Cameroon al borde del colapso electoral: ¿Democracia o teatro político?
Arrestos, acusaciones de fraude y un presidente eterno: la elección presidencial de Camerún expone las profundas grietas en el sistema democrático del país
Una elección bajo fuego
El 12 de octubre, Camerún celebró unas elecciones presidenciales que, en lugar de fortalecer su democracia, parecen haber empujado al país aún más cerca del autoritarismo disfrazado de legalidad. Las protestas que estallaron tras los comicios, particularmente en la ciudad norteña de Garoua, han dejado al menos 20 personas arrestadas bajo los cargos de insurrección e incitación a la rebelión, según el Ministro de Administración Territorial, Paul Atanga Nji. El gobierno asegura que los manifestantes fueron manipulados por actores políticos, pero la población no parece convencida.
A estas alturas, tanto la oposición como organismos internacionales cuestionan la legitimidad del proceso electoral. Y no es para menos: acusaciones de manipulación electoral, cambio de centros de votación a última hora y registros con nombres de personas fallecidas hacen que las garantías democráticas estén en entredicho.
Issa Tchiroma: ¿héroe popular o demagogo?
Issa Tchiroma Bakary, exministro de empleo y portavoz del mismo gobierno al que hoy desafía, se presentó como candidato presidencial y reclamó su victoria días después de la votación. A sus casi 80 años, Tchiroma ha virado del oficialismo a liderar una coalición opositora, capitalizando el descontento popular con el octogenario presidente Paul Biya. En su página de Facebook, comenzó a publicar resultados de 18 jurisdicciones administrativas que, asegura, representan el 80% del electorado y lo consagran como ganador. Aunque sus publicaciones fueron aclamadas por sus seguidores, el oficialismo las ha ridiculizado como falsas e irrelevantes.
Sin embargo, este anuncio autoproclamado ha encendido las alarmas de un país con instituciones frágiles y un historial de represión. La pregunta en el aire es clara: ¿estamos ante un intento legítimo de transparentar la voluntad popular o ante un juego peligroso en el tablero de una nación dividida?
Paul Biya: el eterno mandatario
Paul Biya es, con 92 años, el presidente más longevo del mundo en ejercicio. Ha estado en el poder desde 1982, gobernando ininterrumpidamente por más de 40 años. Durante su mandato, Camerún ha enfrentado múltiples crisis: desde rebeliones separatistas en las regiones anglófonas hasta escándalos de corrupción sistemática. Todo esto en un país con vastos recursos naturales —como petróleo y minerales—, que no ha logrado traducir su riqueza en bienestar social para sus casi 30 millones de habitantes.
Las elecciones de octubre fueron vistas por muchos como una oportunidad para el cambio, pero desde un inicio estuvieron viciadas de irregularidades. La exclusión de fuertes rivales de Tchiroma en agosto dejó al campo opositor fragmentado, facilitando el control del proceso por parte del partido oficialista.
La sombra de la represión
Las autoridades han reprimido las manifestaciones postelectorales con rapidez y dureza. Lo que podría haberse resuelto como un conflicto legal cargado de denuncias, se ha convertido en un episodio más de criminalización de la disidencia. Los 20 detenidos en Garoua enfrentarán juicios militares, un hecho que evoca mecánicas de regímenes autoritarios y que ha sido criticado por organizaciones internacionales de derechos humanos.
Pero lo más inquietante es el uso del discurso del orden contra ciudadanos que solo exigen transparencia. “El gobierno observa con preocupación los actos de provocación y desorden realizados por algunos alborotadores”, dijo Atanga Nji. Pero, ¿no es la protesta una herramienta legítima en tiempos de incertidumbre democrática?
Elecciones bajo la lupa: el veredicto de los observadores
Varios actores independientes, como la Conferencia Episcopal Nacional de Camerún y hasta ocho organizaciones de la sociedad civil que supervisaron el proceso, coincidieron en denunciar prácticas dudosas. Entre sus observaciones destacan:
- Reubicación de centros de votación sin aviso adecuado
- Listas electorales que aún incluían personas fallecidas
- Distribución desigual de papeletas
- Intentos de llenar urnas con votos falsos
Estas irregularidades no son pequeñas fallas técnicas. De ser ciertas, alteran sustantivamente la integridad del proceso y alimentan con argumentos legítimos la frustración de los votantes.
Poderes militares como garantes de la democracia
Que los detenidos enfrenten juicios en tribunales militares plantea cuestionamientos serios sobre la separación de poderes y la garantía de juzgamiento justo en Camerún. Esta vía, utilizada frecuentemente en regímenes con tendencia autoritaria, suele marginar a jueces civiles y somete las decisiones judiciales a criterios políticos y no jurídicos.
Amnistía Internacional y Human Rights Watch han alertado en el pasado sobre el uso recurrente de los tribunales militares para enjuiciar civiles en Camerún, lo cual contraviene estándares internacionales de derechos humanos.
¿Una Primavera de África Central?
Las protestas en diferentes ciudades podrían ser el preludio de un movimiento mayor, similar a los estallidos sociales en Túnez o Egipto en 2011. El desgobierno prolongado, la falta de oportunidades y la represión son combustible para un levantamiento popular. Si bien la oposición aún carece de una estructura unificada y de una estrategia común, el hartazgo se ha vuelto transversal: jóvenes, estudiantes, trabajadores y grupos religiosos manifiestan su descontento.
Como reflejo de esta tensión, las calles entrelazan los cantos de protesta con la presencia de fuerzas de seguridad armadas. El silencio de la comunidad internacional alimenta un clima de impunidad preocupante.
La red y la revolución: el rol de las redes sociales
En este contexto, plataformas como Facebook y WhatsApp se han convertido en campos de batalla digitales. El mismo Tchiroma ha utilizado su página personal para difundir presuntos resultados oficiales, desafiando al Consejo Constitucional. Estas acciones, aunque riesgosas, permiten que millones de cameruneses accedan a otra versión de los hechos, al margen de los medios estatales.
Sin embargo, la credibilidad de estos canales también está en juego. Ya sea por desinformación o por estrategias de manipulación, el espectro de una guerra informativa sobrevuela Camerún.
El futuro que se avecina
La proclamación oficial de los resultados se espera para el 26 de octubre. Las opciones que tiene Camerún sobre la mesa son pocas pero cruciales: aceptar pasivamente un proceso turbio, o redoblar la presión social para exigir una auditoría internacional de los resultados. En ambos casos, el país se enfrenta a una crisis institucional sin precedentes.
Mientras tanto, Biya parece determinado a continuar como eterno comandante en jefe, sosteniéndose sobre una estructura que muchos acusan de estar podrida hasta los cimientos. Como dijo un manifestante en Garoua: “Ya no es solo por los votos, es por la dignidad de un país que llevamos décadas perdiendo.”
Una vez más, África está forjando su destino, entre urnas rotas, calles ocupadas y líderes que se niegan a abandonar el poder. Camerún, en particular, marca el enésimo capítulo de la difícil historia de la democracia poscolonial.
