Mohammed Ibrahim, menor palestino-estadounidense detenido en Israel: ¿Dónde están los derechos humanos?

El caso del joven de 16 años detenido sin contacto con su familia genera creciente preocupación por el trato de Israel a menores palestinos y cuestiona la respuesta del gobierno estadounidense.

Un nombre olvidado tras los muros de una prisión militar

Mohammed Ibrahim, un adolescente palestino-estadounidense de 16 años, se encuentra detenido en una prisión israelí desde febrero. Fue arrestado a los 15 años durante una visita con sus padres a la ciudad de Ramallah, en la Cisjordania ocupada. La acusación: lanzar piedras a colonos israelíes. Una práctica, considerada por los israelíes como un acto militante, pero que muchos palestinos ven como un símbolo de resistencia frente a décadas de ocupación.

Este caso, que ha pasado desapercibido para gran parte de la opinión pública internacional, está siendo cada vez más visibilizado por organismos de derechos humanos, congresistas de EE.UU., y una familia que clama por justicia en medio de un drama que no cesa. El caso de Ibrahim está actualmente en el corazón de una batalla política y moral sobre la detención indefinida de menores palestinos, el trato que reciben en el sistema carcelario israelí, y la aparentemente tibia respuesta diplomática del gobierno estadounidense.

Una víctima colateral del conflicto

La historia de Mohammed no comienza ni termina con su arresto. Meses antes, su primo Sayfollah Musallet, de 20 años, fue golpeado hasta la muerte presuntamente por colonos israelíes en el poblado de Al Mazra as-Sharqiya, un incidente que sumió a la familia en un mar de tragedia. Según declaraciones de sus tíos y padres, dos hermanas estadounidenses se encontraron velando a uno de sus hijos mientras rogaban por la liberación del otro. "La familia está completamente insensibilizada. No hay día que no lloremos", confesó Kamel Musallet, padre de Sayfollah.

La detención: una noche de horror

El 15 de febrero, fuerzas israelíes irrumpieron en la casa de los Ibrahim durante la madrugada. Mohammed fue sacado de la cama, esposado y encapuchado. Desde entonces, su contacto con el mundo ha sido limitado a informes esporádicos proporcionados por la embajada de EE.UU. en Israel. Sus padres no lo han visto desde que fue lanzado a la parte trasera de una camioneta militar.

En una declaración jurada obtenida por su abogado palestino y difundida por su familia, el joven relató que fue golpeado con culatas de rifles durante su arresto, y que confesó bajo amenazas de más palizas. "Inicialmente me negué a confesar, pero el interrogador amenazó con ordenar que los soldados me golpearan si no cooperaba. Del miedo, terminé confesando".

Condiciones inhumanas en prisión

Mohammed ha estado en dos cárceles: la prisión de Megiddo y la de Ofer. Ambas han sido denunciadas por sus condiciones indignas. En Megiddo, los internos jóvenes duermen en pisos, carecen de fruta fresca y reciben raciones mínimas. Ha perdido peso y ha sufrido escabiosis, una infección de la piel dolorosa y contagiosa.

En abril, otro menor palestino murió en Megiddo tras pasar seis meses sin cargos en prisión preventiva. Esto reafirma los temores de la familia Ibrahim de que su hijo podría correr la misma suerte. "¿Cuál es su estado físico y mental? Es una interrogante diaria para nosotros", afirma el tío de Mohammed.

¿Por qué sigue detenido?

Según la ley militar israelí aplicada en los territorios ocupados, un menor puede enfrentar entre 10 y 20 años de prisión por lanzar piedras si se considera que puso en peligro vidas humanas. Sin embargo, la detención de Mohammed ha sido fuertemente criticada por la falta de pruebas sólidas. Su testimonio bajo coacción y la ausencia de contacto con la familia refuerzan la visión de muchos de que se trata más de un detenido político que de un criminal.

“Si su nombre fuera Michael y no Mohammed, y si no fuera palestino, ¿seguiría ahí? Creo que no”, cuestiona su tío Zeyad Kadur.

La tibia reacción de Estados Unidos

Más de 100 grupos de derechos humanos y religiosos han solicitado al Departamento de Estado que intervenga directamente. Además, 15 senadores y 12 miembros del Congreso han enviado una carta al secretario de Estado Marco Rubio y al embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee, expresando su “profunda preocupación”.

Algunos legisladores como el senador Bernie Sanders y la representante Rashida Tlaib han exigido la liberación inmediata de Mohammed. “Los derechos humanos no pueden depender de la nacionalidad de quien sufre”, señaló Tlaib.

Para agravar la situación, el senador Huckabee visitó a la familia durante el funeral de Sayfollah, prometiendo interceder por Mohammed. Tres meses después, la promesa sigue siendo solo eso.

Un patrón preocupante en el trato a menores palestinos

Según la ONG Defense for Children International-Palestine (DCIP), cada año Israel arresta y detiene entre 500 y 700 menores palestinos. Una gran mayoría son juzgados en tribunales militares y se les confinan en condiciones deficientes, a menudo sin acceso adecuado a abogados o visitas familiares.

  • 95% de los menores detenidos en 2022 reportaron haber sido sometidos a violencia física.
  • Sin embargo, más del 75% no tuvo acceso legal durante los interrogatorios.

El caso de Mohammed, lamentablemente, no es excepcional sino representativo de una política sistemática. Para muchas organizaciones, se trata de una forma de disuasión mediante el miedo, cuyo propósito es desmoralizar comunidades enteras.

Vulnerabilidad de los ciudadanos palestino-estadounidenses

Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamas, por lo menos cuatro ciudadanos palestino-estadounidenses han sido asesinados por el ejército israelí o por colonos. Otros han sido detenidos sin juicio ni cargos. EE.UU. ha tardado en responder o incluso ha evitado intervenir en algunos de estos casos, tal como ha ocurrido con Mohammed Ibrahim.

“Nos preguntamos qué tanto vale la nacionalidad estadounidense”, expresó Kadur. “¿De qué sirve el pasaporte azul si en el exterior tu vida y tus derechos son desechables?”

Un futuro incierto

Mohammed cumplió 16 años detrás de las rejas, sin abrazos de sus padres, sin pastel de cumpleaños, sin poder llamarlos siquiera. Su madre y su padre siguen en Ramallah, sin atreverse a regresar aún a Florida sin él. “Si salimos y Mohammed se queda, nunca nos perdonaríamos haberlo abandonado”, dijo Zaher Ibrahim, su padre.

En los pasillos del Congreso y en las salas de redacción, el nombre de Mohammed comienza a resonar. Pero mientras tanto, un menor estadounidense se encuentra en una prisión, para muchos, por el crimen de haber nacido en Palestina.

En palabras del tío de Mohammed: “Un menor de 16 años, con inicio de escabiosis, sin juicio, sin visita familiar, sin explicación diplomática clara... sigue como rehén. No hay otra palabra que lo defina. Rehén.”

La pregunta no es solo cuándo será liberado. La verdadera pregunta es: ¿cuántos Mohammed más deben pasar por esto antes de que algo cambie?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press