Ucrania bajo fuego: drones, misiles y una diplomacia estancada
Un análisis del ataque masivo ruso sobre Kiev, la inacción diplomática de Trump y las crecientes tensiones geopolíticas que afectan a toda Europa
Una noche en llamas: el ataque más reciente a Kiev
En la madrugada del miércoles, Ucrania volvió a ser el escenario de una agresión a gran escala orquestada por Rusia. El objetivo principal fue la capital, Kiev, en cuya zona urbana impactaron múltiples drones y misiles que causaron dos muertos y una serie de devastaciones que van desde edificios residenciales incendiados hasta instalaciones médicas dañadas.
Según las autoridades locales, al menos 15 personas fueron rescatadas tras quedar atrapadas en incendios provocados por escombros de drones iraníes Shahed 136, comúnmente utilizados por Rusia en sus ataques nocturnos. Destaca el caso de un edificio de 17 plantas en el distrito Darnytskyi, donde el fuego se expandió por cinco niveles. En Desnianskyi, se evacuaron a más de 20 personas después de que se incendiara una tubería de gas.
Una estrategia de terror dirigida a la infraestructura civil
No es la primera vez que la infraestructura básica de Ucrania se convierte en blanco estratégico. En las últimas semanas, las fuerzas rusas intensificaron su campaña contra instalaciones críticas:
- Zaporizhzhia: Ataques aéreos dañaron subestaciones eléctricas.
- Odesa: El puerto de Izmail, clave para la exportación agrícola ucraniana, fue objeto de bombardeos.
- Naftogaz, la empresa pública de gas, fue blanco del mayor asalto hasta la fecha, con 381 drones y 35 misiles.
El objetivo es claro: quebrar la moral de la población y colapsar el sistema energético, justo en el umbral del invierno.
Zelenskyy: resistencia y diplomacia imposible
El presidente Volodímir Zelenskyy no solo enfrenta una guerra militar, sino también una batalla diplomática cuesta arriba. Durante meses ha solicitado armamento de largo alcance como los misiles Tomahawk —capaces de atacar infraestructura militar rusa—, pero las respuestas desde Washington han sido esquivas.
Además, Ucrania busca adquirir 25 sistemas de defensa aérea Patriot a través de fondos congelados rusos y cooperación de aliados. “Necesitamos terminar esta guerra, y solo la presión traerá paz”, escribió Zelenskyy en Telegram.
Trump y Putin: una reunión cancelada que dice mucho
A la par del recrudecimiento del conflicto en el terreno, la diplomacia sufre un revés. Donald Trump anunció la suspensión de su planeada cumbre con Vladímir Putin en Budapest, alegando que no quería una “pérdida de tiempo”.
La decisión fue tomada tras una conversación entre el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov. Este último dejó claro que Rusia no considera un alto al fuego inmediato en esta etapa.
La OTAN, la 'Coalición de los Dispuestos' y la frustración occidental
Trump mantiene previsto un encuentro con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en la Casa Blanca. La Alianza Atlántica ha sido una de las plataformas más activas en el suministro de armamento a Ucrania, facilitado principalmente por Canadá y países europeos.
Asimismo, el grupo informal “Coalición de los Dispuestos”, integrado por 35 países que respaldan a Ucrania, se reunirá en Londres este viernes.
¿Reactivación de la guerra de gas?
Más allá del aspecto militar, Ucrania se ha convertido en un foco energético. En especial, por los intereses estadounidenses en establecer proyectos de gas natural licuado (GNL) en el puerto de Odesa, además de iniciativas relacionadas con energía nuclear y petróleo. Estos planes, sin embargo, avanzan lentamente debido al conflicto latente.
Es evidente que el control del gas y la electricidad trascienden como armas tanto militares como diplomáticas. Recordemos que el 40% del gas consumido por Europa antes de 2022 venía de Rusia, una cifra que actualmente ha bajado drásticamente, incrementando la importancia del gas ucraniano.
El frente de Gaza: otra pieza en el dominó geopolítico
Mientras Ucrania arde, el otro gran polvorín geopolítico involucra a Israel y Palestina. Esta semana, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) dio su opinión consultiva sobre los deberes legales de Israel para facilitar ayuda humanitaria a Gaza. Aunque no vinculante, la opinión tiene peso legal y político.
Las cortes internacionales y los organismos multilaterales evalúan si Israel ha cometido violaciones humanitarias y crímenes de guerra, y su negativa a permitir el funcionamiento de la UNRWA ha elevado la tensión internacional.
Por su parte, otro tribunal, la Corte Penal Internacional, emitió órdenes de arresto contra Netanyahu y su exministro de Defensa por utilizar “el hambre como arma de guerra”, lo que agrava más la imagen exterior de Israel en medio del conflicto.
¿Paralelismos peligrosos?
Aunque los conflictos en Ucrania y Gaza tienen orígenes distintos, ambos casos muestran:
- Una aplicación ambigua del derecho internacional.
- El uso masivo de armamento contra blancos civiles.
- Bloqueos diplomáticos por parte de potencias que incluyen a EE.UU. y Rusia.
Esto ha llevado a expertos como Mike Becker, de Trinity College Dublin, a advertir que permitir a algunos Estados ignorar resoluciones debilita profundamente el sistema de la ONU: “No podemos permitir que los países escojan dónde quiere la ONU actuar. Esa es la razón de ser de estas opiniones consultivas”.
El papel incierto de EE.UU. en el tablero global
Trump parece moverse entre el aislamiento y el intervencionismo selectivo. Aunque ha dicho públicamente que quiere finalizar la guerra en Ucrania, sus acciones recientes —como postergar la reunión con Putin y dudar en el suministro de armas— revelan un enfoque errático.
Aunque Biden ha continuado con la entrega de armamento y apoyo diplomático, sectores conservadores en EE.UU. cuestionan el elevado gasto en un conflicto internacional. En 2023, el Congreso aprobó más de $75 mil millones en ayuda a Ucrania.
¿El invierno como arma rusa?
Como ocurrió en 2022 y 2023, Rusia busca aprovechar las bajas temperaturas para atacar la infraestructura energética ucraniana. A través de bombardeos milimétricamente diseñados para dejar sin calefacción, luz o agua a los residentes de ciudades clave, Moscú pretende desgastar la resistencia civil.
La ONU estima que más de 16 millones de personas en Ucrania requerirán asistencia humanitaria este invierno. Un contexto en el que la respuesta internacional —militar o logística— podría marcar el destino de la resistencia ucraniana.
¿Una paz aún lejana?
Los eventos recientes nos muestran un panorama oscuro. En Ucrania, la ofensiva rusa no da tregua; en Ginebra, Nueva York y La Haya, la diplomacia se encalla; y en Gaza, millones siguen bajo asedio. La inacción diplomática y el uso selectivo del derecho internacional fortalecen una narrativa donde las alianzas estratégicas parecen importar más que los derechos humanos fundamentales.
Europa, atrapada entre su dependencia energética, la amenaza de la OTAN y la presión migratoria, observa expectante. Mientras tanto, Ucrania lucha, Gaza clama, e Israel y Rusia avanzan, cada uno en sus respectivas campañas militares y diplomáticas.
¿Estamos quizás presenciando el fracaso del orden internacional posterior a 1945?