Bad Bunny en el Super Bowl: El poder latino que incomoda a algunos y representa a millones

El comisionado de la NFL confirma al artista puertorriqueño como el espectáculo del medio tiempo de 2026, pese a críticas conservadoras y desafíos políticos

El Super Bowl 2026 ya tiene garantizado un espectáculo histórico. Bad Bunny, uno de los artistas más influyentes y populares del mundo, será la estrella principal del halftime show del evento más visto de la televisión mundial. La decisión ha generado tanto entusiasmo como controversia, especialmente entre sectores conservadores en Estados Unidos. Sin embargo, para la NFL, esta elección encarna su objetivo de atraer audiencias diversas y mantenerse culturalmente relevante.

En este análisis, exploraremos qué significa esta elección para la NFL, cómo Bad Bunny ha desafiado las normas del espectáculo mainstream, y por qué su presencia en el Super Bowl sirve como un termómetro de los tiempos que corren —dentro y fuera del campo de juego.

Bad Bunny: de las calles de Vega Baja al escenario global

Benito Antonio Martínez Ocasio, conocido mundialmente como Bad Bunny, ha protagonizado una de las ascensiones meteóricas más llamativas de la música contemporánea. En menos de una década, el puertorriqueño ha acumulado más de 14 mil millones de reproducciones en Spotify, encabezado festivales globales y ha sido el artista más escuchado del mundo durante tres años consecutivos (2020-2022).

Pero no solo ha capturado los oídos del mundo, sino también reflectores culturales. Se ha convertido en ícono de la moda, la resistencia política y el orgullo latinoamericano. Desde vestirse con faldas y desafiar los roles de género, hasta pronunciarse contra la violencia de género en Puerto Rico y denunciar políticas migratorias de EE.UU., Bad Bunny es más que un cantante; es un símbolo de identidad e irreverencia.

Un Super Bowl cada vez más latino

Según datos de Nielsen, los latinos representan más del 25% de la audiencia del Super Bowl en Estados Unidos, y siguen creciendo como grupo de consumidores clave para la industria deportiva y del entretenimiento. No es coincidencia que, en años recientes, artistas como Shakira, Jennifer Lopez o Rihanna hayan tomado el escenario.

"Bad Bunny es uno de los artistas más populares del mundo", afirmó el comisionado de la NFL, Roger Goodell, durante una rueda de prensa celebrada tras la reunión de otoño de los dueños de franquicias. “Eso es lo que intentamos lograr. Es un escenario importante para nosotros”, enfatizó.

La elección de Bad Bunny parece parte de una estrategia bien pensada: capturar a la Gen Z y los Millennials latinos, quienes ya no solo están en la audiencia, también son jugadores, inversores e influyentes en el ecosistema del deporte profesional.

El ruido político: Trump vs. el reguetón

La dinámica política no se ha quedado fuera de esta conversación. Bad Bunny ha sido crítico abierto de Donald Trump, especialmente en temas relacionados con Puerto Rico. En 2020, durante su presentación en The Tonight Show, el artista utilizó su plataforma para denunciar el asesinato de Alexa Negrón Luciano, una mujer trans sin hogar, y criticar la indiferencia institucional en la isla.

Como protesta contra las políticas del expresidente, Bad Bunny evitó incluir ciudades de Estados Unidos en varias giras recientes, optando en cambio por realizar una residencia de 31 días en Puerto Rico. Esa decisión fue tanto artística como política.

No sorprendió que Trump, desde un medio conservador de televisión, calificara de “ridícula” y “una locura” la decisión de la NFL. Sin embargo, lejos de doblegarse, la liga se mantuvo firme en su apuesta por Benito.

La audiencia decide: más streams, más relevancia

Desde que se anunció su participación en septiembre, las cifras han hablado: hubo un incremento inmediato en las reproducciones de su música en plataformas como Spotify y Apple Music. “Estamos acostumbrados a recibir críticas por nuestras decisiones de entretenimiento”, reconoció Goodell. “Pero creemos que este es el tipo de artista que representa al mundo en el que operamos”.

El Super Bowl, más allá del fútbol, se ha convertido en un espacio de cultura pop. Es ahí donde se cruzan Beyoncé con los memes, Eminem con Kneel-gate, y ahora Bad Bunny con el activismo puertorriqueño. El espectáculo del medio tiempo tiene hoy más alcance, viralidad y significado político que muchas galas de premios.

Un show esperado con expectativas altísimas

El Super Bowl se celebrará el próximo 8 de febrero de 2026 en el Levi's Stadium de los San Francisco 49ers. Y si bien no se conocen aún los artistas invitados, las especulaciones giran en torno a nombres como Karol G, Rauw Alejandro e incluso Rosalía, dado el vínculo estrecho del puertorriqueño con figuras del pop global.

Si su presentación en los Grammy 2023, donde abrió con plena caribeña, bachata y referencias a la cultura puertorriqueña, ofrece algún antecedente, podemos esperar un show bilingüe, provocador y profundamente identitario.

Una industria que se reinventa... o se queda atrás

Para la NFL, elegir a Bad Bunny no es solo una jugada estética ni una concesión a la diversidad: es una estrategia de negocios. En un país donde los jóvenes consumen más TikTok que televisión convencional, y donde la música en español crece año tras año en Billboard, ignorar estas tendencias sería un error de marca.

  • En 2023, el género urbano ya representaba el 45% del mercado musical latino, según RIAA.
  • Spotify afirma que los oyentes activos de reguetón crecieron un 120% en Estados Unidos en los últimos cinco años.
  • El canal de YouTube de Bad Bunny supera los 32 millones de suscriptores, más que cualquier equipo de la NFL.

En otras palabras, la NFL no hace una apuesta menor; está abrazando el futuro.

El deporte como escenario cultural

En décadas pasadas, la NFL construyó narrativa sobre la supremacía del consumo anglosajón. Hoy, la historia es otra. El cruce entre música, política, identidad y espectáculo —todo embotellado en menos de 15 minutos durante el medio tiempo— revela más sobre la sociedad estadounidense que cualquier comunicado.

El anuncio de Bad Bunny como cabeza del espectáculo no solo irrita a los sectores más conservadores; también empodera a millones de jóvenes latinos, bilingües y biculturales, cuya identidad híbrida ha dejado de pedir permiso para expresarse.

¿Y si gana el espectáculo?

Hay quienes critican que el Super Bowl se ha convertido en una pasarela de celebridades ajenas al deporte. Pero la verdad es que el fútbol americano necesita del espectáculo tanto como el espectáculo necesita de él. La presencia de Bad Bunny puede atraer una audiencia que jamás vería un partido completo, pero que ahora pondrá sus ojos (y oídos) sobre la NFL.

Finalmente, esto no se trata solo de música. Se trata de visibilidad, de representación, y de cómo una sociedad decide quiénes son dignos de estar en el escenario más grande del mundo. Esta vez, ese escenario hablará español... con orgullo caribeño.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press