La caída de Electric Playhouse: ¿por qué fracasó el arcade del futuro en Las Vegas?

Un ambicioso centro de entretenimiento inmersivo abrió con grandes expectativas y cerró tras solo un año. Analizamos su estrepitoso declive.

La apuesta futurista que prometía revolucionar el ocio digital

En medio del bullicioso Strip de Las Vegas, una ciudad conocida por su constante reinvención, luces deslumbrantes e interminables propuestas de diversión, surgió una idea osada: Electric Playhouse. Su concepto apostaba por fusionar gastronomía, videojuegos y tecnología inmersiva a través de una experiencia sensorial sin precedentes en la industria del entretenimiento digital.

Este recinto, de aproximadamente 930 metros cuadrados, aplicaba sensores de movimiento, proyecciones interactivas y diseño espacial para permitir una interacción sin controles: el cuerpo del usuario era el mando. El objetivo era emular la experiencia de ser un avatar vivo dentro de una instalación digital. Con esa premisa, la sede de Las Vegas abrió sus puertas en 2024, apenas tres años después del primer establecimiento inaugurado en Albuquerque, Nuevo México.

Innovación, sí, pero ¿sostenible?

La propuesta de Electric Playhouse estaba basada en una lógica simple: las generaciones jóvenes buscan experiencias más dinámicas, personalizadas, colectivas e interactivas que las que ofrecen los arcades tradicionales o los cines convencionales. En ese sentido, querían estar en la vanguardia del entretenimiento experiencial, una industria valorada en 47 mil millones de dólares en 2023, según cifras de Grand View Research.

Sin embargo, como bien ocurre en Las Vegas —una ciudad que premia tanto a innovadores como a visionarios caídos—, no toda novedad se convierte en oro. A pesar del respaldo inicial, el concepto de Electric Playhouse no alcanzó la tracción necesaria para sobrevivir al competitivo entorno comercial del Strip. El sueño tecnológico se apagó en tan solo un año tras su apertura.

Los números no mintieron: bancarrota y cierre

La semana pasada, documentos presentados ante la corte federal mostraron que Electric Playhouse en Las Vegas se acogió a la bancarrota, enfrentándose a una orden de desalojo y millones de dólares en deudas impagas. En su solicitud, la empresa afirmó tener entre 1 y 10 millones de dólares en activos, pero sin capacidad para cubrir a sus acreedores no garantizados luego de pagar las tarifas administrativas del proceso de quiebra.

Uno de los motivos más visibles fue la caída del turismo durante el verano de 2025: según la Las Vegas Convention and Visitors Authority, la ciudad experimentó una disminución del 11% en junio respecto al mismo mes del año anterior, y una baja adicional del 15% en ocupación hotelera. Esta merma afectó duramente negocios dependientes del tráfico peatonal de turistas, como Electric Playhouse.

Los desafíos de las experiencias interactivas en entornos turísticos

Electric Playhouse no fue una sala de videojuegos al uso. Fue un ecosistema digital inmersivo concebido para impactar visual y físicamente. En sus estancias, los muros respondían al movimiento de los visitantes. Se proponía como una mezcla entre videojuego, arte digital y gastronomía. Sin embargo, este modelo operaba en una delgada línea entre fiesta y sofisticación, tecnológica y frustración operativa.

Algunas de sus posibles debilidades incluyeron:

  • Modelo de negocio poco claro: ¿iba dirigido a familias, jóvenes, empresas, turistas? La amplitud del espectro quizá fue más un obstáculo que una ventaja.
  • Alta dependencia tecnológica: Las instalaciones requerían mantenimiento constante. Fallos en sensores o proyecciones podían comprometer la calidad de la experiencia.
  • Ubicación costosísima: Estar dentro del Caesars Palace implicaba alquileres millonarios mensuales.
  • Difícil fidelización del cliente: El modelo apuntaba a visitantes únicos o esporádicos en lugar de clientes recurrentes.

¿Era realmente el futuro del entretenimiento?

El fracaso de Electric Playhouse no invalida completamente su propuesta. Hay exitosos precedentes similares en Japón—país pionero en experiencias inmersivas con proyectos como teamLab Borderless—, donde más de 2 millones de personas visitaron la instalación en su primer año. En Estados Unidos, lugares como Meow Wolf en Santa Fe (también expandido a Denver y Las Vegas) han tenido éxito integrando instalación artística con experiencias inmersivas narrativas.

No obstante, Electric Playhouse quizás subestimó la necesidad de una curaduría narrativa o de una conexión emocional potente con el visitante. No se trataba solo de interactuar con luces; las experiencias más memorables incluyen storytelling, comunidad y valor estético perdurable.

¿Qué nos dice este cierre sobre el estado de Las Vegas?

Las Vegas ha estado readaptándose desde la pandemia. En 2021, la ciudad recuperó niveles de turismo récord, pero 2024 y 2025 han representado una estabilización que muchos consideran una “corrección” post-COVID. Los gastos promedio por visitante han incrementado, pero el número de turistas, especialmente internacionales, ha descendido.

Además, la inflación ha reducido el gasto discrecional de las familias estadounidenses, afectando directamente a propuestas premium pero secundarias como esta. Y, aunque Las Vegas sigue siendo epicentro de espectáculos como la Sphere de U2 o los combates de box de primer nivel, los negocios emergentes sin mucha visibilidad deben competir ferozmente por atención y dinero.

¿Revivirá Electric Playhouse?

La sede original en Albuquerque sigue operando (al momento de escribir este artículo) y varios expertos opinan que un modelo de negocio más local o adaptado a eventos educativos podría asegurar su continuidad. De hecho, en esa ubicación los talleres para escuelas y la integración con currículums STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas) han sido bien recibidos.

La bancarrota en Las Vegas era evitable si la marca hubiese escalado de manera más consciente. Este caso se suma a otros recientes de cierres apresurados en la ciudad del pecado, como el de MSG Sphere Studio antes de que consolidara una audiencia regular local.

Una lección en luces brillantes: innovación vs. ejecución

Electric Playhouse falló donde muchos innovadores tropiezan: en la ejecución comercial. Tener un proyecto brillante tecnológicamente no garantiza el éxito si no se abordan cuatro pilares fundamentales:

  1. Audiencia clara
  2. Estrategia de monetización viable
  3. Capacidad operativa sólida
  4. Adaptabilidad a cambios externos (como bajadas en el turismo o la economía)

El caso invita a reflexionar sobre los riesgos de expandirse demasiado rápido, sobre todo en industrias tan volubles como el entretenimiento inmersivo.

¿Un final definitivo?

Tal vez no. En su concepto, Electric Playhouse ofrece algo que el mundo aún desea: contexto interactivo, participación activa y experiencias únicas. Pero en Las Vegas, donde el mantra es go big or go home, la visión sin aplicación firme solo se convierte en otro neón apagado junto al desierto de Nevada.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press