La nueva hoja de ruta económica de China: ¿Una estrategia sólida o una apuesta arriesgada?
El nuevo plan quinquenal del Partido Comunista Chino apunta a la autosuficiencia tecnológica, mayor demanda interna y reafirmación del poder manufacturero. Pero, ¿podrá superar los vientos de la guerra comercial con Estados Unidos?
China muestra sus cartas: un futuro cimentado en innovación y demanda interna
En plena escalada de tensiones comerciales con Estados Unidos, el liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh) ha revelado su nueva estrategia de desarrollo quinquenal, dejando claro que pretende blindarse ante desafíos externos y reforzar su economía desde adentro. Esta visión ha sido presentada pocos días antes de un anticipado encuentro entre el presidente Xi Jinping y su entonces homólogo estadounidense, Donald Trump.
A diferencia de planes anteriores, este documento de 5.000 palabras publicado tras una reunión del Comité Central, conocida como pleno, refuerza los objetivos nacionales no solo como una respuesta preventiva a los riesgos internacionales, sino como una afirmación de soberanía económica. Como declaró Han Wenxiu, alto funcionario del partido: “En toda crisis hay una oportunidad. Estamos preparados para enfrentar tormentas peligrosas”.
Autosuficiencia tecnológica: el nuevo mantra económico
Uno de los pilares clave del nuevo plan es el impulso hacia la autosuficiencia tecnológica. Tras años de depender de tecnologías extranjeras y bajo presión de restricciones y vetos (como los impuestos a Huawei y la guerra de chips), China ahora busca liderar industrias emergentes como la inteligencia artificial, las comunicaciones 6G, la energía de hidrógeno, la biotecnología y hasta la fusión nuclear.
Zheng Shanjie, director de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, afirmó: “Estas industrias están listas para despegar. Serán el motor de la modernización de China en la próxima década”. No se trata solo de sobrevivir, sino de competir y ganar en el terreno de la alta tecnología.
Según Morgan Stanley, China ya controla un 46% de las ventas globales de vehículos eléctricos, gracias a marcas como BYD y fabricantes de baterías como CATL. Su dominio en producción y refinamiento de tierras raras —imprescindibles en la fabricación de smartphones, armas y coches eléctricos— refuerza su posición estratégica en cadenas globales de suministros.
El papel de la manufactura: de fábrica del mundo a líder en industria avanzada
China continúa siendo el principal gigante manufacturero del planeta, representando el 30% de la producción industrial global. El nuevo plan quinquenal promete mantener esa hegemonía, aunque con una transformación interna: pasar de la mano de obra barata a producción de alto valor tecnológico.
Robin Xing, economista en jefe para China en Morgan Stanley, declara que esta transición incluye sectores como robótica, vehículos eléctricos, semiconductores y producción automatizada. “China quiere convertir su músculo industrial en un eje de innovación, eficiencia y dominio internacional”, recalca.
No obstante, este panorama no está exento de conflictos. La sobreproducción, el encarecimiento de materias primas y la competencia intensa entre fabricantes está desatando guerras de precios internas. La sobrecapacidad empuja a las empresas a exportar más agresivamente, lo que solo ha intensificado las fricciones comerciales con Estados Unidos y Europa.
Una apuesta al mercado interno: ¿suficiente para revertir la desaceleración?
Con una economía que creció apenas un 4.8% en el último trimestre (la cifra más baja en casi un año) y una demanda doméstica estancada, China está decidida a fortalecer su mercado interno. Para ello, aplica subsidios a consumidores que renuevan electrodomésticos y automóviles, y fomenta la inversión en fábricas inteligentes.
No obstante, la confianza del consumidor sigue afectada por una combinación letal: crisis del sector inmobiliario, desempleo juvenil elevado y un endeudamiento doméstico que limita el gasto libre.
La estrategia apunta a un objetivo ambicioso: duplicar el tamaño de la economía entre 2020 y 2035, lo que requeriría un crecimiento promedio de entre 4% y 5% durante más de una década, según ING Bank. ¿Es realista? Dependerá, en parte, de cómo gestione el gobierno la creciente disonancia entre capacidad de producción y poder adquisitivo interno.
Xi Jinping: consolidación del poder y una purga silenciosa
El pleno también confirmó lo que muchos analistas ya notaban: una centralización aún más fuerte del poder bajo Xi Jinping. Se registró una asistencia relativamente baja a la reunión (solo 168 de los 205 miembros del Comité Central), algo inusualmente alto para una estructura jerárquica donde el ausentismo raramente es voluntario.
Según Neil Thomas, analista del Asia Society Policy Institute, esto sugiere que gran parte de los ausentes podrían estar enfrentando “problemas políticos” como parte de las purgas y la política anticorrupción del régimen. La promoción del General Zhang Shengmin y la destitución de altos mandos refuerzan la narrativa de lealtad total como criterio prioritario dentro de la élite política.
Entre sanciones, inflación y petróleo: el contexto internacional
Mientras China traza su ruta, el contexto geopolítico añade complejidad. La economía global fluctúa tras nuevas sanciones estadounidenses al petróleo ruso, lo que provocó un aumento del 5.5% en los precios del crudo. El S&P 500 y el Nasdaq respondieron con subidas de hasta 0.9% gracias a resultados positivos de empresas clave como Dow o Tesla.
No obstante, el barril de crudo sigue bajando respecto al inicio del año. El Brent se cotizaba en $65.78 y el West Texas en $61.57 la mañana del viernes. En Asia, el Nikkei japonés subió 1.5%, el Kospi de Corea del Sur marcó un récord con un 2.3% de crecimiento, y los índices chinos también se mostraron optimistas tras la confirmación de la reunión Trump-Xi.
¿Hacia dónde va China? Una opinión crítica
China tiene claro que no puede volver atrás: competirá en los niveles más altos de la cadena de valor o sufrirá una desaceleración difícil de revertir. Sin embargo, hay señales de riesgo: exceso de oferta industrial, una clase media golpeada y el creciente aislamiento geopolítico pueden socavar el éxito del plan quinquenal.
En vez de limitarse a sobrevivir en un entorno hostil, China apuesta a sacar ventaja: quiere convertirse en proveedor indispensable de tecnologías del futuro. Pero para lograrlo, deberá superar no solo las barreras internacionales, sino sus propias contradicciones estructurales.
¿Será suficiente la planificación centralizada y la disciplina partidaria para convertir a China en una tecnocracia al estilo Silicon Valley, pero sin democracia ni mercado abierto? El tiempo lo dirá. Lo cierto es que el destino económico del gigante asiático vuelve a estar en manos de unos pocos, encabezados —una vez más— por Xi Jinping.
