Cumbres, políticos y promesas: El nuevo tablero de poder en los Balcanes Occidentales
Londres recibe a líderes balcánicos en una cumbre marcada por la migración, la seguridad y el ascenso de la influencia rusa en la región
Por primera vez desde el Brexit, el Reino Unido se coloca al frente de una iniciativa europea que podría reconfigurar el futuro de los Balcanes Occidentales. La cumbre anual del Proceso de Berlín en Londres ha reunido a los líderes de Albania, Bosnia, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia, en un contexto geopolítico donde la migración, la seguridad regional y el papel creciente de Rusia ocupan la agenda.
¿Qué es el Proceso de Berlín y por qué importa ahora?
Esta iniciativa fue lanzada en 2014 por Alemania con el objetivo de mantener a los países de los Balcanes Occidentales alineados con los valores y políticas europeas, mientras avanzan —lentamente— hacia la adhesión a la Unión Europea. Desde entonces, solo Croacia ha accedido como miembro pleno en 2013, mientras que los demás enfrentan barreras políticas, institucionales y territoriales que ralentizan sus progresos.
Sin embargo, la guerra en Ucrania y la renovada confrontación entre Occidente y Rusia han revitalizado los intereses europeos en la región. Un informe reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores afirma que «la oportunidad de pérdida de influencia en los Balcanes hoy podría convertirse en la próxima crisis geopolítica dentro de nuestras fronteras mañana».
El Reino Unido post-Brexit: ¿Un actor inesperado?
La presencia activa de Londres como anfitrión del evento levanta cejas y preguntas. ¿Por qué está involucrado un país que dejó la Unión Europea en 2020? La respuesta es simple: intereses compartidos. Reino Unido busca consolidar su influencia fuera del esquema europeo, especialmente en seguridad y control migratorio, y este foro le ofrece una plataforma de visibilidad política internacional.
El gobierno laborista de Keir Starmer ha colocado como prioridad el combate al narcotráfico, la influencia rusa y especialmente la migración ilegal, en este último punto con foco en las rutas de tráfico humano que atraviesan los Balcanes antes de llegar a territorio británico a través del Canal de la Mancha.
Del Báltico al Adriático: las rutas ocultas de la migración
Un estudio del Consejo Migratorio del Reino Unido en 2023 reveló que aproximadamente el 25% de las personas que cruzan el Canal en pequeñas embarcaciones provienen de rutas que atraviesan los Balcanes Occidentales. Entre los países más señalados se encuentra Albania, aunque las cifras han cambiado radicalmente en los últimos dos años.
Gracias a un acuerdo bilateral entre Londres y Tirana, que incluye programas de retorno asistido y desarrollo económico en zonas emisoras, se logró pasar de 12,000 migrantes albaneses en 2022 a solo 600 en 2024. Este éxito parcial ahora se presenta como modelo a replicar en otros países balcánicos.
El espinoso tema de los centros de retorno
Uno de los asuntos más polémicos de la cumbre es la propuesta británica de establecer centros de retorno en países balcánicos para acoger a los solicitantes de asilo rechazados antes de su deportación. Aunque se cree que estos centros podrían descomprimir la presión sobre el sistema migratorio británico, los países anfitriones no están convencidos.
- Edi Rama, Primer Ministro de Albania, ha sido tajante: “Jamás, ni hoy ni mañana, aceptaremos centros de este tipo en nuestro territorio”.
- Milojko Spajic, líder de Montenegro, ironizó diciendo que solo considerarían tal posibilidad si el Reino Unido invierte “10 mil millones de euros en infraestructura férrea”.
Ambos líderes coinciden en que sus países no deberían absorber las consecuencias de políticas migratorias fallidas de Europa Occidental.
Rusia y el frente invisible
El mayor temor subyacente en la cumbre, aunque no siempre expuesto abiertamente, es el de la interferencia rusa en los procesos de integración europea de estos países. El Kremlin ha mantenido históricamente estrechos lazos con Serbia y ha buscado influir en conflictos latentes como el de Kosovo.
Desde la invasión de Ucrania en 2022, la Unión Europea ha acelerado su acercamiento a estos países, temiendo que la inestabilidad en la región sea una vulnerabilidad que Moscú pueda explotar. “Los Balcanes son el punto débil del continente”, afirma la politóloga búlgara Vesela Tcherneva.
Por esa razón, la seguridad regional, la integración militar con organismos europeos como Frontex y el fortalecimiento institucional se han convertido en pilares del discurso de Bruselas y Londres.
El caso Serbia-Kosovo: un rompecabezas sin solución
El conflicto no resuelto entre Serbia y su antigua provincia, Kosovo, sigue siendo el principal obstáculo para la cohesión regional. Belgrado continúa sin reconocer la independencia de Pristina, una postura respaldada tácitamente por Moscú.
Mientras tanto, Kosovo apunta a una integración rápida con la UE, postura que profundiza la grieta. Las tensiones fronterizas, incidentes violentos y el uso recurrente de la minoría serbia dentro de Kosovo como ficha de presión han encallado cualquier intento de estabilización duradera.
El lado bueno: cooperación económica y conectividad
No todo es desacuerdo en la cumbre. Uno de los logros más celebrados por los organizadores fue la firma de nuevos acuerdos para facilitar inversiones en infraestructura, conectividad digital y redes energéticas entre los países balcánicos y la UE.
Los fondos provendrán en parte del Paquete de Crecimiento para los Balcanes Occidentales, impulsado por la Comisión Europea y que prevé una inversión de hasta 6 mil millones de euros en los próximos tres años.
Esta iniciativa busca incentivar reformas que desbloqueen las adhesiones al bloque en los próximos años. Ursula von der Leyen afirmó recientemente que “el sueño europeo sigue vivo en los Balcanes. Y es nuestra responsabilidad no dejarlo morir”.
Un delicado equilibrio: integración sin absorción
Aunque el sueño europeo sigue siendo la narrativa predominante, expertos advierten que sin resultados concretos en materia de empleo, educación y movilidad, el proyecto corre el riesgo de deslegitimarse ante las nuevas generaciones.
En muchos casos, la promesa de integración no va acompañada de cambios reales en la vida cotidiana. La juventud de la región continúa emigrando masivamente mientras persisten el desempleo, la corrupción y la fragilidad institucional.
“La paradoja de los Balcanes es que todos quieren entrar a la UE, pero nadie quiere cambiar para lograrlo”, sentencia el analista croata Davor Džalto, profesor en la Universidad de Heidelberg.
Reflejo de una Europa dividida
Al final, la cumbre de Londres no es solo un evento diplomático regional. Es un espejo que refleja las tensiones, debilidades y esperanzas no resueltas de una Europa que busca redefinir su papel geoestratégico en un mundo pos-pandémico, pos-brexit y en guerra.
Los Balcanes vuelven a ser terreno de disputa y de confluencia. Y es allí, en ese rincón históricamente convulsionado, donde tal vez se esté gestando el nuevo rostro de Europa.
