Casas Refugio y Resiliencia Comunitaria: Houston Ante el Colapso Eléctrico
Cuando las redes fallan, los vecinos se salvan entre sí. La innovadora respuesta comunitaria al apagón de Texas demuestra que la preparación y la energía solar pueden marcar la diferencia.
Un puerto en la tormenta: la historia de Doris Brown
Una noche calurosa de verano en 2023, Doris Brown dormía tranquilamente cuando un vecino golpeó su puerta. “Mira afuera, no hay luces… en ningún lado”, le dijo. Mientras todo su vecindario en el noreste de Houston se encontraba a oscuras por un apagón, su casa seguía encendida gracias a un sistema de paneles solares y baterías. Brown, preparada para situaciones como esta, no dudó: “Llama a todos”, instruyó. Y pronto, su hogar se convirtió en un refugio de emergencia para unas 15 personas que cargaron sus celulares, se ducharon, cocinaban y descansaron. “Dormía gente por todos lados”, recuerda con una sonrisa. Excepto por un detalle: “Me dejaron sin snacks”.
El concepto de ‘casas refugio’
La casa de Brown es una de las siete ‘hub homes’ en un programa piloto en Houston diseñado para ofrecer seguridad durante desastres climáticos y cortes de energía. A diferencia de los refugios tradicionales como centros comunitarios, estas son casas de vecinos, reforzadas con paneles solares, baterías y suministros básicos. La filosofía del proyecto es simple pero poderosa: “Es nosotros ayudándonos entre nosotros”, declara Brown.
Impulsado en parte por el recuerdo de la tormenta invernal Uri de 2021 —que paralizó la red eléctrica de Texas y provocó 246 muertes según el Departamento de Servicios de Salud estatal—, el programa busca capacitar a las comunidades más afectadas y olvidadas por décadas de negligencia institucional.
Cómo surgió la iniciativa
Todo comenzó tras el desastre que dejó Uri. En apenas cinco días sin energía, personas dependientes de oxígeno o insulina murieron al no poder usar sus aparatos médicos. Además, al menos 19 fallecieron por monóxido de carbono al intentar calentarse con parrillas o generadores.
West Street Recovery (WSR), una organización sin fines de lucro formada tras el huracán Harvey, vio la necesidad de crear resiliencia a pequeña escala. Compraron generadores y buscaron residentes dispuestos a compartirlos. Doris Brown fue una de las primeras en ofrecer su casa.
La alianza solar y sus obstáculos
La asociación entre WSR y Solar United Neighbors (SUN), una organización nacional, permitió financiación a través del Hive Fund para equipar casas con paneles solares y baterías gratuitamente. Pero instalar no era tan sencillo: techos dañados impidieron inicialmente el uso de paneles, y los ‘capitanes de casa refuerzo’ necesitaban entrenamiento en cómo gestionar sus sistemas para evitar agotar las baterías.
“Hay que construir confianza”, explica David Espinoza, capitán de una de las casas y co-director de organización comunitaria en WSR. Espinoza tocó puerta por puerta en un vecindario precavido. Hoy, su ‘roster’ incluye una docena de personas, aunque cualquiera en necesidad puede acudir. El proyecto prioriza ancianos, personas con niños y condiciones médicas.
Además de salvar vidas, las casas solares tienen un beneficio adicional: reducen las emisiones de carbono y bajan considerablemente el costo de la electricidad. Espinoza dice que su factura se redujo a la mitad.
“Capital social”: el ingrediente oculto de la resiliencia
Para expertos como Renae Hanvin, directora de Resilient Ready, el componente más importante de estos programas no son los paneles solares, sino la confianza entre vecinos. “El capital social es el eslabón perdido en la preparación ante desastres”, asegura.
En momentos de emergencia, los primeros en responder no son los socorristas, sino los vecinos. Hanvin los llama “cero respondedores”. Desde esta perspectiva, las casas refugio no solo suministran energía, sino que reconstruyen el tejido social roto por la urbanización moderna.
Un modelo replicable y complementario
En el ideal compartido por SUN y WSR, las casas refugio deberían complementarse con centros de resiliencia: escuelas, iglesias o centros comunitarios equipados con generadores y recursos para albergar más personas. Como dice Dori Wolfe, asociada de SUN: “Las casas refugio son nodos. Los centros deben estar al centro de esa red”.
El revés inesperado: cancelación del programa federal
El mayor revés para este proyecto llegó en agosto de 2025, cuando la Agencia de Protección Ambiental (EPA) canceló el programa Solar for All, que iba a financiar la expansión del proyecto a 30 casas y un centro de resiliencia en el área metropolitana de Houston. La EPA, ahora dirigida por Lee Zeldin, argumentó falta de autoridad legal tras una reforma fiscal promovida por Donald Trump.
La cancelación provocó una ola de demandas, incluyendo al estado de Texas, Harris County y la propia SUN. “Es un golpe tremendo”, lamenta Sam Silerio, director de programas de SUN. “Estábamos listos para ayudar a más de 900,000 hogares de bajos ingresos”.
El enojo es compartido localmente. Jesse Dickerman, administrador interino del condado de Harris, expresó: “Nos han quitado la alfombra justo cuando más vulnerables somos”.
Más allá del gobierno: el futuro del proyecto
Sun y WSR insisten en que el fin de la vía federal no implica el fin del proyecto. Están activamente buscando donaciones privadas y alternativas de financiamiento. Espinoza lo resume así: “Ha sido de gran ayuda para la comunidad. Será más difícil sin los fondos, pero no imposible”.
Datos y futuro: la necesidad de adaptarse al clima extremo
- En 2022, EE. UU. sufrió un récord de 18 eventos climáticos extremos con pérdidas superiores a $1 mil millones cada uno. (NOAA)
- Las interrupciones de energía han aumentado drásticamente. En 2013, el promedio era de 168 minutos por cliente. En 2020, ya eran 480 minutos. (EIA)
- El 68% de los apagones largos (más de 8 horas) se deben a eventos meteorológicos, especialmente tormentas, huracanes y olas de frío. (RMI.org)
Ante este contexto, iniciativas como las casas refugio representan un microcosmos de innovación social frente al cambio climático. Lo que empezó como respuesta a un apagón, se ha convertido en símbolo de esperanza y empoderamiento comunitario.
Como dijo Doris Brown: “Que entren todos. Es mi casa, pero también es su refugio”. Y en un mundo cada día más impredecible, esa solidaridad puede ser lo que verdaderamente mantenga encendida la luz.
