Ataques, sabotajes y sabotajes digitales: la nueva cara invisible de la guerra rusa en Europa
Desde incendios provocados en Londres hasta intentos de reclutar soldados occidentales, la guerra encubierta de Rusia pone a prueba la seguridad del continente
La guerra silenciosa que quema Europa
En medio del ruido metálico de los tanques y la pólvora en el frente oriental de Europa, una guerra diferente —más silenciosa pero no menos peligrosa— se está librando en las sombras. La reciente sentencia de una corte británica contra cinco hombres involucrados en un incendio provocado en Londres ha arrojado luz sobre una vasta operación de sabotaje, espionaje y terrorismo concebido a miles de kilómetros de distancia: en Moscú.
El objetivo: desestabilizar a Europa, dañar la logística de apoyo a Ucrania y sembrar el miedo en la retaguardia de los aliados occidentales. El modus operandi combina tácticas del siglo XXI —reclutamientos vía Telegram, pagos en criptomonedas, propaganda digital— con métodos del siglo pasado: incendios, amenazas de secuestros, infiltración y sabotaje físico.
Incendiar Londres: un caso emblemático de guerra híbrida
Todo comenzó con un almacén en el este de Londres, donde estaban resguardados dispositivos de comunicación satelital Starlink destinados a las fuerzas ucranianas. La noche del incendio, en marzo de 2024, las llamas consumieron más de un millón de libras esterlinas en daños y arrasaron con años de esfuerzo de una pareja de origen ucraniano que apoyaba activamente a su país de origen.
La policía pronto descubrió que el ataque fue orquestado por Dylan Earl, un joven británico de tan solo 21 años, reclutado a través de canales prorrusos en Telegram relacionados con el grupo mercenario Wagner. Earl, junto a otros cinco co-conspiradores, había planeado no solo incendiar ese almacén, sino continuar con ataques similares en España, República Checa y otros países europeos.
Wagner, Telegram y una guerra sin fronteras
El juez Bobbie Cheema-Grubb, al dictar sentencia, sostuvo que las acciones de Earl formaban parte de una “campaña de terrorismo y sabotaje en interés del Estado ruso”. La acusación formal reveló que Earl era un entusiasta de los canales de propaganda prorrusa antes de ser “reclutado” por una cuenta identificada como Privet Bot, vinculada directamente a la inteligencia militar rusa.
Privet Bot le pidió a Earl acceso a cuentas bancarias con fondos congelados tras la invasión rusa y lo instruyó a atacar almacenes en diversas ubicaciones. El joven, con aspiraciones de espía y características propias de un gamer influido por fantasías digitales, llegó a declarar ante su psiquiatra que había recibido 5,000 euros en criptomonedas por su colaboración.
La nueva ley británica y la respuesta judicial
Este caso marca un hito: fue el primero juzgado bajo la reciente National Security Act del Reino Unido, una ley promulgada en 2023 para enfrentar explícitamente amenazas extranjeras mediante espionaje o sabotaje.
- Dylan Earl: 17 años de prisión.
- Jake Reeves (24 años): 12 años de prisión por actuar como agente hostil.
- Nii Mensah (23 años): 9 años de prisión.
- Jakeem Rose (23 años): 8 años y 10 meses.
- Ugnius Asmena (20 años): 7 años.
- Ashton Evans: sentenciado a 9 años por ocultar información sobre los planes.
La sentencia, contundente, busca —en palabras de la jueza— “enviar un mensaje claro” a cualquiera que piense colaborar con redes de espionaje digital o terroristas bajo el disfraz de activismo ideológico o codicia.
Un patrón repetido en Europa
Los servicios de inteligencia europeos han identificado un patrón inquietante: desde 2022, año en el que comenzó la invasión rusa a gran escala sobre Ucrania, al menos 25 ataques con explosivos o incendios en Europa han sido relacionados con operaciones rusas.
En Polonia, un ciudadano colombiano fue detenido tras ser dirigido por Telegram para quemar dos almacenes, viajar a Praga y destruir autobuses públicos. Como en el caso de Londres, las instrucciones incluían coordenadas específicas, métodos y exigencias de evidencias en vídeo como comprobante del trabajo bien hecho.
“Están poniendo a prueba a nuestras fuerzas de seguridad, agotando recursos y generando miedo”, explicó Jacek Dobrzyński, vocero del Ministro de Seguridad de Polonia. “Pero lo que buscan es más profundo: socavar el apoyo político y popular a Ucrania en el corazón de nuestras sociedades.”
Wagner: de los bosques de África a las calles de Londres
Durante años, el Grupo Wagner actuó como un brazo no oficial del Kremlin en conflictos desde Siria hasta el Sahel africano. Tras la fallida rebelión de Yevgeny Prigozhin en 2023, sus operaciones fueron absorbidas por el Ministerio de Defensa ruso.
Hoy, estas redes no solo siguen operativas, sino que se han adaptado a escenarios urbanos europeos. La infiltración digital, el uso de criptomonedas y el reclutamiento de jóvenes desmotivados en Telegram es ahora parte de su nuevo enfoque. Si antes Wagner combatía al lado de dictadores en África, hoy su objetivo parece ser incendiar los puntos de apoyo logístico a Ucrania desde Londres, Varsovia o Madrid.
Una amenaza real, más cerca de lo que creemos
Este tipo de ataques no son simples actos de vandalismo. Cuando se incendia un almacén que gestiona conexiones de Starlink usadas por soldados ucranianos en el frente, se está afectando directamente la capacidad de defensa de una nación en guerra. Más aún cuando esos ataques se replican por una red pagada, organizada y dirigida desde el exterior.
Incluso más perturbador es el hecho de que personas inocentes, como la pareja ucraniana dueña del almacén, se vean directamente afectadas no solo en sus bienes, sino en su voluntad de colaborar. También, como explicó el jefe policial británico Dominic Murphy, se planeaban secuestros de empresarios rusos disidentes y misiones para hackear cuentas bancarias.
¿Cómo se combate esta nueva guerra?
La respuesta no puede limitarse al ámbito judicial. Si bien leyes como la National Security Act marcan un avance, los Estados europeos deben coordinar esfuerzos en:
- Ciberinteligencia conjunta: detectando a tiempo patrones en Telegram y otras plataformas donde los saboteadores son reclutados.
- Educación pública: especialmente entre jóvenes vulnerables con antecedentes de radicalización digital o aislamiento social.
- Cooperación internacional: vinculando bases de datos y compartiendo inteligencia operativa relacionada con estas redes.
- Protección de infraestructuras críticas: especialmente aquellas conectadas al apoyo a Ucrania o de propiedad ucraniana dentro de la UE y Reino Unido.
Una advertencia para Europa
Casos como el de Dylan Earl permiten atisbar el rostro oculto de una guerra que ya no se limita al Este de Ucrania. Moscú ha encendido un nuevo frente, uno que cruza nuestras calles, almacenes y redes sociales. La propaganda, sumada a la ambición y al oportunismo de personas vulnerables, está construyendo un ejército en las sombras.
Como bien sentenció Cheema-Grubb, ningún país debe permitir que su territorio sea campo de juego para una potencia extranjera. La seguridad nacional, hoy más que nunca, no solo se defiende en las fronteras, sino también en la nube, en los patios traseros y en cada canal de mensajería encriptado.