Proposición 50: ¿Defensa de la democracia o maniobra partidista en California?

La reconfiguración de distritos electorales propuesta por Gavin Newsom podría alterar el equilibrio del Congreso y desatar una tormenta política nacional

La lucha por el mapa electoral: el nuevo escenario de California

California, uno de los bastiones del Partido Demócrata, se ha convertido en el epicentro de una nueva batalla política de alcance nacional a pocas semanas de que los votantes acudan a las urnas. En juego no está solo el control de hasta cinco distritos de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, sino también la posibilidad de que esta reforma electoral contribuya decisivamente a recuperar la mayoría demócrata en las elecciones intermedias de 2026.

La Proposición 50, impulsada con fuerza por el gobernador demócrata Gavin Newsom, propone rediseñar el mapa electoral del estado. Este nuevo mapa tiene un objetivo claro: añadir cinco escaños más para los demócratas y contrarrestar movimientos similares del Partido Republicano en Texas, Missouri, Carolina del Norte e Indiana. Sin embargo, la iniciativa no está exenta de polémica, siendo acusada por sus detractores de ser un golpe al sistema representativo y un intento burdo de consolidar el poder partidista.

Una campaña ausente de paridad en recursos

La balanza de financiación de la campaña está claramente inclinada. Según datos de AdImpact, los partidarios de la propuesta –encabezados por Newsom y grupos afines– han invertido cerca de $70 millones de dólares en publicidad, mientras que los opositores apenas superan los $31 millones. Peor aún, en las últimas semanas se ha registrado una caída significativa en la adquisición de espacios publicitarios de parte de los republicanos.

El gasto también se refleja en futuras reservas de medios: los defensores de la propuesta tienen comprometidos otros $9 millones en anuncios televisivos y radiales, mientras que los críticos prácticamente no tienen tiempo publicitario reservado.

Este desequilibrio levanta sospechas en sectores conservadores. ¿Dónde están los millones que en otras elecciones fluían en campañas similares? Incluso el Congressional Leadership Fund, el super PAC alineado con el presidente de la Cámara Mike Johnson, simplemente hizo un aporte puntual de $5 millones, lejos de lo esperado. Tim Lineberger, estratega vinculado a la campaña de Trump en 2016, señaló que “los donantes republicanos están destinando sus recursos a carreras donde tienen más posibilidades, y California simplemente no parece una apuesta rentable.”

¿Un movimiento estratégico o un abuso de poder?

Newsom no ha ocultado sus motivaciones. En múltiples mensajes a votantes y seguidores, ha posicionado la Proposición 50 como una defensa frente al avance conservador liderado por Donald Trump. “Si perdemos estas elecciones en California, es casi imposible que los demócratas recuperen la Cámara”, afirmó en una carta de recaudación de fondos.

El plan, diseñado a puerta cerrada sin el habitual proceso participativo de la comisión independiente de redistribución de distritos de California, modificaría profundamente el mapa político del estado —y del país. La representación demócrata podría pasar de 43 escaños a 48 de los 52 totales, dejando a los republicanos en una posición testimonial en uno de los estados más poblados.

Sus opositores, sin embargo, lo consideran un intento descarado de dar un “golpe electoral” disfrazado de progresismo. Charles Munger Jr., hijo del legendario inversor Charlie Munger y mayor financiador contra la iniciativa, ha destinado ya $30 millones a la campaña para impedir su aprobación. Munger, principal arquitecto del sistema actual de redistricting independiente en California, fue tajante: “Esto es una afrenta a la representación democrática. Están deshaciendo un sistema transparente para instalar uno de conveniencia partidista.”

Voces históricas y rostros visibles

La campaña también ha contado con figuras notorias de ambos lados. El expresidente Barack Obama se ha posicionado a favor de la medida, mientras que el exgobernador Arnold Schwarzenegger ha protagonizado anuncios en contra. Este último ha sido un defensor acérrimo del rediseño independiente y ha criticado duramente lo que considera una regresión peligrosa hacia la manipulación política.

