La historia del Álamo, la censura política y el conflicto con la memoria indígena

De museo a campo de batalla ideológica: cómo el pasado de Texas se vuelve rehén del discurso político moderno

El nombre del Álamo evoca rápidamente imágenes heroicas en la mente de cualquier tejano: una resistencia desesperada en 1836 contra un ejército mexicano superior en número. Sin embargo, el significado y la narrativa del Álamo han trascendido la historia militar para convertirse en un símbolo político más grande —y hoy, en una herramienta en la guerra cultural de Estados Unidos.

Una publicación con dos caras: Día de la Raza e Indígenas

El pasado segundo lunes de octubre, la cuenta oficial del Álamo en X (antes Twitter) generó controversia al publicar dos mensajes contradictorios en honor a la fecha. Uno celebraba el Día de la Raza (Columbus Day), y el otro reconocía a los pueblos indígenas y su rol histórico en la región.

“Hoy, honramos a los pueblos indígenas y sus comunidades, reconociendo su historia en el Álamo...”, decía el segundo mensaje. Este, sin embargo, fue eliminado pocas horas después tras la crítica fulminante de Dawn Buckingham, la Comisionada de Tierras de Texas, quien afirmó: “Woke no tiene lugar en el Álamo.”

¿Revisionismo o justicia histórica?

La respuesta de Buckingham forma parte de una antigua discusión que ha dividido a historiadores, funcionarios públicos y ciudadanos: ¿Debe la historia del Álamo centrarse exclusivamente en los 13 días del sitio militar de 1836, o debe incluir —como prometieron las autoridades locales en 2015— todas las capas históricas del lugar, desde los pueblos originarios hasta su influencia cultural actual?

La controversia se intensificó cuando el Vicegobernador Dan Patrick pidió la renuncia de Kate Rogers, presidenta de Alamo Trust, por expresar en una tesis doctoral de 2023 que la narrativa dominante del Álamo excluye voces cruciales como las de los indígenas y los afroamericanos esclavizados.

La batalla por la narrativa: entre libertadores y esclavitud

¿Sabías que en los contenidos propuestos para el nuevo museo del Álamo, la palabra “libertad” aparece solo 13 veces, mientras que “esclavitud” y “esclavizados” aparecen 70? Esta proporción alarmó a Buckingham, quien criticó tanto la inclusión de una placa de reconocimiento indígena como los guiones de las futuras exhibiciones. Para ella, esto constituye “un patrón de comportamiento completamente desalineado con las prioridades de mi oficina”.

No es la primera vez que los intentos de ampliar la narrativa histórica causan fricción. En 2022, el intento del excomisionado George P. Bush también enfrentó tensiones similares cuando buscó modernizar la experiencia en el sitio del Álamo. La crítica emergió de todo el espectro ideológico, reflejando cuán cargada emocionalmente está la historia en el centro de la identidad texana.

La postura de los pueblos indígenas

Ramón Vásquez, director ejecutivo de American Indians in Texas at the Spanish Colonial Missions y miembro del comité asesor ciudadano del Álamo desde 2014, critica directamente la reacción de Buckingham: “No tiene sentido que ahora se indignen por mencionar a los pueblos indígenas cuando el GLO ha estado presente desde el comienzo del plan de restauración del Álamo.”

La comunidad indígena ha exigido durante años ser reconocida como pieza fundamental en la historia de esta zona. Según Vásquez, presentar una narrativa limitada a la batalla de 1836 ignora milenios de historia. “Es inaceptable que se niegue la historia precolonial y colonial del lugar”, remarcó.

¿Nuevo museo, viejas batallas?

El nuevo museo del Álamo, programado para abrir sus puertas en 2027, promete contener ocho galerías, incluyendo una dedicada a los pueblos indígenas. También tendrá una experiencia inmersiva en 4D centrada en la famosa batalla. Pero tras esta controversia, algunos temen que la galería indígena pueda ser desmantelada.

La oficina de tierras intentó calmar las aguas, asegurando que el museo será “centrado en la batalla” pero que también ofrecerá contexto histórico desde la presencia nativa hasta la actualidad. No obstante, eso suena a compromiso forzado más que a una expresión auténtica de diversidad histórica.

¿Woke o justa representación?

El alcalde de San Antonio, Ron Nirenberg, quien participó activamente en el proyecto de revitalización del Álamo, calificó la reacción de Buckingham como “una sobrerreacción tonta”. En sus palabras: “El entendimiento y reconocimiento de una historia compleja no es algo woke, es simplemente ser fieles a los hechos.”

La historia no es estática. Es una narrativa viva que se construye, se desafía y se matiza conforme crecen nuestras herramientas para entender el pasado. Aceptar eso no es rendirse a agendas modernas, sino respetar el principio fundamental de buscar la verdad histórica completa, no la idealizada.

Un sitio, múltiples memorias

El Álamo no es solo un símbolo de valor frente a la adversidad, también es un punto de encuentro cultural e histórico entre distintas comunidades. Por siglos, antes de la llegada de los exploradores españoles, la zona fue hogar de tribus como los Coahuiltecanos.

La misión original del Álamo, establecida como Misión San Antonio de Padua en 1718, fue parte de un sistema colonial que, como otras misiones, también implicó la supresión cultural y religiosa de los pueblos indígenas.

Entonces, ¿por qué ese segmento de la historia resulta tan incómodo para algunos líderes políticos? Al parecer, reconocer las complejidades del pasado amenaza la narrativa heroica unilateral que se ha utilizado para fomentar patriotismo texano.

Política e historia: ¿cóctel peligroso?

La inclusión o eliminación de mensajes en redes sociales puede parecer trivial, pero es apenas la superficie de un debate más amplio: ¿Quién decide qué historia se cuenta? La legislatura estatal ya ha transferido la supervisión del Álamo al gobernador, teniente gobernador y otros funcionarios, una movida que muchos temen consolidará aún más una visión selectiva de la historia.

La historia de Texas, como la de cualquier lugar, no es monolítica. Redactarla bajo un lente político es, irónicamente, una forma más peligrosa de revisionismo histórico. Como lo expresó el propio Nirenberg: “Tenemos que mantener la política absurda de hoy lejos de la ejecución del plan. Este ir y venir de publicaciones muestra que el trabajo aún necesita enfoque.”

En última instancia, el verdadero heroísmo no está solo en los muros que resistieron 13 días de asedio, sino también en la capacidad de una sociedad de mirar su pasado con honestidad, sensibilidad y valentía.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press