Chelsea y el experimento estadounidense: ¿revolución financiera en el fútbol o caos con suerte?

De la incertidumbre y el ridículo mediático al título mundial: cómo Todd Boehly y Clearlake Capital están transformando al Chelsea con una mentalidad de Wall Street

Una nueva era azul: capital y caos

Cuando el grupo liderado por Todd Boehly y Clearlake Capital compró al Chelsea en 2022, pocos esperaban que el club londinense, aún tambaleándose por las sanciones impuestas a su antiguo dueño Roman Abramovich, lograría resurgir tan rápidamente. Lo que parecía una adquisición precipitada en medio del conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania, resultó ser el comienzo de uno de los experimentos empresariales más controversiales y ambiciosos en la historia del fútbol moderno.

En cuestión de dos años, el Chelsea pasó de la burla generalizada a proclamarse campeón del mundo al conquistar el Mundial de Clubes de la FIFA 2025. Y lo hizo con métodos más cercanos a la bolsa de valores que al balompié tradicional. Desde contrataciones millonarias a contratos ultralargos y ventas internas entre subsidiarias, la gestión «americana» ha roto esquemas.

¿Un club inglés a la medida de Wall Street?

El desembarco de capital estadounidense en el fútbol europeo no es nuevo. Manchester United, Liverpool y AC Milan también han contado con dueños de procedencia similar. Sin embargo, el caso de Chelsea destaca por la rapidez y agresividad de sus nuevas prácticas corporativas.

Comprado por aproximadamente 3.200 millones de dólares, la nueva directiva gastó más de 1.000 millones en fichajes en tan solo dos temporadas. Jugadores como Enzo Fernández, Moisés Caicedo y Mykhailo Mudryk, todos menores de 24 años, firmaron contratos de más de ocho años. Esta táctica permitía distribuir el costo de sus traspasos durante la duración del contrato, amortizando la inversión contablemente y evadiendo (al menos temporalmente) ciertas restricciones del Fair Play Financiero.

El modelo fue tan cuestionado como ingenioso. De hecho, tanto la UEFA como la Premier League terminaron limitando la amortización máxima a cinco años a partir del 2024, en clara reacción a lo que el Chelsea había hecho.

Éxito… pero a medias

Durante su primera temporada completa bajo el nuevo régimen, Chelsea terminó en una decepcionante 12ª posición en la Premier League. Fue su peor desempeño liguero en más de 25 años. Varios entrenadores fueron despedidos en tiempo récord: Thomas Tuchel, Graham Potter y Mauricio Pochettino no duraron más de unos meses cada uno.

No obstante, los resultados comenzaron a llegar poco a poco. Clasificación a Champions League, título de la UEFA Conference League y, finalmente, victoria en el Mundial de Clubes. Todo esto en un lapso de apenas dos años. Como dijo el propio Boehly durante la entrega de trofeos: «Siempre supe que el éxito llegaría».

La escuela del private equity

El fondo Clearlake y Boehly no son novatos en el mundo empresarial. Boehly tiene intereses en los Dodgers de Los Ángeles y ha estado detrás de transacciones multimillonarias en medios y deportes. En el caso del Chelsea, su enfoque ha sido tratar al club como una empresa tecnológica en expansión: reinversión agresiva, adquisición de activos jóvenes y promesas de rendimiento a largo plazo.

El experto en economía deportiva Kieran Maguire lo resume así: «Es una estrategia de alto riesgo pero también de alto retorno. Si los jugadores rinden o son vendidos por cifras similares o mayores, funcionará. Pero si no se clasifica a Champions durante unas temporadas, el impacto financiero puede ser catastrófico».

Además de los contratos extensos, el club ha recurrido a vender activos como hoteles y su equipo femenino a subsidiarias internas, generando beneficios de venta que ayudaron a cuadrar cuentas. Esta «ingeniería financiera» se aleja cada vez más del romanticismo futbolístico.

¿Afición domesticada o desorientada?

El ambiente entre los seguidores del Chelsea ha sido contradictorio. Por un lado, se quejan del aumento en los precios de entradas (dos años consecutivos con alzas), la pérdida de identidad del club y la «americanización» del ambiente, que incluye desde DJs en el estadio hasta estilo de marketing basado en redes sociales y monetización sin límites.

Por otro lado, el éxito deportivo ha hecho que muchos bajen la guardia. Alex Burke, portavoz del grupo de fans We Are The Shed, dijo: «Ha habido tantas emociones cambiantes que al final, pese a todo, la directiva se ha salido con la suya».

Las intenciones de protesta al inicio de la temporada fueron reemplazadas por la euforia de celebrar un título mundial. Porque esto es fútbol: ganar sigue siendo el bálsamo por excelencia.

De la banca a la banca: el caos con los entrenadores

Contratar y despedir técnicos con rapidez no es nuevo para Chelsea (bajo Abramovich hubo 13 entrenadores en 19 años). Pero el ciclo 2022-2024 fue extremo incluso para el estándar blue. La apuesta actual por Enzo Maresca, exasistente de Guardiola y exentrenador del Leicester, ha resultado ser acertada hasta el momento, cosechando dos títulos en su primer año completo.

Además, su estilo de juego basado en posesión ha sido adoptado como identidad de base del club, desde las categorías inferiores hasta el primer equipo. La profesionalización del área técnica es tal que ahora existen dos directores deportivos, en lugar de uno, pensando incluso en escenarios donde una figura clave «sea atropellado por un autobús», como se dice en la jerga empresarial americana.

Chelsea como laboratorio financiero del fútbol

¿Está funcionando el modelo Boehly-Clearlake? En parte sí. La estructura corporativa es robusta, y hay una coherencia en fichar talento joven con gran potencial de reventa. El objetivo es formar un ciclo virtuoso con resultados deportivos y plusvalías financieras.

Pero los riesgos están ahí. En julio de 2024, Chelsea fue multado con $36.5 millones por violaciones al Fair Play Financiero. Aunque la UEFA no aplicó sanciones deportivas, queda claro que el margen de acción del club está cada vez más limitado.

Además, no todo el dinero invertido ha rendido sus frutos. Algunos fichajes han decepcionado, y continúa la presión por justificar cada centavo. De no entrar frecuentemente a Champions League, el esquema puede colapsar.

El futuro: ¿modelo replicable o excepción afortunada?

Dan Plumley, profesor en Sheffield Hallam University y especialista en finanzas deportivas, advierte: «Podrán sentirse reivindicados por los títulos, pero hay señales de alerta. No creo que otros clubes vean esto como un modelo a seguir».

Mientras tanto, Manchester United, Liverpool y otros gigantes observan con atención. ¿Podrá el enfoque de private equity convivir con la tradición futbolística europea, o es una burbuja a punto de estallar? Lo sabremos en las próximas temporadas.

Por ahora, el Chelsea de Boehly es un experimento que mezcla Wall Street, Stamford Bridge y fichas de dominó financieras. Contra todo pronóstico, han llegado a la cima del mundo… pero queda por verse si pueden permanecer ahí.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press