se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Japón, una figura que rompe techos de cristal en un país conocido por su arraigado patriarcado político. Sin embargo, su ascenso no ha venido acompañado de un mensaje feminista ni de una postura progresista: al contrario, Takaichi representa la corriente más conservadora del espectro político japonés y ha preferido no explotar su condición de mujer para promover cambios sociales o de género.

Una mujer en la cima del poder político japonés

La elección de Takaichi como líder del Partido Liberal Democrático (PLD) y como primera ministra representa un hito histórico en Japón, donde apenas el 15% de los legisladores de la Cámara Baja son mujeres y solo dos de las 47 prefecturas son gobernadas por una mujer. Su ascenso desafía estas cifras, pero también plantea interrogantes: ¿es Takaichi una pionera del feminismo político o simplemente una conservadora en un traje nuevo?

Inspiración en Margaret Thatcher y la ideología de Shinzo Abe

Takaichi, de 64 años, ha reconocido abiertamente su admiración por la ex primera ministra británica Margaret Thatcher y ha seguido la línea ideológica del fallecido primer ministro Shinzo Abe, promotor del llamado “Abenomics” y un militarista pragmático con una visión altamente nacionalista. Takaichi ha tomado su legado para llevar las riendas del país con una visión de firmeza ante China, impulso militar y una fe ciega en el trabajo como camino hacia la prosperidad económica.

Una carrera marcada por la perseverancia

Nacida en la prefectura de Nara, Takaichi fue electa por primera vez al Parlamento japonés en 1993. A lo largo de tres décadas ha ocupado cargos clave como ministra del Interior y Comunicaciones, ministra de Seguridad Económica, y ministra de Igualdad de Género, aunque irónicamente rara vez abordó temas sobre mujeres desde una perspectiva de equidad.

En su vida personal también destaca como una figura poco común: baterista en una banda de heavy metal durante sus años universitarios y amante de las motocicletas. Se ha descrito a sí misma como workaholic: “Trabajaré, trabajaré, trabajaré y trabajaré”, dijo, rechazando abiertamente el concepto de balance vida-trabajo. Esta declaración provocó intensos debates en redes sociales, donde fue criticada por promover una cultura laboral tóxica y arcaica.

Ambigüedad frente a los derechos de las mujeres

A pesar de haber sido ministra de Igualdad de Género, Takaichi ha evitado consistentemente abordar los derechos de las mujeres desde un enfoque feminista. Por ejemplo, apoya la exclusividad masculina en la sucesión imperial y rechaza tanto el matrimonio entre personas del mismo sexo como la reforma de la legislación que obliga a los matrimonios a compartir el mismo apellido, una norma vigente desde el siglo XIX.

No obstante, ha propuesto incrementar el número de mujeres en el gabinete y ha mostrado respaldo hacia subsidios para tratamientos de fertilidad y salud femenina. También sorprendió al hablar abiertamente sobre los síntomas de la menopausia y la necesidad de educar a los hombres sobre salud femenina, algo poco común en el discurso político nipón.

Aliada de la derecha radical y revisionismo histórico

La nueva primera ministra ha dejado claro el giro a la derecha en la política japonesa. Con el colapso de la alianza entre el PLD y Komeito —un partido más moderado con respaldo budista—, Takaichi ha recurrido al partido ultraconservador Ishin no Kai, con quienes comparte una visión más nacionalista y agresiva en asuntos de defensa y educación.

Una de las controversias más polémicas es su cercanía al santuario de Yasukuni, ligado a crímenes de guerra de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque recientemente optó por enviar una ofrenda en lugar de visitarlo personalmente, como gesto diplomático, sigue siendo vista como una “revisionista histórica”. Ha negado la coerción en el uso de mujeres coreanas como esclavas sexuales y apoya eliminar dichos episodios de los libros escolares, lo cual ha tensado relaciones diplomáticas con Corea del Sur y China.

Una visión agresiva hacia la defensa y tecnología

Takaichi ha enfatizado la necesidad de reforzar el poder militar de Japón, aumentar el gasto fiscal para estimular el crecimiento económico y apoyar el desarrollo de tecnologías como la fusión nuclear. También ha abogado por fortalecer las políticas migratorias y mejorar la ciberseguridad, reflejando una visión de “Japón primero” que recuerda al enfoque trumpista en Estados Unidos.

¿Cambio histórico o continuidad bajo otra forma?

Mientras algunos celebran su elección como una victoria para la representación femenina, otros analistas y ciudadanos consideran que su figura es más simbólica que transformadora. Tal como lo expresó Chiyako Sato, analista del Mainichi Shimbun: “Las políticas de la señora Takaichi son extremadamente conservadoras, y dudo que realmente impulse iniciativas que reconozcan la diversidad”.

La paradoja de este momento político es evidente: Japón tiene una líder mujer en la cúspide del poder, pero sus propuestas pocas veces reflejan intención de avance en temas de igualdad de género, derechos LGBTQ+ o democratización de la política. Por ahora, Takaichi parece más enfocada en afianzar sus bases dentro del PLD que en reescribir la historia.

El contexto internacional: Ucrania, Putin y Trump

La elección de Takaichi se da en un contexto geopolítico en tensión, en el que Japón observa con detenimiento la guerra en Ucrania. Las ramificaciones internacionales pueden tocar suelo japonés si su postura radical se cruza con los intereses de bloques como la OTAN o con decisiones de líderes globales como Donald Trump, quien ha oscilado entre apoyar y criticar la resistencia ucraniana frente a Rusia.

El posicionamiento de Japón, históricamente alineado con Occidente, podría tensarse si Takaichi opta por una postura revisionista o de no intervención, especialmente ante su tibieza ante el legado histórico japonés.

Un mandato que será observado de cerca

Sanae Takaichi inicia su mandato con muchas preguntas en el aire. ¿Tendrá la capacidad de liderar con firmeza sin romper los lazos diplomáticos? ¿Logrará mantener al PLD unido pese a sus posturas polarizantes? ¿Será recordada como una Thatcher japonesa o como un símbolo de lo que aún falta por cambiar en Japón?

Lo cierto es que el mundo, y Japón mismo, estarán observando atentamente cada uno de sus pasos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press