¿Por qué el café está cada vez más caro en EE.UU.? Tarjetas, clima y café ‘político’

Las políticas comerciales de Trump, el cambio climático y los aranceles están encareciendo una de las bebidas favoritas del mundo

Una taza cada vez más amarga

Los estadounidenses están pagando más que nunca por una taza de café. En septiembre, el precio promedio por libra de café molido alcanzó los $9.14, un incremento del 3% respecto a agosto y un 41% más alto que hace un año, de acuerdo con cifras del gobierno de EE.UU.

Este aumento no es un fenómeno aislado. Es un reflejo de una combinación de factores: tensiones geopolíticas, políticas arancelarias agresivas, fenómenos climáticos extremos y la estructura misma del mercado del café en EE.UU., donde el 99% del café se importa.

Política exterior en tu taza

Una de las principales causas del aumento es la política comercial impulsada por la administración de Donald Trump, que ha impuesto aranceles a diversos productos, incluyendo el café. Actualmente, el café proveniente de Brasil —el mayor proveedor de EE.UU., con un 30% del mercado— enfrenta aranceles del 50%.

Colombia, el segundo proveedor con un 20%, está sujeto a un arancel del 10%, y Vietnam, que aporta un 8%, enfrenta un 20% de arancel desde este verano. Ante esto, empresas brasileras han empezado a retener cargamentos mientras negocian con tostadores estadounidenses, reduciendo la ya tensa oferta interna.

Según el investment bank UBS, el gobierno brasileño está utilizando esto como una herramienta de presión en las negociaciones bilaterales. Esto ha reducido el suministro de café en EE.UU. en un momento en el que la demanda sigue siendo alta.

¿Qué dice el Congreso?

Este contexto arancelario ha motivado a algunos legisladores a actuar. En septiembre, un grupo bipartidista del Congreso presentó una legislación para eliminar todos los aranceles sobre el café importado. El representante demócrata Ro Khanna declaró:

“Solo producimos el 1% del café que los estadounidenses consumen. Es uno de los mejores ejemplos de cómo los aranceles generales de Trump no tienen ningún sentido económico.”

Entre tanto, su colega republicano Don Bacon añadió que se interesó en el tema cuando vio lo caro que estaba el café en el supermercado. También manifestó que considera que el poder de imponer aranceles debería pertenecer al Congreso, no al presidente. Ambos esperan que se eliminé este arancel que, dicen, sólo perjudica al consumidor medio.

Impacto en los negocios

Nikki Bravo, copropietaria de Momentum Coffee en Chicago, ha sufrido estos aumentos en carne propia. Recientemente incrementó en un 15% los precios de sus bebidas —como lattes y capuchinos— en sus cuatro locales.

“En un punto tuvimos que traspasar el aumento al cliente. No podíamos seguir absorbiéndolo.”

Nikki ha tenido que comenzar a tostar más granos internamente para reducir costes. La empresa importa la mayoría de su café desde África, pero también se ha visto afectada por el aumento en el precio de insumos como los vasos, fundas y el incremento del salario mínimo en Chicago, que ahora es de $16.60 por hora.

El clima también se mete en el café

No solo la política afecta al café. La volatilidad del clima ha impactado la producción global. Las olas de calor, sequías severas y tormentas irregulares han dañado cultivos en países clave.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los precios mundiales del café se dispararon casi un 40% en 2024. A esto se suma la aparición de condiciones de La Niña en el clima global, que aumenta el riesgo de sequía en Brasil.

Brasil, siendo el primer productor mundial, representa el termómetro del mercado. Cualquier perturbación allí, por mínima que sea, resuena en todo el mundo. A ello se suma la inestabilidad en países como Colombia y las condiciones de producción precarias en África.

Investigación científica: café a prueba de clima

Con el cambio climático intensificándose, algunas instituciones están invirtiendo en variedades de café resistentes al clima. La Universidad de California Davis, por ejemplo, colabora con instituciones globales para desarrollar cultivos más resistentes y sostenibles.

Además, organizaciones como World Coffee Research están trabajando con pequeños agricultores para que adopten prácticas agrícolas más resilientes, asegurando el futuro del suministro sin depender exclusivamente del clima actual.

¿Y ahora qué?

Mientras tanto, el consumidor final es quien paga la cuenta. Según Toast, una plataforma de gestión de restaurantes, el precio promedio de un café regular en EE.UU. fue de $3.54 en septiembre, frente a $3.45 hace un año. Aunque parezca una diferencia menor, el aumento constante ha hecho que muchos consumidores duden en gastar incluso en pequeñas indulgencias como una taza de café.

Con aranceles que podrían alcanzar hasta un 155% si se cumplen las amenazas recientes de Trump —hasta ahora en 55%—, y sin una solución a corto plazo, los próximos meses podrían traer más tensión y precios aún más altos.

¿El café como símbolo político?

El caso del café ilustra cómo los productos cotidianos pueden convertirse en piezas de ajedrez en juegos geopolíticos. La conversación no se limita a cuánto cuesta una taza, sino a las decisiones detrás del costo. De la misma forma en que el maíz o el acero han sido usados como herramientas de presión, el café ha sido arrastrado a la disputa comercial global.

El problema no es simplemente económico, sino también ideológico. ¿Quién tiene la autoridad para trazar los lineamientos de una economía interconectada? ¿Es sostenible usar aranceles sobre productos que el país no puede, ni podrá, producir de forma masiva?

En medio de todo, al consumidor medio solo le queda preguntarse: ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por una taza de café? Y más importante aún: ¿hasta cuándo?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press