El escándalo del póker en Manhattan: tecnología, mafia y celebridades en la mesa
Una red de apuestas ilegales operada con alta tecnología y figuras de la NBA revela cómo se mezclan crimen organizado, deporte y fraude en los juegos clandestinos de alto nivel
El lado oscuro del póker de lujo
En Manhattan, tras persianas de lujo y sótanos exclusivos, una red de juegos de póker ilegales ha sido desarticulada. Lo sorprendente no es sólo la participación de figuras reconocidas del baloncesto —como el entrenador de la NBA Chauncey Billups y el exjugador Damon Jones—, sino las tácticas de alto nivel utilizadas para hacer trampa, que mezclaban tanto tecnología de punta como violencia clásica atribuida a las mafias italoamericanas.
Los fiscales describen una operación que recuerda más a una película de James Bond que a las partidas comunes de Texas Hold’em. Sin embargo, lo curioso es que, al final, lo que facilitó el fraude fue una combinación de tecnología innovadora y viejas prácticas mafiosas.
Cuando las cartas están marcadas desde el principio
El juego protagonista fue el popular Texas Hold’em, una modalidad en la que se reparten dos cartas a cada jugador y se juegan cinco cartas comunitarias. Su simplicidad, comparada con otras variantes de póker, facilitó la manipulación por parte de los acusados. Desde el reparto hasta la señalización, todo estaba cuidadosamente orquestado.
Según la acusación, se usaron barajadores trucados capaces de determinar la posición exacta de las cartas tras el barajeo. Esta información se transmitía de manera remota a un cómplice fuera del lugar, quien la reenviaba a un jugador en la mesa, apodado "el quarterback", mediante su teléfono móvil. Él, a su vez, usaba señales no verbales para alertar a los demás integrantes del complot sobre cómo apostar.
Las herramientas del fraude: entre la ciencia ficción y la nostalgia mafiosa
Dentro del arsenal tecnológico usado para burlar el juego, las autoridades destacan:
- Mesas con rayos X capaces de leer las cartas desde abajo.
- Cámaras ocultas en las bandejas de fichas con conexión remota.
- Lentes de contacto y gafas que podían identificar marcas invisibles en las cartas.
Todo esto ocurría en entornos exclusivos, como "The Lexington Avenue Game", donde ricos empresarios eran atraídos por la promesa de jugar con celebridades deportivas. A estos incautos los llamaban "fish", en la jerga del póker: los pececitos fáciles de atrapar.
En una jugada más sucia aún, no todos los jugadores sentados eran simples apostadores. Algunos, como los llamados "face cards" —entre ellos los exjugadores de la NBA— estaban en connivencia con los operadores para darle legitimidad al juego y aumentar la motivación de las víctimas a apostar grandes cantidades.
Una red con raíces en La Cosa Nostra
Lo más escalofriante del caso no es solo el uso de tecnología avanzada, sino su vínculo con viejos conocidos del crimen organizado: familias mafiosas de La Cosa Nostra. La acusación indica que había mecanismos clásicos de recuperación de deudas, incluyendo intimidación física y extorsiones violentas.
En al menos una ocasión, dos operadores del juego golpearon a un jugador para cobrarle el dinero perdido en una noche amañada. Y ese no fue el único método coercitivo: también se empleaban empresas fantasma para lavar el dinero y disfrazar los ingresos ilegales.
¿Celebridades o cómplices?
Chauncey Billups, actual entrenador de los Portland Trail Blazers, ha sido acusado de participar en la conspiración. El mismo fue identificado como una figura de atracción, diseñada para atraer a jugadores —y víctimas— al juego. También se acusa al exasistente de entrenador y exjugador Damon Jones, con otra línea paralela de fraude basada en el uso de información confidencial para apostar en partidos de la NBA.
La fiscalía federal ha evitado identificar públicamente a las víctimas, solo diciendo que se trataba de personas adineradas que llegaban a perder desde decenas hasta cientos de miles de dólares en una sola noche.
Un fraude de $7 millones… seguramente subestimado
El monto total del fraude se calculó en aproximadamente $7 millones, aunque expertos en delitos de apuestas creen que este número podría ser considerablemente mayor dada la extensión de la red y la duración de las operaciones.
“Este tipo de estafas no se desmantelan en un par de meses. Son operaciones que pueden durar años, con usuarios regulares, reglas difusas y mucho miedo a denunciar”, —James Trucchi, autor del libro Underworld Poker.
Además, las dinámicas de los juegos ilegales hacen extremadamente difícil para los jugadores defraudados acudir a la justicia, por temor a represalias o por no querer admitir que estuvieron participando en una actividad ilícita.
El regreso del crimen organizado a las apuestas de alto nivel
Aunque el crimen organizado nunca se ha alejado completamente del mundo del juego, en los últimos años su participación en plataformas online, casas de apuestas deportivas y torneos clandestinos ha retomado fuerza gracias a la tecnología.
Según el FBI, las redes mafiosas han evolucionado para adaptarse al juego en línea, el uso de criptomonedas, y tecnologías disruptivas que dificultan su rastreo.
Pero como muestra este caso, el uso de sistemas digitales no sustituye los viejos métodos mafiosos de intimidación, violencia y manipulación social. Las “caras conocidas” del deporte sirven como fachada, mientras por detrás operan las mismas estructuras de poder que en las décadas de los 70 y 80.
¿Y ahora qué sigue?
La situación legal de Billups y Jones aún está por resolverse. Hasta el momento, sus abogados no han emitido declaraciones contundentes ni han aceptado responsabilidad. Las investigaciones continúan, y los fiscales han indicado que no se descarta una posible ramificación de este caso hacia apuestas deportivas vinculadas al desempeño de equipos de la NBA.
Además, el caso ha vuelto a poner sobre la mesa el cuestionamiento ético sobre la participación de celebridades en juegos de azar ilegales y en actividades con presencia de crimen organizado. ¿Cómo afecta esto a la imagen de ligas profesionales? ¿Qué responsabilidad tienen estas figuras sobre su influencia en el público y en sus fanáticos?
Un espejo de nuestra cultura de apuestas y estatus
Al final, el caso refleja algo más que un fraude complejo. Es también un espejo de una cultura en la que el acceso al poder, el estatus y la tecnología se combinan para explotar sueños y ambiciones.
La fascinación por lo exclusivo —jugar con estrellas, apostar grandes cifras, disfrutar del riesgo— alimenta una industria subterránea donde el juego justo se vuelve una ilusión.
Y en medio de eso, las verdaderas cartas marcadas no están en la baraja, sino en las intenciones ocultas de quienes manejan el juego.