Bangladesh al borde del abismo: represión política, regreso islamista y elecciones en jaque
El hijo de la ex primera ministra Hasina lanza duras críticas al gobierno interino de Yunus y alerta de una crisis democrática sin precedentes
Bangladesh, una nación de 170 millones de habitantes en el sur de Asia, atraviesa una de las coyunturas políticas más turbulentas desde su independencia en 1971. La caída del gobierno de Sheikh Hasina tras una revuelta liderada por estudiantes ha desencadenado una cascada de eventos que amenaza con desestabilizar totalmente al país. La lucha por el control del poder, las acusaciones de crímenes contra la humanidad, el regreso del islamismo más conservador y una elección prevista para 2026 sin garantías de transparencia dibujan un presente incierto y preocupante.
Una caída estrepitosa y un exilio forzado
Sheikh Hasina, quien gobernó Bangladesh de forma casi continua durante 15 años, fue forzada a dejar el poder en 2025 tras una revuelta que comenzó en las universidades y rápidamente se expandió por todo el país. Según cifras estimadas por un asesor de salud del gobierno interino, hasta 800 personas murieron durante las protestas, aunque informes de la ONU elevan esa cifra hasta 1.400 víctimas.
En medio de esta crisis, Hasina y su familia huyeron del país. Desde su exilio en India, enfrenta acusaciones por delitos graves, incluidos crímenes contra la humanidad y corrupción. A principios de 2026, un fiscal solicitó la pena de muerte en su contra, en un proceso que ha sido calificado como un "juicio político" por sus simpatizantes.
El ascenso de Muhammad Yunus: ¿pacificador o persecutor?
Con la caída de Hasina, Muhammad Yunus —reconocido internacionalmente por ganar el Premio Nobel de la Paz en 2006 por su labor con el microcrédito— fue nombrado líder del gobierno interino. Aunque inicialmente fue visto como una figura conciliadora, su gobierno ha estado marcado por decisiones represivas, especialmente contra el partido Awami League de Hasina.
En mayo de 2025, el gobierno interino prohibió formalmente las actividades del partido de Hasina y arrestó a numerosos altos mandos. Los informes denuncian que más de 30.000 simpatizantes estarían detenidos sin derecho a defensa ni juicio justo. Además, testigos denuncian que al menos 31 activistas habrían fallecido en custodia.
“Una elección sin la Awami League es una farsa”
Sajeeb Wazed Joy, hijo de Hasina y exasesor del gobierno, dio declaraciones desde Washington D.C. en las que acusa frontalmente al gobierno de Yunus de querer instaurar un régimen manipulado, auspiciado por fuerzas islamistas y excluyente.
“Una elección sin el Awami League será una burla a la democracia [...] No habrá legitimidad nacional ni internacional”, advirtió Joy, quien vive en Estados Unidos desde hace 30 años.
También denunció que la represión desatada tras las protestas de 2025 ha servido para ejecutar lo que él califica como una “cacería de brujas” contra su madre y su partido. Además, criticó que el gobierno interino haya otorgado inmunidad legal a los manifestantes violentos mientras persigue ferozmente a los miembros del anterior gobierno y sus aliados.
Derechos humanos en juego
Organizaciones internacionales como Human Rights Watch y el Committee to Protect Journalists han publicado cartas dirigidas al gobierno de Yunus en las que exigen el fin inmediato del veto al Awami League. Denuncian que la represión vulnera derechos fundamentales como la libertad de asociación, expresión y reunión.
“El récord de derechos humanos de este régimen es brutal”, sentenció Joy. Agregó que, además de los activistas, las minorías religiosas, en particular los hindúes, han sido víctimas de persecución sistemática.
La sombra del islamismo
Uno de los cambios más inquietantes en el escenario político de Bangladesh es el regreso de Jamaat-e-Islami, el principal partido islamista del país, proscrito durante décadas por su perfil ultraconservador y su presunta participación en crímenes durante la guerra de independencia.
Bajo el amparo del gobierno de Yunus, Jamaat y otros grupos afines han refundado redes, organizado marchas masivas y buscan alianzas con corrientes aún más radicales. Analistas políticos han advertido que, ante la desintegración de la izquierda moderada, los islamistas podrían convertirse en una fuerza dominante en la próxima elección si no se revierte la tendencia.
Una oposición atomizada e ineficaz
El otrora poderoso partido Jatiya, que representaba una tercera vía en el espectro político de Bangladesh, está prácticamente disuelto. Su sede fue incendiada y sus reuniones bloqueadas por la policía. Por otro lado, el Bangladesh Nationalist Party (BNP), principal rival de Hasina, aún mantiene algo de presencia, aunque debilitada.
Esta fragmentación, sumada al vacío dejado por el Awami League, deja un espacio libre para que grupos no democráticos avancen posiciones. Como bien dijo Joy en su entrevista, “los islamistas saldrán ganando si el país sigue en inestabilidad”.
¿Una transición democrática imposible?
Bangladesh se define oficialmente como una democracia parlamentaria. Sin embargo, el último año ha dejado en evidencia que las instituciones están frágilmente sostenidas. La Comisión Electoral aún no ha emitido reglas claras sobre cómo se desarrollarán los comicios de 2026, ni ha dado garantías de participación equitativa.
Además, el mismo hecho de que el principal partido del país esté fuera del tablero político convierte cualquier elección en una pantomima. Incluso si se levantara el veto a último momento, el Awami League no tendría capacidad real para movilizarse, organizarse ni competir de manera justa.
Perspectivas internacionales: ¿indiferencia o presión?
La comunidad internacional ha mantenido una posición ambigua. Mientras organismos de derechos humanos elevan sus denuncias, los países con mayor influencia en la región —como Estados Unidos, China e India— han optado por una línea de cautela diplomática. Algunos expertos sugieren que, ante el crecimiento del yihadismo en Asia, ciertas potencias prefieren a Yunus como un mal menor.
No obstante, si la situación no mejora y se evidencia que la elección fue fraudulenta, podrían activarse mecanismos de presión como sanciones económicas o la suspensión de asistencia internacional.
¿Qué puede pasar ahora?
- Si el veto al Awami League se mantiene, las elecciones de 2026 probablemente no serán reconocidas por la comunidad internacional.
- Un eventual regreso de Hasina dependerá de decisiones judiciales —muy probablemente motivadas políticamente— difíciles de revertir.
- La atomización de los partidos tradicionales abre la puerta a una coalición islamista sin precedentes desde los años 80.
Bangladesh está en una encrucijada. Entre democracia y autoritarismo, entre modernidad y fundamentalismo, entre justicia y revancha. Lo que decida su pueblo —si se le permite elegir libremente— marcará no solo el rumbo del país, sino el equilibrio geopolítico del sur de Asia durante las próximas décadas.
