El devastador impacto del tifón Halong en Alaska: una crisis humanitaria en pleno invierno ártico

Más de 650 evacuados, comunidades arrasadas y un futuro incierto: Así afronta Alaska las consecuencias del cambio climático

Alaska, azotada por la furia de la naturaleza

Durante el mes de octubre de 2025, el estado de Alaska vivió uno de sus episodios más devastadores en la historia reciente. El tifón Halong, un sistema tropical que tras perder fuerza mantuvo enormes remanentes de tormenta, golpeó violentamente las regiones occidentales del estado, dejando tras de sí una estela de destrucción, desplazamiento y emergencia humanitaria que ha puesto a prueba las capacidades de respuesta estatal y comunitaria.

Comunidades destrozadas por vientos huracanados y marejadas ciclónicas

Entre los pueblos más afectados se encuentran las comunidades Yup’ik de Kipnuk y Kwigillingok, asentamientos indígenas que vieron cómo el mar devoraba sus tierras y los fuertes vientos, comparables a los de un huracán, arrancaban techos y arrastraban pertenencias enteras. Según informes, se registraron niveles de agua nunca antes vistos en la región, con una marejada ciclónica récord que hizo colapsar estructuras clave de las aldeas.

La situación es aún más compleja dado que ambas aldeas no están conectadas al sistema vial de Alaska, lo que complica la llegada de ayuda humanitaria, materiales para reconstrucción y servicios básicos. Solo pueden accederse por aire o a través de caminos de nieve mediante motonieves durante el invierno. Esta realidad geográfica acrecienta la vulnerabilidad de sus poblaciones frente a eventos extremos.

Más de 650 evacuados en una operación inédita

El gobierno estatal, en colaboración con las Fuerzas Armadas, coordinó una evacuación masiva que trasladó a más de 650 residentes a la ciudad de Anchorage, la más grande del estado. Los vuelos militares fueron esenciales para salvar vidas, ya que muchas viviendas quedaron inhabitables. El Departamento de Asuntos Militares y de Veteranos de Alaska confirmó que unas 338 personas pernoctaron en refugios públicos el lunes posterior a la tormenta.

Los principales refugios se ubicaron en un centro deportivo dentro del campus de la Universidad de Alaska y en un centro de convenciones del centro de la ciudad, preparados para recibir a centenares de personas en cuestión de días.

El desafío de la reubicación: hoteles y unidades de alquiler

Según Becky Windt Pearson, gerente municipal de Anchorage, las autoridades han identificado más de 1,000 habitaciones de hotel disponibles además de opciones de alquiler privadas, para ofrecer a los evacuados soluciones de alojamiento más dignas y privadas. «Nuestro objetivo es acelerar el proceso y sacar a las personas de los refugios temporales», afirmó Windt Pearson. El equipo estatal lidera la transición hacia viviendas más permanentes.

Sin embargo, la realidad climática amenaza este proceso. A mediados de octubre, el factor de sensación térmica alcanzó los -9°C en el aeropuerto de Bethel, el principal hub logístico para el transporte de suministros hacia las aldeas devastadas. Cada día que pasa, las horas de luz solar se reducen, las temperaturas bajan, y la presión por reubicar a centenares de personas se vuelve más crítica.

«Posiblemente no regresen en 18 meses»

El gobernador de Alaska fue claro en una de sus conferencias de prensa: «muchos de los evacuados no podrán regresar a sus hogares por al menos 18 meses». ¿La razón? La magnitud del daño, sumado a la lejanía, lo costoso de transportar materiales y las complicaciones logísticas que implica trabajar en el Ártico durante el invierno. La prioridad ahora está en limpiar escombros, restablecer infraestructuras críticas y garantizar el suministro de calefacción y energía a los que permanecen en terreno.

En paralelo, el Departamento Estatal de Transporte ha comenzado a enviar generadores eléctricos y sistemas de iluminación portátiles hacia Kipnuk y Kwigillingok, permitiendo restituir en parte el funcionamiento de sus aeropuertos para mantener abierto el canal de ayuda humanitaria.

El rol de la comunidad: educación y apoyo emocional

La superintendencia de educación del distrito escolar de Anchorage también jugó un papel clave. Más de 130 niños desplazados ya se han integrado a escuelas locales, según detalló su director, Jharrett Bryantt. Este proceso tiene implicaciones profundas: muchas familias enfrentan traumas por la pérdida de sus hogares, y los menores viven una transición abrupta a un nuevo entorno, con barreras culturales y lingüísticas (el Yup’ik es lengua habitual en estos pueblos).

En la conferencia convocada por la alcaldesa de Anchorage, Suzanne LaFrance, participaron también representantes de organizaciones tribales, agencias de salud indígena y legisladores como la diputada estatal Nellie Jimmie, quien representa a las comunidades afectadas. Todos coincidieron en un solo mensaje: la reconstrucción no será rápida ni fácil.

¿Cambio climático a la vista?

Este tipo de fenómeno meteorológico no es común en Alaska
— o al menos no lo era. Pero en los últimos años, los expertos han advertido que los remantes de tifones del Pacífico occidental pueden alcanzar el Ártico, alimentados por mares más cálidos y patrones climáticos alterados. El Centro Climático del Pacífico recordó que en 2022 una tormenta similar afectó la costa oeste de Alaska, causando también marejadas ciclónicas e irreparables daños materiales.

¿Estamos frente a una nueva normalidad? Investigaciones recientes en la revista Nature Communications (2023) identifican cómo el deshielo en el Ártico está alterando los patrones atmosféricos, permitiendo que tormentas tropicales inusuales asciendan hasta regiones antes consideradas seguras.

¿Qué lecciones deja Halong?

La crisis provocada por Halong pone sobre la mesa múltiples reflexiones:

  • Las comunidades indígenas son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, dadas sus condiciones geográficas y socioeconómicas.
  • El modelo de evacuación masiva y temporal necesita ser repensado para estrategias a largo plazo, incluyendo procesos de reasentamiento voluntario y consensuado.
  • Las infraestructuras críticas deben adaptarse urgentemente para resistir eventos extremos cada vez más recurrentes en el Ártico.
  • Proteger las lenguas y culturas indígenas durante los desplazamientos masivos debe ser una prioridad dentro de los programas educativos y sociales.

La fuerza de la resistencia en el Ártico

A pesar del frío, de los traumas y de la incertidumbre, los habitantes de Kipnuk y Kwigillingok resisten. Sus líderes tribales no han dejado de organizar comidas comunitarias en los refugios, mantener tradiciones y asegurar que los evacuados no pierdan el vínculo con sus pueblos. Esa identidad cultural fuerte es su tabla de salvación.

Mientras el invierno cubre de nieve el horizonte del oeste de Alaska, cada generador que arranca, cada niño que retorna a clases, cada vivienda acondicionada para acoger a familias completas simboliza algo más grande: una sociedad que, aun frente al desastre, sabe cómo ponerse de pie.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press