Trump y el príncipe saudí preparan una visita clave: ¿alianza estratégica o símbolo de intereses cruzados?

El primer viaje de Estado del segundo mandato de Trump podría sellar acuerdos económicos y de seguridad con Arabia Saudita. ¿Qué está en juego para ambas potencias?

Una visita con mucho en juego

La Casa Blanca se encuentra inmersa en los preparativos para recibir al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, en lo que será la primera visita oficial de un jefe de Estado en el segundo mandato del presidente Donald Trump. Según fuentes cercanas a la gestión del viaje, este está tentativamente programado para llevarse a cabo del 17 al 19 de noviembre en Washington, aunque las fechas podrían cambiar.

Más allá del protocolo y la pompa diplomática, esta visita representa algo mucho más profundo: el fortalecimiento de una relación bilateral que ha evolucionado en las últimas décadas desde la dependencia energética hasta convertirse en una asociación estratégica multifacética en comercio, defensa e incluso política regional.

Una relación de décadas: petróleo, armas y geopolítica

EE.UU. y Arabia Saudita han sido aliados desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt se reunió con el rey Abdulaziz Ibn Saud a bordo del USS Quincy en 1945. Desde entonces, a pesar de las diferencias ideológicas y culturales, ambos países han encontrado motivos suficientes para mantener una alianza basada principalmente en el petróleo, la compra de armas y el interés por contrarrestar amenazas regionales, como Irán.

Durante su primer mandato, Trump fortaleció esta alianza, realizando su primer viaje oficial como presidente a Arabia Saudita en 2017. Allí firmó un paquete de acuerdos que, según la Casa Blanca, incluyó ventas de armas por más de 110 mil millones de dólares y compromisos económicos de hasta 350 mil millones en 10 años.

Ahora, todo indica que Trump intentará consolidar ese vínculo con nuevos acuerdos comerciales y, posiblemente, un inédito pacto de seguridad que podría convertir a Arabia Saudita en una especie de “socio militar preferente” fuera de la OTAN.

El posible pacto de seguridad: ¿un mini-OTAN en el Golfo?

De todas las posibles negociaciones que podrían cerrarse durante la visita del príncipe heredero, el más controvertido es probablemente el acuerdo de seguridad bilateral que Arabia Saudita lleva años buscando. Este pacto podría garantizar asistencia militar estadounidense en caso de ataque contra el reino saudí, un punto clave para Riad ante la amenaza persistente de Irán y sus aliados chiítas en Yemen y otras zonas del Golfo.

Trump ya firmó una orden ejecutiva reciente ofreciendo garantías de seguridad a Qatar —vecino y también aliado estratégico— tras el ataque israelí contra la cúpula de Hamás en Doha. Algunos analistas consideran esto como un gesto previo que pavimenta el camino hacia un acuerdo más amplio con Arabia Saudita.

“Para los saudíes, contar con la protección oficial de Estados Unidos es una prioridad geopolítica”, indicó Bruce Riedel, exanalista de la CIA y experto en Medio Oriente del Instituto Brookings. “Pero hay complicaciones, especialmente en el Congreso, donde los demócratas y algunos republicanos moderados se oponen a formalizar relaciones tan estrechas con una monarquía autoritaria.”

Un príncipe con agenda propia

Mohammed bin Salman (MBS), de 38 años, es el actor fuerte en Arabia Saudita y arquitecto del plan Visión 2030, un ambicioso proyecto económico y social que busca diversificar la economía saudí más allá del petróleo. Ha promovido reformas internas como permitir que las mujeres conduzcan y abrir espacios de entretenimiento público, pero también enfrenta críticas profundas por violaciones a derechos humanos, incluida la ejecución del periodista Jamal Khashoggi en 2018 dentro del consulado saudí en Estambul.

A pesar del escándalo internacional, MBS ha sido reintegrado lentamente en la escena diplomática global. Su visita a EE.UU. sería una señal clara de que el presidente Trump apuesta por los lazos estratégicos por encima de los conflictos éticos.

“Trump siempre ha sido pragmático en política exterior. Para él, los negocios y la seguridad son prioridad”, comentó Elise Labott, excorresponsal de política exterior de CNN. “No le tema al backlash mediático si a cambio consigue victorias económicas o acuerdos energéticos.”

¿Qué acuerdos podrían firmarse?

Aunque no se han anunciado públicamente los puntos de la agenda bilateral, fuentes cercanas afirman que gran parte de los documentos a firmar tendrán carácter comercial. Dos focos clave son:

  • Inversión saudí en infraestructuras estadounidenses: incluyendo potencial participación en proyectos de energía renovable, transporte y tecnología de punta.
  • Expansión del acuerdo económico estratégico: inicialmente firmado en Riad en 2017 durante la visita de Trump y que podría ser relanzado con nuevas metas.

Además, hay fuertes rumores sobre licencias para que empresas estadounidenses participen en megaconstrucciones dentro de Arabia Saudita, como el proyecto NEOM, una ciudad futurista estimada en 500 mil millones de dólares.

Por otro lado, está en discusión un acuerdo entre la Trump Organization y socios saudíes para desarrollar un complejo inmobiliario de lujo valorado en mil millones de dólares. Este anuncio podría coincidir con la visita.

Política doméstica e impacto electoral

Para Trump, un evento de alto calibre internacional como este le permite cambiar el foco de atención de los conflictos internos que atraviesa su segundo mandato. Con una economía con signos de enfriamiento, una oposición unificada en torno a la reforma sanitaria y un Congreso dividido, Trump puede necesitar estos logros diplomáticos para alimentar su narrativa de éxito internacional y mostrar liderazgo firme en año electoral.

Pero la visita también reavivará posturas críticas. Activistas de derechos humanos y miembros del Partido Demócrata ya han solicitado al gobierno impedir una alfombra roja diplomática para el príncipe. “Recibir a MBS sin ningún tipo de crítica es validar su historial de represión”, declaró el senador demócrata Tim Kaine.

Una relación compleja y estratégica

La posible visita del príncipe saudí no solo tiene implicaciones económicas, sino que forma parte de un tablero geopolítico mucho más grande. En un mundo multipolar, con China y Rusia influyendo cada vez más en la región del Golfo, mantener una alianza con Arabia Saudita es vital para Washington.

Arabia Saudita, por su parte, sabe cómo jugar su mano. Ha aumentado vínculos comerciales con China —de quien es el principal proveedor de petróleo— e incluso ha iniciado conversaciones con Irán para reducir tensiones. En este contexto, MBS usará la visita a Washington para reafirmar su importancia global y lograr que EE.UU. le dé lo que busca: legitimidad internacional, protección militar y acceso a tecnología avanzada.

¿Será suficiente una firma de acuerdos para blindar esta relación a largo plazo? ¿O estamos viendo un acercamiento pragmático que podría volverse volátil frente a la política cambiante de ambos países?

Sea cual sea el resultado, una cosa está clara: la visita de Mohammed bin Salman será un momento clave para la política exterior de Trump y una prueba más de cómo el poder, el comercio y la geopolítica siguen entrelazados en el siglo XXI.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press