El cierre del gobierno en EE.UU. pone en jaque la aviación nacional: controladores sin sueldo, vuelos retrasados y caos en aumento

Mientras los legisladores no logran un acuerdo, los controladores aéreos enfrentan condiciones críticas que podrían comprometer la seguridad aérea del país

Un sistema bajo presión: cuando el cielo se vuelve incierto

El cierre parcial del gobierno federal en Estados Unidos, que comenzó el pasado 1 de octubre de 2025 y ya se extiende por más de tres semanas, está generando una serie de repercusiones críticas en el sector aéreo. A diferencia de otras industrias que también experimentan disrupciones, la aviación no tiene margen para fallos: cada retraso, cada error, puede tener consecuencias catastróficas.

Desde Nueva York hasta Washington, pasando por Nueva Jersey, los principales aeropuertos del país han estado registrando demoras considerables en los vuelos debido a escasez de controladores aéreos. Según el sitio especializado FlightAware.com, el número de vuelos retrasados el jueves alcanzó 6,158, frente a un promedio de 4,000 en días previos. Una cifra alarmante que evidencia un sistema al borde del colapso.

Controladores trabajando sin sueldo... y con más estrés

La Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) ha advertido que muchos centros de control aéreo están operando con escasez crítica de personal. Basta con que unos pocos empleados falten para que el sistema colapse. Este fenómeno se ha visto agravado por el aumento en las ausencias justificadas, dado que muchos controladores han comenzado a reportarse enfermos en protesta o como efecto del estrés sostenido.

El Secretario de Transporte, Sean Duffy, admitió los problemas y junto con Nick Daniels, líder del sindicato de controladores aéreos, ofreció una rueda de prensa en el aeropuerto de Filadelfia para denunciar la presión adicional a la que están sometidos estos trabajadores.

“Ustedes cargan sobre sus hombros la seguridad del espacio aéreo nacional, y ahora lo hacen sin recibir un sueldo. Esto no es aceptable ni sostenible. Ningún trabajador estadounidense debería estar en esta situación”, expresó Daniels ante los medios.

Esta situación ha llevado a que muchos de estos empleados esenciales acepten trabajos temporales en paralelo, solo para poder cubrir necesidades básicas como la renta, la comida o el cuidado de sus hijos.

La seguridad, cada vez más comprometida

Organismos como el sindicato de controladores y ciertas autoridades aeroportuarias están ofreciendo ayuda humanitaria a los empleados, ya sea a través de bancos de alimentos u organizaciones de ayuda financiera. Aun así, las tensiones están a flor de piel. La amenaza implícita del Secretario Duffy sobre posibles despidos a quienes abusen de sus bajas médicas durante el cierre no ha hecho más que aumentar la tensión.

En palabras de Daniels: “Nuestros controladores deberían enfocarse únicamente en mantener la seguridad de los vuelos, no en decidir si pagan el arriendo o la comida del día”.

Los efectos llegan al pasajero

El impacto en los viajeros ha sido inmediato. Además del aumento en demoras, se han registrado cancelaciones y una creciente insatisfacción en terminales como LaGuardia (Nueva York), Reagan National (Washington D.C.) y Newark (Nueva Jersey).

“Es inaceptable que un país como Estados Unidos tenga su sistema aéreo detenido por falta de consenso político”, denunció Sam Graves, Presidente del Comité de Transporte e Infraestructura de la Cámara de Representantes. Aunque miembro del Partido Republicano, Graves pidió a los Demócratas que apoyen la ley para financiar al gobierno y poner fin a esta crisis.

Una industria alarmada y al límite

Las cifras respaldan esta preocupación: según el Departamento de Transporte, el sistema aéreo estadounidense moviliza a más de 2 millones de pasajeros diarios en promedio. Además, el transporte de carga aérea representa unos $37 mil millones mensuales. Un impacto prolongado en esta industria amenaza no solo a los viajeros, sino a cadenas logísticas críticas para el funcionamiento del país.

Las principales aerolíneas, incluyendo Delta, United y American Airlines, han hecho llamados públicos al Congreso para resolver el conflicto cuanto antes. Pero mientras ambos partidos políticos siguen sin acuerdos, los trabajadores continúan sacrificándose y los pasajeros, esperando respuestas.

Precedentes históricos: no es la primera vez

El impacto del cierre del gobierno en la aviación no es sin precedentes. En 2019, durante el cierre de 35 días impulsado por diferencias respecto al financiamiento del muro fronterizo propuesto por el expresidente Donald Trump, se observó una situación similar. Caos en los aeropuertos, controladores bajo presión y llamados desesperados desde la industria para resolver una crisis provocada por el bloqueo partidista.

Aquel cierre generó pérdidas superiores a los $11 mil millones para la economía estadounidense, según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO). Las cifras de hoy podrían ser peores si la situación vigente se extiende algunas semanas más.

¿Cuál es el siguiente paso?

El Congreso continúa estancado. Las propuestas republicanas están siendo bloqueadas por los demócratas que exigen medidas más integrales, mientras que los republicanos acusan a sus rivales de obstaculizar avances. Entre los trabajadores, el hartazgo crece. “Nos sentimos abandonados”, declaró un controlador con más de 20 años de experiencia en Atlanta, quien pidió permanecer en el anonimato.

Más de 13,000 controladores aéreos activos y otros miles en formación enfrentan un escenario de incertidumbre. Muchos temen no solo por sus hogares o su estabilidad laboral, sino porque saben que cualquier error —siendo este un trabajo extremadamente técnico y estresante— puede desencadenar una tragedia.

Solidaridad, pero sin soluciones

Se han organizado colectas internas entre empleados de aeropuertos, sindicatos y hasta aerolíneas para apoyar a los controladores más afectados. Algunos aeropuertos han comenzado a distribuir vales de comida o contemplan subsidios temporales para transporte y alojamiento. Aun así, ninguna de estas medidas es suficiente ante el peso de la deuda acumulada y la incertidumbre prolongada.

Organizaciones como la National Air Traffic Controllers Association (NATCA) han intensificado sus esfuerzos de presión, solicitando reuniones de emergencia con parlamentarios y exigiendo un retorno inmediato a las negociaciones presupuestarias.

El límite de la tolerancia

Si bien hasta ahora no se han registrado incidentes mayores en el espacio aéreo por causas técnicas ligadas al cierre, los expertos coinciden en que estamos pisando terreno peligroso. “La seguridad no puede depender del voluntarismo o el heroísmo de empleados maltratados”, señaló Mary Schiavo, ex inspectora general del Departamento de Transporte, a la cadena CNN. “Lo que sucede en cada torre de control afecta vidas en tiempo real”.

La aviación es una de las industrias más reguladas y seguras del mundo, precisamente porque no puede dejar nada al azar. Un gobierno que paraliza sus arterias críticas pone en peligro no solo su movilidad, sino su credibilidad interna y externa.

Últimos llamados desde el Congreso

En una sesión tensa el jueves, el Senado rechazó propuestas para pagar sueldos atrasados a los trabajadores federales durante el cierre, aumentando la indignación popular. Mientras tanto, los aeropuertos preparan planes de contingencia para un escenario en el que el cierre se prolongue varias semanas más.

Por ahora, la aviación estadounidense sigue operando “segura pero frágil”, como lo describió el analista Brad Goldsholl. Y los ciudadanos, tanto los que viajan como los que trabajan en las torres de control, siguen esperando que la solución no llegue demasiado tarde.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press