La guerra económica contra Rusia: ¿Son las nuevas sanciones la clave para frenar a Putin?

La UE se une a EE. UU. en una ofensiva sin precedentes contra la columna vertebral financiera del Kremlin

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Un nuevo capítulo en la ofensiva global contra Moscú

Con más de tres años de guerra en Ucrania y la invasión rusa aún sin una resolución cercana, la Unión Europea y Estados Unidos han intensificado su ofensiva económica contra Moscú. En una medida coordinada, ambas potencias han impuesto una nueva batería de sanciones diseñadas para asfixiar la principal fuente de ingresos del gobierno de Vladimir Putin: la industria energética.

Desde Bruselas, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski celebró las iniciativas como una “señal importante” para el mundo. “Esperamos esto. Dios quiera que funcione. Es muy importante”, declaró ante los medios, reflejando el clamor de Kiev por una presión internacional más severa.

El objetivo: cortar la sangre económica del Kremlin

El elemento central de estas medidas está claro: estrangular los ingresos energéticos de Rusia, que representan aproximadamente el 45% del presupuesto federal del país, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE).

Las nuevas sanciones afectan a gigantes energéticos como Rosneft y Lukoil, prohíben la cooperación tecnológica y comercial con refinerías y limitan el uso de la “flota fantasma rusa”, una red de buques tanqueros que intenta evadir restricciones marítimas utilizando técnicas como el cambio de bandera o el apagado de transpondedores.

Además, la UE ha decidido restringir las operaciones diplomáticas rusas en su territorio, limitando los movimientos del personal y reforzando la vigilancia sobre sus actividades.

La lentitud de la diplomacia europea y la presión del tiempo

A pesar del acuerdo final, las negociaciones para esta ronda de sanciones tardaron semanas en materializarse. Bruselas ha aprobado ya 18 paquetes sancionadores desde 2022, pero las diferencias internas entre los 27 Estados miembros dificultan el consenso. Países como Hungría y Eslovaquia, con mayor dependencia del gas ruso, suelen poner obstáculos a medidas más agresivas.

El experto en políticas energéticas Lionel Michel señala: “Europa ha aprendido a diversificarse energéticamente, pero las relaciones históricas con Rusia todavía influyen en la toma de decisiones. El tiempo juega a favor de Putin en cuanto más dudas haya en el bloque.”

Sanciones de EE. UU. lideradas por Trump: más allá de la retórica

El presidente Donald Trump dio un paso más el miércoles anterior al anunciar sanciones específicas contra Rosneft y Lukoil. Aunque las acciones se engloban en lo que él denomina una campaña de ‘máxima presión’, la medida también se interpreta como una forma de demostrar liderazgo internacional de cara a un posible nuevo mandato presidencial en 2028.

“No quiero una reunión desperdiciada con Putin”, declaró Trump suspendiendo un encuentro planeado. “Vamos a actuar, no titubear.”

Los analistas califican esta postura como una vuelta a la realpolitik trumpiana, en la que el impacto económico tiene precedencia sobre los acercamientos diplomáticos cuando no se logra rendición.

La guerra sigue: línea del frente y ataques mutuos

Mientras la diplomacia occidental afina sus herramientas, en el terreno el conflicto permanece estancado. El frente de batalla se extiende a lo largo de 1.000 kilómetros en el este y sur de Ucrania. Rusia ha intensificado los ataques contra la infraestructura energética ucraniana, mientras las fuerzas de Kiev responden golpeando refinerías y fábricas rusas.

En este contexto, las sanciones se vuelven una parte clave del arsenal no militar. Al afectar el financiamiento del Kremlin, se busca reducir la capacidad operativa del ejército ruso y, al mismo tiempo, evitar un colapso económico que podría desestabilizar aún más la región.

“La estrategia parece ser prolongar la capacidad militar ucraniana mientras se agota la resistencia financiera rusa”, explica Marie Chalot, analista del think tank ECFR.

La respuesta de Moscú: simulacros nucleares y evasión de sanciones

Putin no ha tardado en responder, pero no desde la diplomacia. Esta semana ordenó nuevos ejercicios de las fuerzas nucleares estratégicas de Rusia, una advertencia calculada dirigida a sus adversarios occidentales.

Por otro lado, Rusia ha mostrado gran habilidad para esquivar las sanciones: el comercio con países no alineados ha aumentado, y empresas pantalla en Emiratos Árabes Unidos, India y Turquía han permitido poner en circulación petróleo ruso con etiquetas alternativas. Aun así, el proceso se ha vuelto más costoso y menos eficiente.

Zelenski busca una coalición global más amplia

Más allá de Europa y Estados Unidos, Ucrania presiona para que otros países intensifiquen sus sanciones. Desde Bruselas, Zelenski sostuvo: “Este es un buen mensaje para que otros estados se unan. La justicia no es parcial, debe ser global.”

En este sentido, la diplomacia ucraniana intenta convencer a economías como Brasil, Arabia Saudita y Sudáfrica para disminuir el comercio con Moscú y aumentar su cooperación militar o humanitaria con Kiev.

Guerra prolongada, esperanzas frágiles

Tras más de 36 meses de guerra, el sentimiento predominante entre diplomáticos y analistas es que un final rápido del conflicto es improbable. Las negociaciones mediadas por Turquía y China han fracasado, y Rusia no parece dispuesta a retirarse de los territorios ocupados.

Según un informe reciente del International Institute for Strategic Studies, el conflicto ya ha cobrado más de 300.000 vidas, entre soldados ucranianos, rusos y civiles. Además, Ucrania se enfrenta a una recuperación económica devastadora, con su PIB habiendo caído un 30% desde 2021.

¿Qué sigue?

La gran pregunta es si estas nuevas sanciones funcionarán realmente. Las rondas anteriores han tenido un éxito limitado debido a la complejidad de ejecución y la resiliencia rusa. Sin embargo, ahora están más enfocadas y coordinadas.

De acuerdo con Bloomberg Economics, si se logra reducir en un 20% las exportaciones energéticas rusas, el impacto fiscal podría ser tan alto como 50.000 millones de dólares anuales, lo cual sería difícil de compensar incluso con vínculos alternativos como China.

La guerra económica ha alcanzado un punto de inflexión. Lo que está en juego ya no es solo el destino de Ucrania, sino también el equilibrio del sistema internacional basado en reglas. El tiempo dirá si la presión será suficiente para obligar al Kremlin a optar por la vía diplomática o si, por el contrario, consolidará un conflicto prolongado con nuevos frentes geopolíticos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press