“El poder político no debe estar en manos de los partidos, sino del pueblo”, declaró Schwarzenegger, resucitando su discurso de 2008 cuando impulsó las primeras reformas de distribución basada en criterios independientes.

Una batalla sin rostro en las urnas

Curiosamente, la Proposición 50 no incluye nombres en la papeleta. Es decir, se trata de una medida legislativa, lo que la hace menos mediática y, por tanto, susceptible a pasar desapercibida entre votantes ocupados o desinformados. Esta ausencia de una confrontación personal ha desinflado el dramatismo electoral, algo que ambas campañas han intentado corregir apelando a figuras reconocidas y temas con alta carga emocional como Trump y el “asalto a la democracia”.

En medio de este escenario, los votos por correo han comenzado a marcar diferencias importantes. Hasta ahora, se han devuelto más de 1.5 millones de boletas de votantes demócratas, frente a poco más de 850,000 republicanas, lo cual es consistente con la composición del electorado californiano, donde los demócratas casi duplican en número a los republicanos.

El dilema ético: ¿democracia representativa o maquinaria partidista?

Los críticos de la propuesta no solo centran sus objeciones en el fondo, sino también en la forma. La elaboración del nuevo mapa electoral no se sometió al proceso participativo y público al cual se había acostumbrado California desde 2008, cuando los votantes aprobaron un sistema basado en comisiones independientes. Este retroceso ha sido calificado por algunos analistas como un golpe institucional por parte del gobierno de Newsom.

“Esto no es un juego. Si permitimos que los que están en el poder cambien las reglas del juego cuando les conviene, entonces la democracia no existe,” sentenció Anne White, una jubilada republicana en un acto de oposición en las afueras de Los Ángeles.

La transparencia, eje central de la reforma de 2008, se ha visto opacada por la opacidad de las negociaciones actuales. Muchos se preguntan si el supuesto interés demócrata por salvaguardar la democracia es genuino, o simplemente un pretexto para reconstruir su hegemonía parlamentaria, afectada tras las progresivas victorias republicanas a nivel nacional en los últimos años.

Impacto nacional: ¿influencia real o ilusión estratégica?

El verdadero impacto de la Proposición 50 aún está por determinarse. Aunque representaría una ganancia estratégica en números absolutos para los demócratas, otros estados —como Texas, Indiana o Carolina del Norte— están adoptando reformas opuestas para fortalecer la presencia republicana en sus territorios.

De hecho, el Congreso tiene actualmente una mayoría republicana ajustada: 219 escaños frente a 213 demócratas, con tres vacantes. La incorporación de cinco nuevas curules demócratas en California podría inclinar la balanza, especialmente si se convierte en tendencia en otros estados con gobiernos progresistas.

Pero esta estrategia podría no ser tan eficaz a largo plazo. El sociólogo político David R. Segura asegura que “la eficacia de estos cambios depende del compromiso a largo plazo de los votantes. Los escaños ganados con truco no siempre se sostienen frente a una ciudadanía movilizada por principios.”

¿Qué define esta elección?

En última instancia, se trata de un referéndum sobre el tipo de democracia que desean los californianos: ¿una que refleje la diversidad y complejidad política del estado, o una donde los gobernantes puedan moldear el panorama electoral a su favor?

La Proposición 50 también plantea interrogantes sobre el futuro político de Gavin Newsom. Muchos lo consideran candidato natural para la presidencia en 2028, y esta ofensiva política podría convertirse en su carta de presentación definitiva dentro del aparato nacional del Partido Demócrata.

Sea cual sea el resultado, esta elección se convertirá en un caso de estudio de cómo un estado puede convertirse en laboratorio para definir el poder político del país. Porque en política, como en el ajedrez, no basta con tener buenas piezas: hay que jugar bien.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press