Tensión en Corea del Norte: ¿provocaciones estratégicas o desesperación política?

Los recientes lanzamientos de misiles balísticos reavivan las tensiones en la península coreana días antes de una importante cumbre internacional

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Corea del Norte ha vuelto a encender las alarmas internacionales. En una maniobra que parece cuidadosamente calculada, el régimen de Kim Jong Un realizó el primer ensayo con misiles balísticos en cinco meses, lanzando varios proyectiles desde las cercanías de Pyongyang, apenas días antes de la reunión de líderes mundiales en Corea del Sur por la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Una táctica que ya conocemos

Este tipo de ensayo armamentístico no es nada nuevo para quienes siguen las dinámicas geopolíticas del noreste asiático. Corea del Norte ha utilizado históricamente este tipo de demostraciones como herramienta de presión diplomática. Basta con recordar que, en mayo de este año, Pyongyang probó sistemas de corto alcance diseñados para simular ataques nucleares a fuerzas surcoreanas y estadounidenses. Estas acciones, lejos de ser irracionales, responden a una lógica política profundamente arraigada: exigir reconocimiento como potencia nuclear y buscar el levantamiento de sanciones internacionales que ahogan su economía.

¿Por qué ahora?

La elección del momento es clave: a tan solo días de la cumbre APEC, donde se esperaba —aunque ahora parece poco probable— la presencia de Donald Trump para reuniones bilaterales con Xi Jinping y el nuevo presidente surcoreano, Lee Jae Myung. Expertos, como el investigador Jeong Seong-chang del Instituto Sejong en Corea del Sur, han señalado que "el Norte busca garantizar que su agenda no quede desplazada durante las conversaciones multilaterales".

Las pruebas, realizadas el 22 de octubre, fueron descritas por el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur como lanzamientos en "dirección noreste", sin especificar ni la distancia recorrida ni su lugar de impacto. Japón confirmó que los misiles no tocaron su zona económica exclusiva, pero mantuvo comunicación en tiempo real con Estados Unidos y Corea del Sur.

La ambición nuclear de Kim Jong Un

Desde la fallida cumbre entre Kim Jong Un y Donald Trump en 2019, las tensiones han fluctuado significativamente. Las negociaciones se derrumbaron debido a la negativa de EE.UU. de levantar sanciones sin una desnuclearización previa de Corea del Norte. Desde entonces, Kim ha acelerado visible y peligrosamente sus pruebas armamentísticas.

Uno de los momentos más relevantes del mes fue el desfile militar del 10 de octubre —presenciado por altos funcionarios rusos y chinos— en el que Corea del Norte mostró por primera vez el misil balístico intercontinental Hwasong-20, diseñado para evadir sistemas de defensa estadounidenses con múltiples ojivas nucleares.

Según la Federación de Científicos Americanos (FAS), se calcula que Corea del Norte posee entre 40 y 50 ojivas nucleares, aunque se desconoce si tiene la tecnología suficiente para instalar múltiples cabezas en un solo misil como los MIRV estadounidenses o rusos.

El rol de Estados Unidos y un Trump ambivalente

Trump, aunque ya no en funciones, sigue siendo una figura relevante para la política norcoreana. Después de varios años de intercambios explosivos y posteriormente diplomáticos con Kim, ha elogiado en más de una ocasión su "relación especial" con el líder norcoreano. Kim, por su parte, recientemente expresó que estaría dispuesto a volver a entablar negociaciones si EE.UU. abandona su demanda de desnuclearización.

La administración Biden, sin embargo, ha adoptado un enfoque más cauto y multilateral. Ha reafirmado su compromiso con los aliados tradicionales en Asia, como Corea del Sur y Japón, y ha mostrado una postura firme respecto a la desnuclearización. El secretario de Estado Antony Blinken ha declarado que "la desnuclearización sigue siendo la única vía para levantar las sanciones".

Postura de Corea del Sur y Japón

Corea del Sur, bajo el liderazgo de Lee Jae Myung desde junio, ha intentado posicionarse como un puente para recuperar el diálogo estancado. No obstante, esta nueva provocación complica los primeros pasos de su administración. Seúl ha intensificado su vigilancia y mantiene una estrecha coordinación con EE.UU. y Japón.

En Japón, la primer ministra Sanae Takaichi aseguró que su país no fue afectado directamente por los misiles, pero reforzó el sistema de alerta temprana y cooperación trilateral. Japón ha sido históricamente uno de los países más sensibles ante las amenazas nucleares de Corea del Norte; recordemos los episodios del sistema de defensa J-Alert activado en 2017, cuando un misil sobrevoló Hokkaido.

Un mensaje global antes del APEC

Más allá de su papel como anfitrión de la próxima cumbre APEC, Corea del Sur busca ejercer influencia constructiva en la región. La cumbre, que no contempla una agenda militar, se centrará en temas económicos como comercio, innovación tecnológica y sostenibilidad. Sin embargo, la sombra de Corea del Norte condiciona inevitablemente el ambiente de seguridad y la narrativa mediática.

¿Es esta una vuelta cíclica a la tensión militar sin resolución? ¿O el preludio de una nueva negociación? Algunos analistas piensan que Pyongyang, al mostrar abiertamente sus desarrollos armamentísticos con China y Rusia como testigos, intenta recomponer una especie de bloque geopolítico alternativo al de EE.UU. En el actual contexto internacional, marcado por la guerra en Ucrania, la rivalidad China-EEUU y las democracias tambaleantes, Corea del Norte puede reinterpretarse como un actor relevante —aunque errático— dentro del tablero estratégico asiático.

Límites peligrosos

No hay que olvidar que cada prueba con misiles significa una violación directa a múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. En una época donde el multilateralismo sufre una crisis de confianza, los nuevos desafíos no siempre encuentran respuestas conjuntas eficaces.

Según cifras de Naciones Unidas, las sanciones impuestas sobre Corea del Norte han estrangulado seriamente su economía. Pese a esto, el país ha priorizado el gasto militar, destinando hasta el 22% del PIB, según algunas estimaciones, al desarrollo armamentístico (Korean Institute for Defense Analyses). Prueba de ello es que, mientras la población sufre escasez alimentaria crónica, se desarrollan misiles que pueden golpear territorio estadounidense o japonés.

¿Qué sigue?

Los próximos días serán clave. Si Corea del Norte persiste en sus pruebas balísticas durante la semana de la cumbre APEC, el diálogo y la cooperación económica regional podrían verse enturbiados por el miedo geopolítico. Más aún si Pyongyang decide poner sobre la mesa una nueva prueba con su temido Hwasong-20.

El mundo observa, otra vez, cómo la península coreana se convierte en epicentro de incertidumbre. Pero también, quizás, en oportunidad para retomar las grandes conversaciones que han quedado inconclusas desde hace ya más de cuatro años.

Como dijo el historiador e internacionalista Bruce Cumings: "Corea del Norte nunca ha sido una anomalía fuera del sistema mundial, sino una expresión radical de su funcionamiento".

Este artículo fue redactado con información de Associated Press