Thuingaleng Muivah vuelve a casa: el conflicto Naga y un regreso cargado de historia y esperanza

Después de más de cinco décadas, el histórico líder insurgente visita su tierra natal en India mientras las negociaciones de paz continúan estancadas

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El 22 de octubre de 2025, un helicóptero descendió en el cielo despejado del distrito Ukhrul, en el remoto estado de Manipur, noreste de India. Mientras las aspas rompían el aire, miles de personas agitaban una bandera azul cruzada por un arcoíris con una estrella blanca en la esquina superior izquierda: la bandera Naga. El símbolo ondeaba para recibir a una figura legendaria: Thuingaleng Muivah, líder del Consejo Nacional Socialista de Nagaland (Isak-Muivah) o NSCN (IM), insurgente, negociador de paz y, para muchos, símbolo viviente del orgullo y la resistencia Naga.

El regreso del hijo pródigo

Muivah, de 91 años, pisó suelo natal por primera vez oficialmente en más de 50 años. Desde su salida en 1964 para sumarse a la lucha armada por la independencia del pueblo Naga, solo había hecho una fugaz visita en 1973. Su intento de regresar en 2010 fue impedido por el gobierno estatal de Manipur, provocando fuertes protestas y varios muertos.

La escena de hoy fue completamente diferente. Hombres y mujeres ataviados con los atuendos tradicionales Naga, con lanzas en mano y penachos en la cabeza, celebraron en un ambiente de júbilo. Niños de escuela lo esperaban ondeando la bandera. Muivah fue recibido como un héroe retornando a su tribu, como el padre de una nación todavía por nacer.

Una lucha de siete décadas

La rebelión Naga es una de las insurgencias más antiguas del sur de Asia. Comenzó poco después de la independencia de la India en 1947. Los Naga, una comunidad indígena compuesta por múltiples tribus distribuidas entre Nagaland, Manipur, Assam y partes de Myanmar, se consideraban distintos cultural, étnica y políticamente del resto de India.

En 1956, surgió el grupo insurgente National Socialist Council of Nagaland como brazo armado del movimiento separatista. La lucha armada se intensificó en las décadas siguientes. Uno de sus nombres más icónicos surgió pronto: Thuingaleng Muivah, quien junto con Isak Chishi Swu, fundó el NSCN (IM) en 1980 tras una escisión ideológica del grupo original.

El largo camino hacia la paz

En 1997, después de décadas de violencia, el NSCN (IM) firmó un alto al fuego con el gobierno de India. Desde entonces se han mantenido negociaciones intermitentes con el gobierno central, pero sin resultados concretos. La raíz del estancamiento: la exigencia por parte del NSCN (IM) de un territorio Naga unificado, una constitución propia y el reconocimiento oficial de la bandera Naga.

“No queremos una solución sin honor”, ha reiterado Muivah en múltiples ocasiones. Para los miles de Nagas que lo apoyan, su causa va más allá de la autonomía: es una cuestión de identidad, dignidad y justicia histórica.

Una visita con alto simbolismo político

La llegada de Muivah a Ukhrul no solo fue un evento festivo: fue un acto político cargado de simbolismo. En un momento en que las conversaciones de paz están estancadas y los sentimientos nacionalistas resurgen en el noreste indio, la visita manda un mensaje claro al gobierno de Nueva Delhi: el pueblo Naga no ha olvidado sus demandas y su lucha sigue viva.

No debe subestimarse el poder simbólico de este gesto. En culturas tribales como la Naga, el regreso al hogar es tanto espiritual como político. En términos más amplios, esto podría reconfigurar dinámicas regionales que involucren a otros grupos étnicos que también buscan representación.

La fractura compleja de Manipur

El conflicto Naga no puede entenderse sin considerar el frágil equilibrio étnico del estado de Manipur. Allí conviven los Meitei, grupo étnico mayoritario en el valle central, con los Kukis y los Nagas, que dominan las colinas del estado.

Históricamente, tanto los Meiteis como los Kukis han temido que un arreglo que otorgue poder o territorio adicional a los Nagas erosione sus propias reivindicaciones. Esto ha llevado a una competencia étnica y política que ha derivado en violencia y desplazamientos en más de una ocasión.

Del Kalashnikov al micrófono: de insurgente a estadista

“Muivah ya no es solo un comandante guerrillero, sino un estadista de facto entre los Nagas”, afirma el analista político indio Sanjoy Hazarika. Su papel en las negociaciones de paz lo ha transformado en una figura bisagra entre la generación de combatientes veteranos y una juventud que, aunque aún orgullosa de su historia, está cada vez más integrada al tejido económico de la India.

Eso no significa que haya unanimidad. Diversos grupos nacidos de escisiones del NSCN critican la estrategia de negociación de Muivah, acusándolo de inflexibilidad o oportunismo político. No obstante, sigue siendo el interlocutor principal con el gobierno central.

¿Qué futuro para el pueblo Naga?

Los desafíos no son menores. El primer ministro indio, Narendra Modi, ha celebrado públicamente los avances de las conversaciones con el NSCN (IM), pero el hecho de que la Constitución india no reconozca símbolos o estructuras paralelas de soberanía limita profundamente las demandas Nagas.

En 2015, se firmó un pretendido “Acuerdo Marco” entre las partes, pero nunca se hizo público su contenido. Desde entonces, los avances han sido lentos. Parte del problema radica en asegurar un acuerdo que sea aceptado no sólo por el gobierno central, sino también por los gobiernos estatales afectados —especialmente Manipur— y los otros grupos tribales y étnicos que coexisten con los Nagas.

Además, en la era post-pandémica, el noreste de India ha visto un aumento en la presencia militar y vigilancia, lo cual alimenta el resentimiento en comunidades que sienten que no son tratadas como iguales dentro del estado indio.

Un pueblo entre dos mundos

La visita de Muivah subraya la tensión entre tradición y modernidad. El desfile tradicional, las lanzas, las canciones tribales y los estandartes contrastan con un helicóptero moderno, vehículos de seguridad y discursos diplomáticos. Los Nagas de hoy navegan entre ese doble anclaje: una memoria cultural poderosa y la creciente integración global de las nuevas generaciones.

Según datos de The Times of India, más del 60 % de los jóvenes Nagas entre 18 y 25 años afirman sentirse tanto indios como Nagas. Esta dualidad de identidad es compleja, pero también representa una oportunidad: forjar una nueva forma de coexistencia que no implique ni sumisión ni separación total.

La lucha continúa, pero con nuevas armas

No hay duda de que la llegada de Muivah ha revitalizado ánimos en Nagaland y Manipur. Pero en lugar de balas y barricadas, ahora la batalla se libra en las mesas de negociación, en los tribunales, en las redes sociales y en las urnas. La lucha Naga por dignidad se ha desplazado del monte a la política institucionalizada.

Muivah, al borde de los 92 años, quizá no vea el desenlace de lo que comenzó hace más de medio siglo. Pero su regreso a casa indica un cambio: el pasado violento ha dado paso —con mucho esfuerzo— a la posibilidad de una paz negociada.

Y en Ukhrul, donde los niños siguen levantando la bandera Naga con entusiasmo, esa esperanza sigue viva.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press