¿El villano o el héroe? El papel de la inteligencia artificial en el futuro energético del planeta

Aunque la IA consume enormes cantidades de recursos, también podría ser clave para combatir el cambio climático

El dilema energético de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial (IA) está en el centro de la conversación sobre sostenibilidad. Por un lado, representa una herramienta poderosa para transformar nuestras ciudades, industrias y estilos de vida hacia lo ecológico. Por el otro, su incesante avance impone una carga energética inmensa al planeta. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), los centros de datos impulsados por IA consumieron en 2023 alrededor del 1.5% de la electricidad mundial, y se espera que esa demanda más que se duplique para 2030.

Este crecimiento podría traducirse en el uso extendido de combustibles fósiles, como el carbón o el gas natural, agravando el cambio climático. Sin embargo, expertos como Alexis Abramson, decana de la Escuela de Clima de la Universidad de Columbia, creen que la solución también está en el propio desarrollo de la IA. “Soy bastante optimista”, dice, “vamos a ver cómo nuestro procesamiento se vuelve más eficiente, y como resultado, el consumo de energía no aumentará tanto como algunos predicen”.

Edificios inteligentes: IA para reducir el consumo doméstico y empresarial

Los hogares y edificios comerciales representan aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero en EE. UU. Aquí, la IA podría marcar una diferencia crucial. ¿Cómo?

  • Ajustando automáticamente iluminación, ventilación, calefacción y refrigeración según datos climáticos y consumo energético.
  • Programando la climatización en función de los horarios de llegada y salida de los ocupantes.
  • Detectando fallos u optimizando el mantenimiento de sistemas HVAC y otros equipos.

“Eso es prácticamente un fruto colgante bajísimo”, indica Zoltan Nagy, profesor de servicios para edificios en la Universidad Tecnológica de Eindhoven. Algunos estudios concluyen que la IA puede reducir entre un 10% y un 30% el consumo energético de un edificio, sin necesidad de sustituir equipos existentes o realizar costosas reformas.

Electromovilidad con inteligencia: cargar vehículos sin dañar el planeta

La expansión masiva de los vehículos eléctricos (EV) plantea preocupaciones: ¿cómo evitar que al recargarlos simplemente traslademos el problema de la contaminación del tubo de escape a las centrales térmicas?

La IA puede solucionar esto al programar horarios de carga inteligentes. Por ejemplo, cargar un EV durante la noche, cuando hay menor demanda eléctrica y menor uso de combustibles fósiles, puede:

  • Aliviar la carga de las redes eléctricas.
  • Reducir costos para el consumidor.
  • Minimizar la huella de carbono de cada kilómetro recorrido.

Un ejemplo relevante es un programa piloto en California que, gracias a la IA, optimizó la carga para aprovechar al máximo la energía renovable disponible, ahorrando también en costos.

Menos metano, menos calentamiento: IA en los combustibles fósiles

Puede sonar contradictorio, pero la IA también está ayudando a las empresas de petróleo y gas a contaminar menos. La empresa Geminus AI en Boston utiliza aprendizaje profundo para reducir emisiones de metano, uno de los gases con mayor potencial de calentamiento global. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el metano es responsable de alrededor del 30% del calentamiento global actual.

El CEO de Geminus, Greg Fallon, explica que gracias a simulaciones basadas en IA, pueden sugerir en segundos ajustes en compresores y bombas que anteriormente requerían más de 36 horas de cómputo por parte de ingenieros humanos.

IA geotérmica: una nueva era en energías renovables

La empresa emergente Zanskar, con sede en Salt Lake City, está utilizando modelos de IA para analizar el subsuelo terrestre y encontrar puntos calientes geotérmicos subestimados. Su objetivo: expandir el uso de energía geotérmica, una fuente limpia y constante que aprovecha el calor interno del planeta.

En un caso notable, compraron una planta térmica en Nuevo México, considerada ineficiente. Los modelos IA detectaron un reservorio geotérmico subexplotado que permitió revivirla. Luego, ignoraron las advertencias de expertos sobre un sitio “demasiado frío” en Nevada, perforaron y encontraron un segundo yacimiento significativo en septiembre de 2025.

“La IA está resolviendo su propio problema ecosistémico”, afirmó Carl Hoiland, CEO de Zanskar.

Tráfico más verde: IA al volante... de los semáforos

Gracias a la IA y los datos de Google Maps, el proyecto Green Light de Google ayuda a las ciudades a optimizar el funcionamiento de los semáforos. Autos que frenan y aceleran constantemente no solo pierden tiempo: también desperdician combustible y contaminan más.

Con ajustes recomendados por IA y aplicados por ingenieros locales, se ha logrado:

  • Reducir hasta en 30% el tráfico de tipo “stop-and-go”.
  • Cortar un 10% de las emisiones generadas por esos vehículos.

Lanzado en 2023, “Green Light” ya opera en 20 ciudades de cuatro continentes. La última en incorporarse fue Boston, conocida por tener uno de los peores tráficos en Estados Unidos.

IA y reciclaje: aún un talón de Aquiles

No todo son buenas noticias. Mientras la IA se convierte en aliada en la lucha contra el cambio climático, también potencia la producción de residuos electrónicos. Actualmente, se generan 62 millones de toneladas métricas de e-waste al año, y se espera que esa cifra llegue a 82 millones en 2030 (ONU/UNITAR).

Una investigación del Basel Action Network reveló que grandes cantidades de basura electrónica estadounidense terminan ilegalmente en el Sudeste Asiático, en países mal equipados para tratar estos desechos de forma segura. Este "tsunami invisible" no solo agrava la contaminación, sino que somete a trabajadores informales a condiciones peligrosas, inhalando vapores tóxicos al desmantelar manualmente dispositivos obsoletos.

Los datos señalan que más de 33,000 toneladas de electrónicos usados salen de EE.UU. cada mes. Esto plantea un serio conflicto: promovemos vehículos y dispositivos inteligentes, pero sin resolver el ciclo de vida completo de estos mismos gadgets.

¿Villano o héroe climático?

El balance entre los beneficios y perjuicios de la IA en materia de sostenibilidad dependerá de cómo la utilicemos. La clave está en fomentar su uso para limpiar industrias, ciudades y patrones de consumo, sin desatender el enorme costo energético y de materiales implicado en entrenar y mantener esas mismas máquinas.

“Solo estamos arañando la superficie de lo que la IA puede hacer”, dijo Juliet Rothenberg, directora de producto de Google para IA ambiental. Y ese potencial, sin duda, necesita ser canalizado con responsabilidad, ética y justicia ambiental.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press