Sheffield Wednesday: De la gloria a la administración — una advertencia para el fútbol moderno

El histórico club inglés enfrenta una crisis existencial tras años de mala gestión financiera y castigos de la liga. ¿Puede salvarse uno de los equipos más antiguos del mundo?

Sheffield Wednesday, uno de los clubes más antiguos y emblemáticos del fútbol inglés, ha ingresado oficialmente en administración, un término devastador para cualquier institución deportiva. Con más de 158 años de historia y una gran base de aficionados apasionados, la situación actual del club no solo refleja sus errores internos, sino que actúa como un espejo del sistema futbolístico moderno que cada vez premia menos la tradición y más el capital.

Un gigante dormido atrapado por la mala gestión

Fundado en 1867, Sheffield Wednesday fue uno de los clubes fundadores de la Premier League en 1992 y ha ganado la FA Cup en tres ocasiones. Su historia está repleta de momentos gloriosos, nombres ilustres como Chris Waddle y Paolo Di Canio, y una afición leal que ha llenado las gradas de Hillsborough durante generaciones.

Sin embargo, todo ese legado fue minado durante la etapa de Dejphon Chansiri, un empresario tailandés que compró el club en 2015 con grandes promesas de ascenso y éxito sostenido. Tras años de gastos excesivos, sanciones disciplinarias y una desconexión creciente con los hinchas, su ciclo ha terminado de manera trágica: sin pagar salarios, bajo escrutinio legal y ahora fuera del club.

“Hoy marca uno de los días más agridulces en la orgullosa historia de nuestro club”, expresó el Sheffield Wednesday Supporters’ Trust. “Entrar en administración era el desenlace inevitable de años de mala gestión financiera, falta de responsabilidad y reiterados fracasos para involucrar compradores creíbles”.

Administración: El último recurso

En el fútbol inglés, cuando un club no puede hacer frente a sus deudas, puede ser administrado por una entidad externa. Esta figura, llamada administrador, toma control de la gestión financiera para tratar de garantizar su viabilidad. Como castigo inmediato según las normas de la English Football League (EFL), el equipo recibe una deducción automática de 12 puntos.

Wednesday, que ya vivía una situación difícil, cae ahora al último puesto con -6 puntos en la Championship (segunda división). Esto hace prácticamente inevitable su descenso a la League One, la tercera categoría del fútbol inglés.

Kris Wigfield, el administrador designado, señaló que se espera encontrar nuevos propietarios rápidamente, y su declaración apela también al sacrificio de los aficionados:

“Ahora, más que nunca, necesitamos el regreso de los fanáticos al estadio –comprando entradas, mercancía, empanadas y cervezas,” dijo Wigfield. “Cada centavo gastado apoyará directamente la gestión diaria del club.”

Entre el caos financiero y la desesperanza deportiva

No se trata solo de un colapso administrativo. El club lleva varias temporadas lidiando con múltiples restricciones:

  • Prohibiciones para pagar tarifas de transferencia en tres ventanas consecutivas.
  • Acusaciones de impago de salarios a jugadores.
  • Una creciente alienación con la masa social, que ha reducido la asistencia media de 26,000 a 17,000 espectadores por partido.

Además, la situación contribuyó a un boicot masivo de concesiones y tiendas del club por parte de sus mismos aficionados, indignados por cómo se estaba manejando su institución. Lo que alguna vez fue una relación simbiótica entre el club y su comunidad, ha entrado en una grave crisis.

Un fenómeno recurrente: cuando la pasión se subvierte al negocio

Sheffield Wednesday no es el único caso. Equipos como Portsmouth, Bolton Wanderers, Derby County y Bury FC también han atravesado crisis similares durante la última década. Lo que tienen en común: empresarios ambiciosos, planes de inversión de alto riesgo, un desprecio por la sustentabilidad y falta de supervisión.

En 2019, Bury fue expulsado definitivamente de las ligas oficiales. No sobrevivió a su administración. ¿Corre Wednesday el mismo riesgo? Hasta ahora, no parece. Los administradores han declarado que están en conversaciones con potenciales compradores. Sin embargo, el margen para el error es mínimo.

¿Y la Premier League? ¿Dónde está la supervisión?

A pesar de ser un miembro fundador de la Premier League, Sheffield Wednesday lleva más de dos décadas sin pisarla. Su último año en la élite fue en la temporada 1999-2000. Desde entonces, ha tenido una presencia esporádica en la Championship con breves descensos a la League One.

Durante mucho tiempo, los aficionados han argumentado que el fútbol inglés necesita una regulación más fuerte para evitar este tipo de colapsos. La U.K. Culture Secretary Lisa Nandy fue enfática en su crítica:

“Los dueños deberían ser buenos custodios que actúen en el mejor interés del club, lo cual claramente no ha sido el caso,” afirmó Nandy.

Se han propuesto modelos de gobernanza como el alemán “50+1”, donde los socios mantienen mayoría del control de los clubes, haciendo más difícil que intereses externos sin compromiso emocional hijacken el espíritu de una institución.

La esperanza sigue viva en Hillsborough

Pese a la gravedad de la situación, en Sheffield se respira una mezcla paradójica de esperanza e indignación. El hecho de haber salido el propietario tailandés es visto como una “liberación” por parte de muchos hinchas.

Quienes conocen a los Owls —como se conoce al equipo— saben que el club ha sobrevivido guerras, crisis económicas y descensos. La historia juega a favor de su resurgimiento, aunque con matices: solo si se aprende la lección.

Una gestión transparente, responsabilidad fiscal y reconexión con sus aficionados son pasos urgentes a dar. Y sí, también es fundamental que un grupo inversor serio tome control. Pero debe ser alguien que ame el fútbol… no solo los beneficios.

Sheffield Wednesday y el alma del fútbol

El declive de Sheffield Wednesday no es solo un asunto de Yorkshire. Refleja una verdad dolorosa: en el fútbol moderno, incluso los clubes más legendarios pueden caer víctima del capitalismo negligente si no hay estructuras adecuadas de control y transparencia.

Es una lección para otros clubes de Inglaterra y del mundo: la historia no te protege del colapso. Pero también es un llamado a la acción para federaciones, gobiernos, hinchas y jugadores. Porque si no se protege a clubes como Sheffield Wednesday, ¿qué queda del alma del fútbol?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press