Omar Diaw y el renacimiento del graffiti en África Occidental

Del anonimato a la legitimidad: cómo el arte urbano transforma las calles de Conakry

Un muro en blanco, un mensaje por pintar

En pleno mediodía guineano, una figura vestida con ropa manchada por restos de pintura se detiene frente a un muro sin vida, en una de las arterias principales de Conakry. No hay temor, ni secretos. Omar Diaw —más conocido como Chimere, que significa quimera en francés— empieza a rociar con spray, transformando el silencio en color.

Saben quién soy”, dice con convicción mientras sus compañeros descargan latas de pintura. No es arrogancia: es conocimiento de lo que representa. Chimere no actúa solo: es parte del colectivo Guinea Ghetto Graff, un equipo decidido a cambiar el rostro de su ciudad a través del arte urbano.

Un comienzo entre la sospecha y la creación

Cuando Diaw dejó Senegal en 2018 para afincarse en Guinea, encontró un vacío en las paredes. En comparación con Dakar —donde el graffiti florecía con fuerza desde los ochenta—, Conakry era un lienzo por estrenar. "El graffiti aquí se percibía como vandalismo", comenta Diaw. Pero no se dejó intimidar por esa percepción inicial.

La transformación comenzó con una estrategia calculada. “Había que seducir a la población”, explica. Así, Omar inició su obra con mensajes de concienciación, como campañas sobre medidas preventivas frente a la COVID-19. Su enfoque pacífico, orientado al bien común, pronto captó la atención y el aprecio de los residentes locales.

De Senegal a Guinea: el legado del graffiti africano

Para entender esta preeminencia del arte urbano, hay que viajar a Dakar, Senegal, donde nació el movimiento de graffiti en África Occidental. A finales de los años ochenta, Amadou Lamine Ngom, también conocido como Docta, comenzó a marcar la ciudad con su estilo. “Decidí hacerlo a plena luz del día”, relata, desmarcándose de la tradición nocturna y clandestina nacida en Estados Unidos en los años 70.

Ngom fue mentor de Diaw, y su filosofía sigue viva en cada mural. El objetivo no es imitar lo extranjero, sino representar con autenticidad la realidad africana. Y así es como el graffiti en esta parte del continente se convirtió no solo en arte, sino en herramienta para reflejar la cultura, la historia y las problemáticas sociales.

Conakry como galería pública

Hoy en día, recorrer Conakry es como caminar por una galería al aire libre. Las paredes cuentan historias: retratos de músicos legendarios, símbolos de la resistencia africana, como Samory Touré, y hasta imágenes del líder militar y actual presidente, Mamadi Doumbouya, cuya figura ya adorna importantes avenidas.

Me gusta, cambió la cara de nuestra ciudad”, dice Ousmane Sylla, un joven conductor de 22 años, mientras señala una de las obras cercanas al aeropuerto. “Nos recuerda a los viejos músicos guineanos”.

El arte de Diaw no se limita al embellecimiento. Su trabajo también aborda temas cruciales como la migración irregular y el impacto del desarrollo urbano no regulado. Conakry, como muchas ciudades africanas, enfrenta el desafío de una urbanización acelerada. En ese contexto, las obras de Chimere devuelven humanidad a un entorno de concreto y tráfico caótico.

La evolución política del graffiti

En Senegal, el graffiti ha evolucionado con componentes cada vez más políticos. Ha sido parte del movimiento de protesta contra el gobierno y de llamados a elecciones más justas. Mientras tanto, en Guinea, es un arte aún en consolidación, pero no menos poderoso.

Diaw es prueba viviente de cómo un artista puede pasar de ser un ilegal a un embajador cultural. El gobernador de Conakry le ha otorgado vía libre para pintar donde quiera. “Me dieron carta blanca”, afirma.

Visibilidad para todos: el rol de las mujeres

La presencia femenina en el mundo del graffiti continúa siendo marginal, pero figuras como Mama Aissata Camara comienzan a ganar terreno. “Me gustaría ver más mujeres en esta disciplina. Dicen que es cosa de hombres, pero eso no es cierto”, reclama Camara, una de las pocas mujeres graffiteras en Guinea.

El llamado a la equidad de género en el arte urbano es tan urgente como en otros espacios. En un continente donde las mujeres han liderado movimientos desde el activismo hasta la literatura, el muralismo también debe ser un espacio para su expresión.

De lo local a lo global: el potencial del graffiti africano

La fuerza visual y simbólica del graffiti en África Occidental podría tener eco mundial. Eventos como el Festival Festigraff en Dakar y exposiciones internacionales hacen visible este fenómeno que narra con espray la identidad del continente.

Queremos hacer un arte que refleje nuestro valor, que hable de nosotros, que no sea una copia”, señala Docta Ngom. Esta afirmación recoge la esencia de un movimiento comprometido con formar identidad desde las paredes.

Según Afropop Worldwide, iniciativas como estas han atraído artistas internacionales y creado diálogos entre creadores de África, Europa y América Latina, propiciando una red global de arte comprometido.

¿Qué sigue para Chimere y el graffiti guineano?

El futuro parece prometedor. Con más aceptación pública y apoyo institucional, el graffiti podría consolidarse como parte fundamental del tejido cultural de Guinea.

El cambio que propone Omar Diaw no es solo estético, sino ideológico. Al pintar a personajes históricos, líderes contemporáneos y ciudadanos comunes, ofrece una narrativa alternativa a los libros de texto y a los noticieros.

En sus propias palabras: “No solo embellecemos, hablamos; no solo pintamos, trasformamos”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press