Timores digitales: el oscuro crecimiento de las estafas online en el sudeste asiático

Tras las últimas redadas en Camboya, surgen más incógnitas sobre el papel de redes criminales que explotan a miles de personas bajo amenaza para cometer fraudes digitales.

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Las estafas online no son simplemente un fenómeno molesto de la era digital. Son una industria criminal gigante, feroz e internacional que, según estimaciones de analistas y agencias de ciberseguridad, mueve miles de millones de dólares al año. Y el sudeste asiático se ha consolidado en los últimos años como el núcleo operativo de esta red ilícita mundial.

Una redada en Phnom Penh, el epicentro visible

El pasado miércoles, autoridades camboyanas detuvieron a 57 ciudadanos surcoreanos en una operación contra redes de estafas online en las afueras de Phnom Penh. En el complejo intervenido trabajaban 86 personas: 57 coreanos y 29 chinos. El operativo fue supervisado por una delegación parlamentaria de Corea del Sur, encabezada por Kim Seok-ki, enviada tras múltiples denuncias de engaños laborales, confinamiento forzado e incluso torturas a trabajadores surcoreanos en ese país.

Esta acción se suma al reciente regreso forzoso de otros 64 surcoreanos al país asiático, 50 de los cuales ya habían sido arrestados en Camboya bajo acusaciones similares. La repatriación se produjo luego del fallecimiento de un estudiante surcoreano en un centro de estafas, incidente que provocó conmoción nacional e impulsó una intervención diplomática urgente.

Una maquinaria global de manipulación y abuso

Estos casos no son aislados. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado el crecimiento abrumador de "centros de estafa" —llamados así por operar como verdaderas fábricas del fraude digital— en países como Camboya, Laos y Myanmar. Allí, miles de personas originarias de China, Vietnam, Corea del Sur y otros países son atraídas con falsas promesas de empleo y terminan esclavizadas tecnológicamente.

El fenómeno tiene dos caras claras:

  • Las víctimas forzadas: personas reclutadas fraudulentamente que no sólo pierden libertad, sino que son obligadas a estafar a otros bajo amenaza física.
  • Los estafados: ciudadanos de todo el mundo engañados a través de fraudes románticos, inversiones inexistentes y phishing sofisticado.

¿Voluntarios o víctimas? El dilema surcoreano

En el caso de los surcoreanos detenidos, un informe de la Secretaría de la Comisión para Combatir Estafas en Línea de Camboya señala que fueron contratados de forma voluntaria. Sin embargo, familiares y autoridades denuncian lo contrario. Algunos testimonios recogidos por medios coreanos indican que los trabajadores no podían salir de los complejos, sufrían castigos físicos y eran monitoreados constantemente. El caso recuerda a lo que ocurre en muchas estafas con trata: aunque algunos ingresan aparentemente "voluntariamente", luego pierden la capacidad de decidir libremente.

La Agencia Nacional de Policía de Corea del Sur ha emitido 49 órdenes de arresto contra los repatriados y examina la participación de otros 10. Los delitos investigados incluyen estafas románticas, ofertas de inversión inexistentes y campañas de phishing dirigidas a compatriotas. La industria de la estafa parece, irónicamente, haber hallado uno de sus mayores mercados en sus propios países de origen.

Una epidemia post-pandemia

Desde 2020, el auge de las estafas cibernéticas ha sido innegable. La pandemia del COVID-19 impulsó la digitalización de la vida cotidiana, lo que abrió brechas en la ciberseguridad de ciudadanos poco habituados a este entorno, mientras que muchos jóvenes, desempleados o desesperados, quedaban vulnerables a empleos dudosos promocionados en TikTok, Telegram o sitios clandestinos.

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2023 alerta sobre el crecimiento de lo que denomina employment scams, estafas laborales donde se promete trabajo remoto o en el extranjero para luego de manera efectiva reclutar mano de obra esclava. Estas redes suelen operar bajo una estructura tipo cártel, donde un grupo coordina el reclutamiento, otro provee logística, otro maneja la actividad digital delictiva, y un último se encarga de lavar el dinero a través de criptomonedas y cuentas falsas.

El negocio de las emociones

Una de las estafas más rentables es el fraude romántico digital. Consiste en entablar relaciones ficticias por redes sociales o apps de citas como Tinder, Bumble o incluso Facebook. A través de sucesivas interacciones, se ganan la confianza de la víctima hasta que solicitan transferencias múltiples de dinero por supuestas emergencias. En 2022, el FBI estimó que este tipo de engaño dejó pérdidas por más de 1,000 millones de dólares solo en EE.UU.

Otras estafas comunes son:

  • Phishing bancario: simulación de páginas oficiales para extraer datos confidenciales.
  • Inversiones falsas en criptomonedas: se crean plataformas fraudulentas que simulan rentabilidad.
  • Fraude con trabajos remotos: se cobra por "procesos de incorporación" o cursos antes de revelar que el trabajo no existe.

La lucha jurídica y diplomática se intensifica

La respuesta de Corea del Sur ha sido diplomáticamente contundente. A la delegación parlamentaria se sumó recientemente otra misión encabezada por la vicecanciller Kim Jina, quien mantuvo reuniones con autoridades camboyanas y ONGs que monitorean delitos cibernéticos. Además, se espera una cooperación intensificada entre ambas naciones para generar marcos legales más robustos que permitan repatriar a ciudadanos explotados y perseguir judicialmente a los verdaderos organizadores.

¿Y Occidente?

Países europeos y Estados Unidos tampoco son inmunes al fenómeno. Solo en Alemania, la Bundeskriminalamt (BKA) reportó un aumento del 40% en denuncias por estafas digitales en 2023. Francia, Reino Unido y Canadá han iniciado campañas para educar a la población sobre estos delitos y han presionado a plataformas sociales para que colaboren más activamente en la detección y eliminación de cuentas falsas.

Sin embargo, el avance de estas redes es mucho más rápido que la capacidad institucional para contenerlas. Parte del reto radica en que los centros operativos se encuentran en países con frágil estado de derecho, donde la corrupción a veces permite que los centros de crimen digital operen incluso en edificios gubernamentales reconfigurados para tales fines, según investigaciones de Amnistía.

Las cifras que estremecen

  • Más de 3,455 personas de 20 nacionalidades han sido arrestadas en redadas en Camboya en los últimos cuatro meses.
  • Se han detectado operaciones en 92 ubicaciones diferentes en 18 provincias del país.
  • Menos del 5% de los detenidos pertenecían a los niveles gerenciales o directivos de las redes criminales.
  • En Camboya, solo 75 personas han sido acusadas formalmente como líderes de estas redes.

Un fenómeno que interpela a todos

Además del obvio impacto financiero, las estafas digitales replican dinámicas de opresión, colonialismo económico y desigualdad estructural. Jóvenes atrapados en otras tierras, sin saber el idioma ni las leyes locales, son convertidos en piezas desechables de un sistema criminal mayor que los supera.

Voces internacionales piden que se reconfigure la forma en que los gobiernos entienden la trata de personas. Ya no se trata solo de explotación sexual o trabajo esclavo físico. La trata digital exige nuevos marcos jurídicos, nuevas alianzas y, sobre todo, un compromiso ético mundial para que el progreso tecnológico no siga siendo un instrumento para reforzar el crimen internacional organizado.

¿Estamos preparados para enfrentar esta nueva forma de esclavitud del siglo XXI?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press