La Colección Scharf: Un viaje visual del romanticismo de Goya al arte abstracto de Grosse en Berlín

Por primera vez, una de las colecciones privadas más importantes de Alemania se exhibe por completo, mostrando un relato artístico que conecta a Monet, Cézanne y Bonnard con el arte contemporáneo

Una colección de cuatro generaciones finalmente al ojo del público

Durante más de un siglo, una familia alemana fue acumulando discretamente lo que hoy consideramos una verdadera joya del arte europeo y moderno. La Colección Scharf, iniciada por Otto Gerstenberg, magnate de los seguros en Berlín a inicios del siglo XX, ha pasado silenciosamente de una generación a otra, creciendo no solo en volumen, sino también en diversidad estilística. Ahora, esta impresionante muestra de alrededor de 150 piezas ha encontrado espacio en la Alte Nationalgalerie de Berlín, como parte de una exposición que recorre desde Francisco de Goya hasta la vibrante contemporaneidad de Katharina Grosse.

"Pasamos de Goya a Grosse", comentó René Scharf con una sonrisa durante la presentación privada de la muestra. Esta afirmación no solamente revela el arco temporal de la exposición, sino también la intención intelectual detrás de su curaduría: una lectura lineal, pero dinámica, de más de 200 años de historia del arte.

Goya como punto de partida: guerra, tauromaquia y la crítica social

El recorrido comienza con los grabados de Francisco de Goya, en particular las series Los desastres de la guerra y La tauromaquia. Estas obras no solo impactan por su maestría técnica, sino por ser testimonios visuales de los horrores humanos y las contradicciones de la sociedad. Goya, precursor de la modernidad pictórica, aporta a la colección un carácter casi filosófico: nos recuerda que el arte también puede ser crítica, y no solo contemplación estética.

Del romanticismo al realismo: Delacroix, Courbet y Daumier

Después de Goya, el visitante es conducido hacia los grandes maestros franceses del romanticismo como Eugène Delacroix, y luego hacia el realismo disruptivo de Gustave Courbet. Igualmente relevante es la presencia de Honoré Daumier, conocido por su ácida sátira política. Sus esculturas de parlamentarios franceses encarnan la crítica social con un humor sutil pero impactante.

Este tránsito no es solo estilístico, también es cultural: refleja las tensiones políticas y sociales de una Europa cambiante que aún estaba definiéndose tras la Revolución Francesa y el avance de la burguesía.

El impresionismo en toda su gloria

Uno de los núcleos del recorrido es sin duda la sección dedicada al impresionismo. Monet figura no solo con sus obras posteriores como Los acantilados cerca de Dieppe o El puente de Waterloo, sino también con una de sus piezas más tempranas, el realista Patio de granja en Chailly. Esta inclusión revela de forma palpable la evolución del artista desde su observación directa de la naturaleza hasta las difuminadas atmósferas que lo inmortalizaron.

Otras obras importantes incluyen lienzos y dibujos de Auguste Renoir y Paul Cézanne, así como el dinamismo de las bailarinas y mujeres desnudas de Edgar Degas, que siguen cautivando por su equilibrio entre técnica y movimiento.

Bonnard y Matisse: color, intimidad y modernidad

Entre las piezas más destacadas encontramos dos obras significativas de Pierre Bonnard: la colorida Place Clichy, que retrata una escena parisina próxima a su estudio, y La gran bañera, donde eterniza a su esposa en un acto cotidiano. Ambas reflejan el goce por la intimidad doméstica y juegan con la luz y el color de manera magistral.

Estas pinturas están acompañadas por trabajos de su amigo íntimo, Henri Matisse, cuya osadía cromática marcó un nuevo rumbo en el arte moderno. Juntos, Bonnard y Matisse simbolizan el tránsito hacia el fauvismo y los tiempos en que el color se convirtió en protagonista.

Hacia el cubismo y la abstracción

La muestra continúa su progresión lógica hasta llegar al cubismo de Picasso y Fernand Léger, un punto crucial para entender cómo la figura humana y la forma fueron fragmentadas hasta sus elementos más básicos, en busca de nuevos lenguajes visuales.

Pero la colección no se queda en la vanguardia del siglo XX: se proyecta hacia el ahora, presentando obras de artistas contemporáneos como Katharina Grosse y Anselm Reyle, quienes utilizan materiales no convencionales y colores explosivos para desafiar la noción de lo pictórico. El final del recorrido propone una referencia visual entre la obra de Grosse, de tintes fucsias y azules brillantes, y la neblina luminosa de las obras londinenses de Monet.

Un toque americano: Sam Francis y Jasper Johns

Entre las joyas de la colección también destacan piezas de dos norteamericanos esenciales: Sam Francis y Jasper Johns. Francis, influido por el expresionismo abstracto, aporta manchas visuales que recuerdan la poesía gestual de Pollock, mientras que Johns introduce la ironía conceptual con juegos visuales y alusiones a íconos cotidianos. Estos aportes ofrecen una lectura transatlántica complementaria y oportuna.

Toulouse-Lautrec y la noche bohemia de París

Un núcleo emocional y narrativo crucial de la exposición lo representa Henri de Toulouse-Lautrec, cuya obra sobre la vida nocturna, los cabarets y las mujeres marginadas es tanto fascinante como cruda. Elles, una serie de litografías sobre trabajadoras sexuales en escenas íntimas y no idealizadas, forma parte del corazón de la muestra, complementado con sus famosos carteles publicitarios de artistas de café-concert y teatros de variedades.

Estas obras no solo representan un hito estético, sino también un gesto de visibilización: permiten entender los márgenes de la sociedad parisina desde una mirada compasiva y humanizadora.

Del salón privado al museo: ¿Por qué ahora?

Según René Scharf, la decisión de abrir la colección al público respondió al deseo de compartir este patrimonio con el mundo. “Si no hacíamos nada, quizás 30, 40 o 50 personas al año verían esta colección, y solo una mínima parte, porque no podemos colgar todo en casa”, confesó. La Alte Nationalgalerie fue la institución que impulsó el proyecto, y la pareja decidió que era tiempo de que el público conociera el legado visual reunido durante generaciones.

Si bien muchas obras han sido prestadas en diferentes momentos, los Scharf concluyeron que ya era hora de mostrarla como un todo, permitiendo que la conexión entre las piezas se perciba como una narración fluida donde cada artista dialoga con el otro, más allá del tiempo y los estilos.

Una exposición con futuro

La exposición “La Colección Scharf. Goya — Monet — Cézanne — Bonnard — Grosse” estará abierta en Berlín hasta el 15 de febrero de 2026. Luego, parte de estas obras viajarán al Kunstpalast de Düsseldorf, donde tendrán una nueva configuración curatorial, permitiendo explorar otros ejes del vasto patrimonio.

Esta muestra no es solo un recorrido artístico, es un ejercicio de memoria cultural y una experiencia educativa invaluable para nuevas generaciones. Ver converger obras que rara vez se encuentran en un mismo espacio, bajo una coherencia histórica y emocional tan poderosa, es una oportunidad única. Su apertura marca un momento importante en la historia reciente del coleccionismo alemán y en el compromiso creciente por democratizar el arte y sus discursos.

Fuentes:

  • Alte Nationalgalerie, Berlín
  • Comunicado oficial de René y Christiane Scharf
  • Catálogo de la exposición "Goya – Monet – Cézanne – Bonnard – Grosse"
Este artículo fue redactado con información de Associated Press